La muerte de Meles Zenawi, quien lideró Etiopía durante 21 años, generó incertidumbre en una de las naciones no petroleras de más rápido crecimiento de África, lo cual podría frenar las inversiones.
Meles, presidente entre 1991 y 1995 y primer ministro desde 1995 hasta su fallecimiento en agosto pasado, consideraba que las inversiones extranjeras directas (IED) eran la clave para el desarrollo de su país.
Su enfoque permitió que la economía etíope dejara de ser completamente dependiente de las exportaciones de materias primas agrícolas para pasar a, por ejemplo, desarrollar una industria propia.
"Sin Meles, Etiopía tendrá que luchar para controlar la inestabilidad (étnica y religiosa) que podría rápidamente propagarse al resto de la región", alertó en un informe el centro de estudios independiente Grupo Internacional de Crisis, con sede en Bruselas.
Según el Banco Nacional de Etiopía, las IED en este país pasaron de 150 millones de dólares en 2005 a 1.100 millones en 2010. Para obtener divisas, Meles canalizó las inversiones en sectores orientados a las exportaciones, como la floricultura, la horticultura, los textiles y los cueros.
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De esta manera, los ingresos de divisas crecieron 15 por ciento el año pasado, llegando a los 3.200 millones de dólares, según el Ministerio de Comercio.
Además, el gobierno se propuso duplicar las exportaciones para 2015 con una mayor contribución de los minerales y de los bienes manufacturados.
Pero Getachew Begashaw, profesor de economía en el Colegio Harper en la nororiental ciudad estadounidense Chicago, cuestionó hasta qué grado las IED se habían traducido en empleos y en una mejor calidad de vida para los habitantes de este país del Cuerno de África.
"Etiopía tiene el menor PIB (producto interno bruto) por habitante (solo 351 dólares) de África Se ubica entre los últimos países (del continente) en lo que refiere a índices de desarrollo humano y prosperidad", dijo a IPS.
"El clima político en el país no es propicio para las inversiones. El grado de abusos a los derechos no permite que haya sensación de seguridad económica. La falta de un ambiente libre y seguro desalienta las sólidas iniciativas económicas. Y la actual incertidumbre tras la muerte (de Meles) podría frenar las inversiones", alertó.
En sus discursos, Meles siempre subrayó su visión de que una suerte de capitalismo proteccionista podía beneficiar a Etiopía.
Aunque usó las IED para promover una transformación económica, también quería crear una plataforma productiva nacional competitiva. Temía además que un liberalismo a ultranza socavara esa meta y redujera las chances de eliminar pobreza.
Meles mantuvo un monopolio estatal en las telecomunicaciones y prohibió los bancos extranjeros.
Este enfoque le granjeó la afinidad de China. Entidades bancarias y empresas de ese gigante asiático financiaron la construcción de carreteras y represas etíopes, para luego volcarse a la industria del cuero y del calzado.
Según un informe del Fondo Monetario Internacional, las firmas chinas son atraídas por la mano de obra barata etíope, las grandes porciones de tierra y un creciente mercado de 94 millones de habitantes.
Compañías chinas, como la fabricante de zapatos Huajian, se reubican ahora en Etiopía para escapar de los altos costos de producción en su país de origen. La empresa también se vio atraída por la industria ganadera etíope, una de las más grandes de África.
La firma podría generar 4.000 millones de dólares en exportaciones al año, según el último informe de Bloomberg.
Las empresas chinas han invertido 900 millones de dólares en el país, según la Agencia de Inversiones de Etiopía.
Las firmas extranjeras también están interesándose por el sector servicios etíope. Este año, el principal grupo hotelero en Europa, el Carlson Rezidor Hotel Group, se hizo presente en este país, al que pretende usar como plataforma para África.
También este año, la firma estadounidense Schulze Global Investments anunció la creación de un fondo por 100 millones de dólares para Etiopía, el primer esquema privado enfocado directamente en esta nación.
El fondo invertirá en diversos sectores, como los agronegocios, la producción de cemento, la atención médica y los recursos naturales.
Las políticas económicas de Meles mejoraron las relaciones bilaterales con algunos países.
Por ejemplo, la oficina de Comercio e Industria de Gran Bretaña (UKTI, por sus siglas en inglés) tiene motivos para estar entusiasmada: las exportaciones de productos británicos a Etiopía se cuadruplicaron en los últimos cinco años, en tanto que las compras del país europeo a esta nación africana se duplicaron.
Por su parte, las compañías de la bebida Diageo y Heineken hicieron inversiones combinadas por 400 millones de dólares en 2011, una sólida evidencia de que las firmas occidentales comienzan a seguir el paso de las chinas, indias y de Medio Oriente, indicó Zemedeneh Negatu, accionista gerente de la empresa de servicios personales Ernst and Young en África oriental.
"Las IED crecen rápidamente, y Etiopía podría recibir entre 1.500 millones y 2.000 millones cada año hasta 2015, sin contar posibles inversiones adicionales en el sector del petróleo y del gas", dijo a IPS.
A pesar de que los inversores aún afrontan problemas como los altos costos del transporte y los engorrosos procedimientos aduaneros, Etiopía se ubicó en el puesto 111 de la lista de 183 países incluida en el estudio anual "Doing Business" (Haciendo negocios) del Banco Mundial, por encima de naciones emergentes como Brasil e India.
Cuatro compañías británicas se encuentran en una avanzada etapa de exploración de petróleo y gas, según Dessalegn Yigzaw, de UKTI. Nyota Minerals prevé invertir 200 millones de dólares para desarrollar una mina de oro en Tulu Kapi una vez que obtenga la licencia a fines de este año.
Las reservas de oro podrían ser de unas 500 toneladas, según un reciente informe. Si las firmas Allana Potash Corp., de Canadá, South West Energy, de Etiopía, o Tullow Oil, con sede en Londres, encuentran depósitos de oro, gas o potasa, invertirán miles de millones de dólares para explotarlos.
Un área de especial controversia ha sido la política agrícola del gobierno. En 2008, la compañía india Karuturi obtuvo 100.000 hectáreas en una provincia cercana a la frontera con Sudán del Sur para cultivar maíz, arroz, aceite de palma, azúcar y otros productos.
Críticos señalan que este país, dependiente de la ayuda alimentaria internacional, no debería exportar este tipo de productos. Pero el gobierno insiste en que las inversiones como las de Karuturi generarán empleos y experiencia, además de fortalecer la frágil reserva de divisas.