«Ahora hay más información y más ideas de cómo protegerse. Le dicen a una que debe estar debajo de la mesa o de un escritorio», relató Rosa De León, del noroccidental departamento de San Marcos, sobre el sismo de 7,2 grados en la escala de Richter que estremeció Guatemala hace casi una semana.
Avances en las comunicaciones telefonía celular, Internet y red vial y mayor acceso a información sobre riesgos ayudaron a amortiguar la catástrofe, según fuentes consultadas por IPS.
De León, de 63 años, hacía compras en un mercado el miércoles 7 a las 10:35, hora local (16:35 GMT), cuando la sorprendió el terremoto y corrió para protegerse. "Toda la gente corría y los canastos de verdura volaban", recordó con angustia.
Al llegar a su casa, encontró paredes agrietadas, un muro derrumbado, trastos rotos en el piso, pero ella y sus dos hijos salieron ilesos.
El movimiento telúrico el más fuerte que experimenta este país montañoso y volcánico desde 1976 dejó 42 muertos, 155 heridos, más de 20.300 damnificados y 9.400 viviendas dañadas, según la gubernamental Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres.
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Fue inevitable rememorar otro miércoles, el del 4 de febrero de 1976, cuando a las 03:00 de la madrugada un sismo de 7,5 grados causó más de 20.000 muertos y derrumbó las viviendas de más de un millón de habitantes.
Desde entonces "se ha fortalecido la institucionalidad en el tema y se está logrando mayor coordinación interinstitucional, empezando por los tomadores de decisión", dijo a IPS la especialista Olga Cerritos, de la no gubernamental Fundación Esperanza y Fraternidad, que trabaja en gestión de riesgos.
"En 1976 ninguno de nosotros estábamos informados de lo que podía suceder, aunque todavía debemos involucrarnos más en el tema sismos, pues hemos hablado más sobre inundaciones, deslizamientos e incendios" en este país vulnerable a los desastres naturales, indicó.
"Esta vez, la comunicación telefónica se paralizó por un momento, pero la comunicación electrónica siguió funcionando y por ahí se supo todo lo que estaba pasando casi en tiempo real, lo que sirvió para que viniera la ayuda", relató.
Según la Unión Internacional de las Telecomunicaciones, Guatemala, con 15 millones de habitantes, pasó de 65.000 usuarios de Internet en 2000 a 2,28 millones en 2010.
Y en 2011, por cada 100 personas había 140 teléfonos móviles, según el Banco Mundial.
"La tecnología de que se dispone hoy nos permite mejor acceso con mediciones, previsiones y manejo de cierta dimensionalidad del evento", dijo a IPS el oficial de monitoreo de la Coordinadora Nacional para la Prevención de Desastres, José Toledo.
"Esto nos permite conocer rápidamente muchos aspectos que son consecuencia de un evento sísmico, como personas heridas, fallecidas, daños estructurales, red vial y de servicios públicos", añadió.
Asimismo, son importantes los avances en la ampliación de la red vial y de servicios de salud.
Toledo, de 70 años, vivió el terremoto de 1976 y recuerda que "lo más sofisticado" que había para comunicarse eran los radiotransmisores y "eran bastante limitados, mientras que la computación aplicada a la gestión de riesgos era desconocida".
También valoró las acciones para fomentar la cultura de desastres: campañas de comunicación, simulacros y conferencias de expertos, si bien admitió: "Nuestras comunidades pronto olvidan".
Por otra parte, el terremoto de este mes fue menos poderoso que el de 1976.
La diferencia de 0,3 en la escala de Richter parece pequeña, pero es bastante importante, dijo a IPS el científico José Escribá, presidente de la Sociedad Geológica de Guatemala.
Además, "el epicentro del sismo del 7 de noviembre fue en el Pacífico, mientras que el del terremoto de 1976 se situó en tierra, en el departamento nororiental de Izabal, y afectó a todo el territorio nacional", explicó.
El impacto del último sismo, que se sintió principalmente en el departamento de San Marcos, sudoeste del país, también fue amplificado por construcciones que no siguen lineamientos antisísmicos o por materiales mal empleados, según el geólogo.
Las construcciones de concreto y hierro afectadas a menudo no se erigieron bajo esas normas. "Hay casas bien diseñadas para dos pisos, pero les ponen cuatro; y a las de adobe, que no están reforzadas, les ponen techos de teja, que es demasiado peso", ejemplificó.
El experto urgió al gobierno central y a las municipalidades a informar, regular y supervisar las construcciones para evitar tragedias e instó a las universidades a investigar sobre las posibilidades del adobe en la construcción segura, pues este material es muy utilizado por las familias más pobres.
Cincuenta y cuatro por ciento de la población guatemalteca es pobre, y 13 por ciento es indigente.
En este país ocurren entre 800 y 8.000 sismos por año, la mayoría imperceptibles, dijo a IPS el experto Luis Arriola, del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología.
De hecho, hasta el lunes 12 se habían registrado más de 70 réplicas en la región de San Marcos.
Por eso valoró la realización de campañas para fomentar la cultura de prevención del riesgo, pero lamentó que "la gente quiera aprender muy poco, y rápido se le olvida".