Investigadores brasileños desarrollan plástico solar

Tiago Maranhão Alves muestra un trozo de plástico solar. Crédito: Cortesía de CSEM Brasil/Rafael Motta - Agência Nitro
Tiago Maranhão Alves muestra un trozo de plástico solar. Crédito: Cortesía de CSEM Brasil/Rafael Motta - Agência Nitro

Investigadores brasileños desarrollaron unos paneles plásticos capaces de generar electricidad de la luz del sol. El hallazgo es parte de una tendencia al alza en este país: el desarrollo y la inversión en tecnologías verdes.

El plástico es fino y maleable, con apariencia muy común, pero se trata de un panel de generación de energía fotovoltaica. El material, que en nada se parece a las pesadas y costosas placas de silicio que nos imaginamos al pensar en esta fuente de electricidad, fue creado por científicos del CSEM Brasil, instituto con sede en el sudoriental estado de Minas Gerais.

Compuesto de polímeros comunes a los que se incorporaron células fotovoltaicas orgánicas, este material es transparente, con pequeñas franjas en las que están impresos los polímeros orgánicos en base a carbono.

La tecnología para producir estas células ya se conocía en Europa y Estados Unidos, y ahora también se domina en Brasil.

El "plástico solar" puede representar, dicen sus inventores, una pequeña revolución en la forma de generar energía limpia a partir del sol.
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"Si bien la capacidad de generación es bastante parecida, por su pequeño tamaño puede tener usos casi imposibles para las placas de silicio", explicó a Tierramérica el presidente de CSEM Brasil, Tiago Maranhão Alves, un ingeniero físico que participó directamente en las investigaciones.

Esta técnica se puede emplear para hacer funcionar los componentes eléctricos de los automóviles, en dispositivos electrónicos como teléfonos celulares, ratones de computadora y teclados inalámbricos.

Pero los brasileños están concentrados en obtener paneles solares, que pueden revestir superficies más o menos extensas, como ventanas. "Un panel con una superficie de dos o tres metros cuadrados puede ser suficiente para generar la energía de una casa en la que viva una familia de cuatro personas", subrayó Alves.

"Como la relación costo-beneficio es buena, puede ser una opción para llevar energía a áreas remotas que no tienen servicio eléctrico. En Brasil (con más de 192 millones de habitantes) hay cerca de un millón de lugares en esas condiciones", añadió.

La facilidad del transporte es su principal ventaja ante las placas de silicio. "Como es sencillo transportarlas, los costos logísticos son bajos. Además, la persona puede cargar con ella cuando se muda de casa", apuntó.

El plástico se puede usar asimismo para revestir predios y recintos como aeropuertos o estadios deportivos, evitando la necesidad de reservar un área para instalar los paneles solares.

Para alcanzar la fórmula que tiene el material brasileño se invirtieron 10 millones de dólares y se prevé que la inversión se duplique en el próximo año. "Vamos a estudiar ahora la mejor forma para darle escala al producto. En el estadio actual ya es posible comercializarlo, pero el precio se debe analizar caso por caso", indicó Alves.

Los recursos invertidos, que posibilitaron también la creación de CSEM Brasil, proceden de una sociedad entre la administradora de inversiones FIR Capital y el Centre Suisse d'Electronique et de Microtechnique.

Además, el proyecto obtuvo apoyo de la Fundación de Fomento a la Investigación del Estado de Minas Gerais (Fapemig, por sus siglas portuguesas).

El método se mantiene todavía en reserva, pues está sujeto a secreto comercial. "Este es un mercado de miles de millones de dólares, y muchos centros están detrás de esta tecnología", argumentó el ingeniero.

El anuncio de los investigadores de Minas hace parte de una tendencia creciente en Brasil: las inversiones en tecnologías limpias.

La Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep), empresa estatal vinculada al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, puso a andar el año pasado el Programa Brasil Sustentable, que va a distribuir unos 10 millones de dólares en líneas de crédito para iniciativas que consideren la preservación de los recursos naturales.

Según la Finep, el programa responde a una demanda percibida por la institución, que en los últimos ocho años destinó 2,3 millones de dólares a 480 proyectos con alguna característica verde, 25 por ciento de ellos concebidos para generar energías limpias.

Para el profesor y doctor en administración de empresas André Pereira de Carvalho, el aumento de recursos en este tipo de investigación obedece a que tanto los fondos privados de inversión como las instituciones públicas perciben que esta es un área lucrativa.

"Estas organizaciones evalúan principalmente que el producto sea bueno, que tenga una fórmula difícil de copiar y que posea potencial para producirse a gran escala. Eso vale para cualquier inversión, sea una empresa de tecnologías de la información o de tecnologías verdes", dijo a Tierramérica el profesor Carvalho, que ha coordinado estudios sobre innovación para la sostenibilidad.

Pero, si se lo compara con Estados Unidos, Japón o Alemania, Brasil está en pañales en materia de negocios verdes, aunque promete aprender a caminar a gran velocidad.

"Hace algunos años el emprendedor que quería invertir en este sector hallaba muchas más dificultades. Hoy existe todavía la desconfianza de mirarlo como un mercado más costoso y de nicho, pero ya es más sencillo obtener financiación", subrayó.

* Este artículo fue publicado originalmente el 9 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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