Pocos habitantes del municipio de Centro Habana, en la capital de Cuba, saben que su vecino y educador de arte Mario Hernández vive desde hace más de 15 años con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.
“Ocultar mi diagnóstico es también la única manera de no divulgar que soy gay. Quiero evitarme los estigmas”, explicó a IPS el hombre de 62 años, de baja estatura y con el rostro surcado de arrugas.
Para resguardar sus secretos, Hernández inventa evasivas a familiares y amigos cada vez que debe internarse en el Sanatorio de Santiago de las Vegas, el primero de su tipo en Cuba y enclavado en una antigua finca en el sur de la capital.
Dijo sentirse bien acogido en ese centro, que atiende a la población seropositiva de La Habana, la provincia más afectada del país. “Nunca falto a las capacitaciones e intercambios sobre VIH/sida que ofrecen para los pacientes y hasta pido con frecuencia la palabra para hablar sobre nuestros problemas”, aseguró.[pullquote]3[/pullquote]
Hernández estima que “de los homosexuales casi no se habla en los medios de comunicación. Pero, cuando se trata del sida, se refieren más a las personas que lo padecen que al virus. Eso contribuye a que se asocie la enfermedad con los homosexuales”.
El sida (síndrome de inmunodeficiencia humana) obligó a Cuba a mirarse al espejo y enfrentar problemas silenciados como los derechos de las personas no heterosexuales y otros que parecían resueltos como la equidad de género y la prostitución.
“La discriminación hacia las orientaciones sexuales diversas hay que seguirla enfrentando para detener las nuevas infecciones”, valoró a IPS el administrador de una librería Jorge Luis Estrada, que realiza desde hace 18 años tareas de prevención en salud en Villa Clara, a 268 kilómetros al este de La Habana.
Cuba no ha podido revertir el sostenido crecimiento de los nuevos diagnósticos detectados cada año, aunque ostenta una baja prevalencia de 0,1 por ciento. Al cierre de 2013, se registraron 16.479 personas seropositivas entre los 11,2 millones de habitantes.
En este país de gobierno socialista, los servicios de salud son gratuitos, incluidos los suministrados a personas seropositivas, e igualmente el tratamiento antirretroviral.
Activistas y especialistas insisten en revisar más los factores sociales, como la homofobia, que hacen vulnerables a los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), donde se concentra más de 70 por ciento de la epidemia.
De hecho, Cuba fue el único de los países más afectados del Caribe insular que registró más casos nuevos en 2013 que en 2005, según indica The Gap Report, el último informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida, aunque sin aportar el dato específico.
Al comparar las cifras de ambos años, el estudio publicado en julio encontró que las nuevas infecciones se redujeron 44 por ciento en Haití, 61 por ciento en República Dominicana, 42 por ciento en Jamaica y 32 por ciento en Trinidad y Tobago.
En todo el Caribe insular viven actualmente 250.000 portadores registrados. La nación haitiana posee 55 por ciento de ese total, mientras República Dominicana aporta 18 por ciento, Jamaica 12 por ciento, Cuba seis por ciento y Trinidad y Tobago cinco por ciento.
“El estigma, la discriminación, la pobreza, la violación de los derechos humanos y la homofobia, son la base de las causas de esta epidemia”, aseguró a IPS el activista Omar Parada, fundador del Proyecto HSH-Cuba, una red nacional de promotores voluntarios.
Cuando el VIH llegó, Cuba tuvo que hablar de los gays, bisexuales y transexuales, incluso, investigar sobre sus características y situación social. Para el trabajo de prevención, hasta a nivel municipal se comenzaron a mapear los lugares de encuentro de los HSH para tener sexo espontáneo o comercial.
Entonces estaba muy reciente aún la situación de homofobia institucional que marcó los años 60 y 70 en Cuba.
Jóvenes varones que se negaban a pasar el servicio militar activo por diversos motivos y los homosexuales eran llevados a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, campos de trabajo más conocidos por sus siglas UMAP que existieron entre 1965 y 1968.
Incluso la legislación local condenó “la ostentación pública de la homosexualidad” hasta los años 90.
La isla permaneció largo tiempo a la zaga en materia de promoción de los derechos de las personas LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales), que tomó impulso desde 1969.
La respuesta al sida sirvió además de puente para el nacimiento de asociaciones LGBTI como el Proyecto HSH-Cuba, en 2000, y Trans Cuba, un año después, aunque su misión estuviera abocada a reunir promotores voluntarios para sumarse a la prevención y control de la epidemia.
Ambas redes están adscritas respectivamente a los estatales Centro Nacional de Prevención de las Infecciones de Transmisión Sexual y el VIH/Sida y el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Según especialistas, estas iniciativas abrieron el camino para que en 2007 arrancara la campaña nacional contra la homofobia organizada por el Cenesex a lo largo del año, con un momento cumbre en torno al 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.
Observadores califican de “incipiente” el activismo LGBTI local, cuyo logro más significativo radicó en el Código del Trabajo, vigente desde este año, que actúa en la práctica como la primera ley antidiscriminatoria, al prohibir explícitamente la segregación por orientación de sexual en el ámbito laboral.[related_articles]
Sin embargo, el parlamento no aprobó la propuesta de la diputada y directora del Cenesex, Mariela Castro, de proteger explícitamente el derecho al empleo de las personas seropositivas y transgéneros.
El Ministerio de Salud Pública alertó que en 2013 se contaron ocho nuevos diagnósticos de mujeres transexuales con VIH, una cifra considerable por lo reducido de este segmento.
La médica Lucía San Martín recordó cuán vulnerables eran al comienzo de la epidemia las trabajadoras sexuales o las mujeres sin estudios ni empleo. “La mujer con VIH/sida se ha superado gracias a los programas de apoyo”, indicó a IPS la experta.
Para San Martín, que trabaja en el sanatorio capitalino especializado en VIH/sida, el incremento de mujeres con el virus, que representan 19 por ciento del colectivo afectado, llama a trabajar más en el empoderamiento femenino en la vida privada, no solo en el espacio público.
“Siempre han sido factores de riesgo las familias disfuncionales, pobreza, alcoholismo, drogadicción y prostitución. Aunque en Cuba se han diagnosticado desde 1986 personas de todas las capas sociales, sobre todo en los últimos cinco años”, valoró Estrada.
Legalmente, el comercio sexual está prohibido en Cuba, así como la producción y difusión de pornografía. La prostitución en sí misma no es un delito pero el Código Penal castiga el proxenetismo y la trata de personas con condenas que van desde la confiscación de bienes hasta 20 años de prisión.
En la clandestinidad y con más fuerza a inicios de la pertinaz crisis económica que vive este país desde 1991, el comercio sexual ha resistido los recios controles policiales y los programas educativos. Hasta incluye nuevos roles como las “jineteras” (prostitutas para turistas extranjeros) y los “pingueros” (hombres que ofrecen servicios a otros hombres).
Editado por Estrella Gutiérrez