La dificultad en el acceso a agua de calidad, los déficits de suministro y la precariedad del saneamiento desafían al desarrollo y al combate a la pobreza en América Latina. Un nuevo centro regional con sede en Brasil va a monitorear el recurso para así mejorar su gestión.
Un ejemplo de los problemas del manejo del agua lo representa la mayor megalópolis latinoamericana y la cuarta del mundo, la sureña ciudad brasileña de São Paulo, que vive la peor crisis hídrica de su historia por una prolongada sequía que dejó sin agua a sus fuentes de abastecimiento, en un fenómeno vinculado al cambio climático.
Para prevenir crisis como esta, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la brasileña Agencia Nacional de Aguas (ANA) suscribieron un memorando de entendimiento, que convirtió a esta institución en centro de monitoreo de la calidad del agua en América Latina y el Caribe.[pullquote]3[/pullquote]
Además, la ANA promoverá la cooperación regional para potenciar esa vigilancia.
“Brasil será un ‘hub’ (centro de actividad) para la región y actuará como coordinador para los programas de capacitación que se realicen junto a otros países”, indicó a Tierramérica el especialista en recursos hídricos de la gestión estratégica de la ANA, Marcelo Pires.
Detalló que “el monitoreo, la metodología de recolección de muestras y el análisis de los datos son muy útiles para los tomadores de decisión” en la gestión del agua.
El centro regional también se encargará de estructurar el establecimiento de centros nacionales en cada país.
“No tenemos todavía el diagnóstico preciso de la situación, pero sabemos que en Argentina, Chile y Colombia ya existen centros de monitoreo avanzados”, dijo Pires.
Además, la ANA actuará como la interconexión del PNUMA para diseminar información sobre la calidad de recurso hídrico, según los parámetros de su Programa del Agua del Sistema Mundial de Vigilancia del Medio Ambiente (GEMS/Agua).
Ese programa ha conformado una red mundial de más de 4.000 estaciones de investigación con datos recolectados en unos 100 países.
Desde 2010, la agencia brasileña implementa un programa nacional de calidad del agua en los 26 estados y un distrito federal en que se divide el país, inspirado en GEMS/Agua.
Pires recordó que el acceso al agua limpia, así como la extensión del saneamiento a toda la población, son condiciones básicas para el desarrollo del país.
“El acceso al agua de buena calidad es uno de los principales temas para eliminar la pobreza y a la vez uno de los problemas que más enfrentan los países en desarrollo. Esto tiene graves consecuencias para la salud de la población y del ambiente”, sostuvo el especialista.
Para el director ejecutivo del PNUMA, Achim Steiner, la gestión eficiente de los recursos hídricos y la colaboración internacional entre países del Sur en desarrollo son “pasos fundamentales” para el uso sostenible del agua.
“Garantizar infraestructura para el agua y saneamiento es una condición básica para el desarrollo económico. Este desafío se hace aún más complejo con los impactos del cambio climático. Todo eso refuerza la necesidad de adaptarse a la realidad global”, declaró Steiner, al darse a conocer el acuerdo con la ANA.
El memorando de entendimiento entre las dos instituciones se hizo público este mes, si bien se suscribió en julio durante una visita de Steiner a Brasil. Estará inicialmente vigente hasta el fin de 2018, cuando podrá prorrogarse.
Una encuesta de la ANA apuntó que, tan solo en Brasil, más de 3.000 ciudades están en peligro de sufrir falta de agua desde el año próximo. Eso equivale a 55 por ciento de los municipios del país.
Los déficits hídricos son parte común de la realidad latinoamericana, así como su desigual reparto y la precariedad de su calidad y la del saneamiento.
“Nuestro escenario no es muy distinto del de nuestros vecinos”, dijo Pires.
A modo de ejemplo, citó que solo 46 por ciento de las aguas residuales de los hogares brasileños son recolectadas y, de estas, únicamente un tercio son tratadas, según la última encuesta sobre saneamiento básico.
“Brasil tiene un déficit de saneamiento. Las personas conviven diariamente con ríos contaminados. Eso se refleja en la salud pública e incluso en el tratamiento de las aguas para abastecer los hogares”, comentó Pires.
Cambio climático, otra variable
También los impactos vinculados al calentamiento global hacen necesaria una mayor integración en la gestión del agua entre los países latinoamericanos, porque hace más frecuentes y pronunciadas las sequías y la consecuente reducción en la disponibilidad del recurso en sus reservorios.[related_articles]
La cobertura de agua potable en la región es de 94 por ciento, la más alta del Sur en desarrollo, según un informe de mayo de la Organización Mundial de la Salud, pero 20 por ciento de los latinoamericanos carecen de acceso a servicios de saneamiento básico.
Además, persiste una gran desigualdad en el acceso al agua limpia y, en materia de saneamiento, entre áreas rurales y urbanas.
El Banco Mundial subraya, por su parte, que el cambio climático genera un contexto de incertidumbre y riesgos para la gestión del agua, pues aumentará la variabilidad hídrica y se producirán fenómenos meteorológicos más intensos.
La consecuencia serán situaciones como la que enfrenta ahora São Paulo, donde el desabastecimiento acecha a un tercio de su población que suma 21 millones en su área metropolitana, mientras se incentiva el ahorro de 20 por ciento en el consumo.
Diferentes municipios metropolitanos racionan desde febrero el agua a sus residentes, incluido el del propio de São Paulo, asiento de 12 millones de personas.
Alceu Bittencourt, presidente de la Asociación Brasileña de Ingeniería Sanitaria y
Ambiental de São Paulo, dijo a Tierramérica que se trata de la mayor crisis hídrica de la ciudad y una evidencia de las alteraciones climáticas ante las que no se ha establecido una gestión de respuesta en la mayoría de los centros urbanos latinoamericanos.
“Llevará dos o tres años retornar a la normalidad. Esta situación excepcional indica que está en curso un nuevo patrón de lluvias en razón del cambio climático”, comentó, en referencia a la mayor sequía en el sudeste brasileño en 50 años.
Desde el 12 de julio el agua que llega a los grifos de al menos nueve millones de paulistas proviene del llamado “volumen muerto” del Sistema Cantareira, un conjunto de represas de los años 70 que recoge agua de tres ríos. Se trata de una reserva situada por debajo del nivel de compuertas y que solo se usa en emergencias.
Las previsiones oficiales son que la reserva se agotará en octubre si no se alivia la sequía, lo que incrementaría la crisis que afecta ya a todos los tipo de consumo del agua, según explicó Bittencourt.
Editado por Estrella Gutiérrez
Este artículo fue publicado por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.