En una parcela a pocos kilómetros de la sureña ciudad española de Málaga crecen 2.000 plantines de stevia, un arbusto herbáceo que los indígenas guaraníes usaron durante siglos como endulzante natural y que despierta cada vez más interés en España.
La stevia (Stevia rebaudiana bertoni), estevia o hierba dulce, como la llamaban los guaraníes, es originaria de la cordillera de Amambay, entre Paraguay y Brasil.
Los glucósidos extraídos de la planta, esteviósido y rebaudiósido A, endulzan 300 veces más que el azúcar, no tienen calorías y son aptos para diabéticos, según varios estudios.
"Esta parcela es una prueba piloto para ver cómo evoluciona, recopilar nuestros propios datos y ganar experiencia", describe Diego López, del Movimiento de Desempleados de Málaga, que promueve el proyecto entre personas sin trabajo.
China es el mayor productor y consumidor mundial de esta alternativa a los edulcorantes artificiales. También es origen de la mayor parte de los extractos de la planta que se exportan a otros países, confirma la Asociación Europea de la Estevia (Eustas, por sus siglas en inglés).
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La stevia se cultiva también en grandes extensiones en Paraguay, Colombia y Chile. Y en España comienza a haber plantaciones.
Mientras riega al caer la tarde un terreno de unos 300 metros cuadrados, López, licenciado en ciencias del mar, asegura que "la stevia tiene más potencial del que parece". Este proyecto, cree, puede animar a agricultores de la provincia a lanzarse a la siembra.
Hace algunos años, la stevia se circunscribía a determinados colectivos de la población española, como los diabéticos. "Saltó al gran público" en 2011, cuando se autorizó su comercialización como aditivo en distintos alimentos, explica a Tierramérica el miembro de Eustas, José Cruz Cavero.
El 2 de diciembre del año pasado, la Comisión Europea autorizó el uso de los glucósidos de steviol extraídos de las hojas como ingrediente alimentario.
Eustas, una entidad sin ánimo de lucro que reúne a académicos, empresas fabricantes e importadoras, fue el primer solicitante de la admisión de la stevia como aditivo alimentario, el 26 de septiembre de 2007, ante la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.
A raíz de esta aprobación, las corporaciones estadounidenses Coca Cola y Cargill registraron una veintena de patentes para usar los extractos de stevia en sus productos.
Mediante una alianza de distribución con Cargill, Azucarera Española introdujo este año al mercado de este país el endulzante de mesa Truvía, que tiene apenas uno por ciento de extracto de stevia y el resto es eritritol, un polialcohol edulcorante.
El resultado de la extracción de los glucósidos de la planta debe ser un producto con un contenido mínimo de 95 por ciento de steviósido, según las normas aprobadas por la Unión Europea, señala a Tierramérica el químico Andrés García-Granados, de la empresa SteviGran y profesor en la Universidad de Granada.
SteviGran, fundada en 2010, tiene plantaciones en el centro paraguayo y en Granada, sureste español, ha desarrollado una biofábrica "para producir plantines de forma masiva" y cuenta con una veintena de productos derivados, dice García-Granados.
"La demanda de stevia es explosiva", destaca Miguel Arrillaga, dueño de la empresa malagueña De Pr1mera, que cuenta con unos dos millones de plantas en varias poblaciones del sur español y factura mensualmente más de 26.000 dólares con la venta de hoja seca, extracto líquido y en polvo, cápsulas y mermeladas.
De Pr1mera tiene 11 meses de andadura y unas 15 hectáreas plantadas de stevia, pero importa el extracto en polvo de China y Paraguay. "El próximo paso es instalar una planta de extracción de steviósido en el sur, y con un procedimiento ecológico", dice Arrillaga, un ingeniero de telecomunicaciones.
En una cafetería, el empresario sujeta unos sobres de azúcar y vaticina que pronto se sustituirán por stevia, "porque tenemos alternativas naturales a las impuestas por las multinacionales de la alimentación" y hay nuevas tendencias de consumo.
La comercialización europea de hojas secas de stevia como nuevo alimento, por ejemplo en sobres para hacer infusiones, todavía no está autorizada.
Esta solicitud, que se presentó en julio de 2007 al Comité Científico de la Alimentación Humana de la Comisión Europea, "está estancada", dice Mónica Lorenzo, de la empresa Anagalide, integrante de Eustas.
Pero es posible encontrar bolsas de hojas secas en herboristerías y escaparates de tiendas en Internet. Varios estudios avalan su efecto benéfico en la diabetes y la hipertensión y su poder antioxidante y bactericida.
Arrillaga cree "ridículo" que no se haya admitido la venta de las hojas como alimento, pero sí el extracto como aditivo alimentario, lo que a su juicio beneficia a las grandes empresas.
"Es la hierba de los diabéticos", dice a Tierramérica la encargada de una floristería en el centro de Málaga señalando varias macetas en las que crece stevia en la puerta de su tienda.
La gerenta de la Federación de Diabéticos Españoles, Mercedes Maderuelo, asegura que la stevia, "por ser acalórica y no contener grasas saturadas es una alternativa al edulcorante artificial que ha sido bien aceptada por este colectivo" de más de 5,3 millones de personas.
Lorenzo apunta que "el extracto verde tiene un mayor efecto en ayudar a regular los niveles de insulina en la sangre".
Los expertos consultados coinciden en que la stevia cristalizada procedente de China no es segura. "He llegado a encontrar metales como plomo o pesticidas", señala el químico García-Granados.
"Hay muchísima stevia en el mercado, pero poca es adecuada y a veces de mala calidad. Es este el principal problema", advierte Lorenzo. Eustas aspira a crear un banco de genes internacional que reúna información y pueda ser "material de uso para personas que quieran cultivar".
* Este artículo fue publicado originalmente el 22 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.