En 2011, cuando los participantes del Foro Social Mundial (FSM) en Dakar recibieron la noticia de que el presidente egipcio Hosni Mubarak había sido derrocado por la movilización de millones de personas en las calles, pocos pudieron contener su alegría.
Pero la euforia rápidamente fue reemplazada por varias interrogantes.
¿Cuál es el propósito del FSM? ¿Sigue siendo relevante? ¿Cómo se conecta con la gente que lucha por sobrevivir y afronta las balas en el terreno?
«Aun cuando estamos aquí dos años después, invitados por el propio pueblo que hizo esta revolución, que nos quiere aquí, que desea que ayudemos a fortalecer su lucha en Túnez, ¿sigue siendo relevante?», reflexionó el científico social estadounidense Immanuel Wallerstein en la edición 2013 del FSM, celebrada en Túnez.
Su pregunta apunta a la necesidad, expresada también por cientos de personas que se reunieron en esta ciudad entre el 26 y el 30 de marzo, de analizar seriamente la dirección que debe tomar el FSM, que acaba de cumplir 13 años.
El Foro este año fue realizado en Túnez como reconocimiento al movimiento social que derrocó el régimen del dictador Zine El Abidine Ben Ali y desató una ola de levantamientos similares en otros países en lo que se llamó la Primavera Árabe.
Pero los participantes siguen preguntándose a dónde se dirige el FSM y qué es capaz de lograr.
La serie de talleres «Descolonizando el Foro» echó luz sobre la desigualdad aún existente en materia de representatividad y accesibilidad a este encuentro anual.
Este año hubo una clara mayoría de no occidentales en el FSM: de los alrededor de 60.000 visitantes, solo 8.000 vinieron de Europa, en tanto que los tunecinos totalizaron 20.000.
Sin embargo, como es tradicional, grandes organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales como la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana (ATTAC), así como otras de Europa y Estados Unidos, están mejor capacitadas para mandar mayores delegaciones que los grupos del Sur.
Roma Malik, del Foro Nacional de Pueblos y Trabajadores de los Bosques de India, recordó que el FSM nació como un proceso destinado a contrarrestar las desigualdades creadas por la globalización y el neoliberalismo.
Por tanto, «el FSM debe estar menos dominado por las grandes ONG y se necesitan esfuerzos para traer más gente de menos recursos», dijo a IPS.
Esto incluye a personas como aquellas con las que trabaja Roma, habitantes de los bosques de India que sufren el acaparamiento de tierras y el desplazamiento a manos de corporaciones multinacionales.
Más de 1,1 millones de hectáreas están bajo amenaza en la zona central de India, según un informe de la organización Greenpeace, titulado «Countering Coal» (Contrarrestando el carbón).
Solo el desarrollo de la mina de carbón de Mahan, en el central estado de Madhya Pradesh, podría desplazar de sus hogares a 14.000 personas.
Steven Faulkner, jefe de relaciones internacionales del Sindicato de Trabajadores Municipales de Sudáfrica, sostuvo que la responsabilidad de lograr una igualitaria representación en el FSM recaía sobre su Consejo Internacional, un órgano representativo de unos 140 miembros.
«Necesitamos un fuerte liderazgo, que se considere responsable de los pobres y marginados», señaló.
Tras haber pasado varias décadas trabajando en temas laborales en toda África, Faulkner subrayó el hecho de que los pobres del mundo no son solo beneficiarios pasivos de ayuda, sino más bien sobrevivientes activos de un sistema económico, social y político altamente desigual.
Este mismo acto de supervivencia es un proceso creativo «al que deberíamos prestar más atención», añadió Faulkner, trayendo al FSM a las personas directamente afectadas para que compartan sus preocupaciones y estrategias.
«Si podemos liberarnos nosotros mismos de las fronteras impuestas por el colonialismo y hacernos genuinamente libres, como hablaba Nelson Mandela, entonces podremos darnos cuenta de algo: África tiene un enorme potencial», afirmó.
Otras voces destacaron el gran efecto unificador y renovador del FSM.
Hassen Ltaief, activista durante la revolución tunecina, generó un gran aplauso de su audiencia en Túnez cuando afirmó: «No era lo mismo aquí antes de que llegara el FSM. Vinimos a darle un nuevo espíritu al Foro y, como puedo ver en los ojos de los activistas más veteranos, parece que es un verdadero éxito»
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Lo que hizo al Foro significativo, dijo Ltaief a IPS, fue que abrió el espacio para el desarrollo de una conciencia colectiva, y realzó la importancia de la organización conjunta, dos lecciones fundamentales para Túnez, que experimenta dolores de crecimiento de una nueva democracia y está bajo enorme presión para salvaguardar sus logros revolucionarios.
Ahora, los organizadores del FSM preparan el terreno para las futuras reuniones.
El Foro Social del Magreb se ha visto fortalecido con la decisión del Consejo Internacional de celebrar su próxima reunión de planificación en esa región.
Ese foro regional nació en 2005, creado a instancias de marroquíes y tunecinos en Porto Alegre. Desde entonces ha realizado grandes esfuerzos para atender temas que competen a mujeres, jóvenes y la sociedad civil en general del norte de África.
Hay diversas propuestas para la sede del próximo FSM, que van desde India a México, Canadá, Brasil e incluso otra vez en Túnez.
«El FSM ha sido tradicionalmente una experiencia nómade», dijo Nicolas Haeringer, observador del Consejo Internacional. «Debe hacer crecer sus raíces, más que nunca antes, y considerando que la de Túnez fue una de las reuniones más inspiradoras a las que asistí, creo que no sería una loca idea realizarlo otra vez aquí».