Contrabando vela oportunidades en frontera colombo-venezolana

La cuenta es sencilla: un litro de gasolina en Colombia cuesta 62 veces más que en Venezuela, y esa diferencia es el combustible que aviva dificultades y delitos en una frontera cuyos dirigentes ven, por encima de los obstáculos, como tierra de oportunidades.

"Lo que gano como cauchero no me alcanza, tengo cuatro muchachos", expone Trino L. a IPS mientras asegura un parche en el caucho (neumático) que repara en un punto carretero del estado de Táchira, en el sudoeste venezolano y lindero con el departamento colombiano de Norte de Santander.

"Si como cauchero consigo 3.000 bolívares mensuales (700 dólares al cambio oficial, 250 si los cambia en Colombia), pasando gasolina puedo conseguir dos, tres o cuatro veces esa cantidad, todo depende de lo que deje por el camino", dice Trino en referencia a los sobornos que deba pagar por esa actividad.

Táchira y Norte de Santander están cruzados por el ramal oriental de la Cordillera de los Andes. La región colombiana en su norte, y la venezolana al norte y sudeste, tienen ricas planicies fluviales.

Hay pocos pasos carreteros, y el principal comunica a la ciudad venezolana de San Antonio con Cúcuta, capital del departamento colombiano.
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Cuando se pasa el puente internacional Simón Bolívar –a pie, en automóvil o en bicicleta, sin obligación de mostrar documentos y con escasas requisas– aparecen del lado colombiano los "pimpineros", vendedores minoristas de gasolina que trasiegan el combustible en plena vía y sin mayor seguridad, desde sus pequeños recipientes plásticos.

"A mí me entrega la gasolina un mayorista; él la trae de Venezuela, yo no sé cómo, eso no es asunto mío, si en el lado venezolano hay algo ilegal, aquí no, somos miles los que vivimos de esto", comenta a IPS el joven pimpinero Luis Duque, que almacena varios miles de litros en la trastienda de un pequeño negocio de víveres.

"La diferencia de precios es lo fundamental. El gobierno dispuso controlar el expendio minorista en todo Táchira, pero ¿quién controla a los mayoristas? Es responsabilidad de PDVSA (el grupo estatal Petróleos de Venezuela) y de la Fuerza Armada que vigila la frontera", dice en una reunión con corresponsales el gobernador regional César Pérez Vivas, un democristiano opositor al gobierno nacional del presidente Hugo Chávez.

El año pasado, el gobierno dispuso un sistema automatizado para el despacho de combustible en Táchira. Las estaciones autorizadas venden gasolina a los vehículos que tengan un código de barras en el parabrisas, vinculado a una base de datos que indica el cupo asignado a cada uno.

Ese cupo, determinado por las autoridades para vehículos particulares, taxis, de pasajeros o de carga, genera quejas y es tildado de arbitrario y discriminatorio, pues solo rige para Táchira.

Sonia Medina, directora de desarrollo económico de la gobernación, subraya que "los controles y racionamiento de gasolina a los consumidores no han mejorado la calidad de vida de nuestro pueblo y el contrabando mayorista sigue. No se detendrá mientras la diferencia de precios sea de 62 a uno".

Un galón (3,8 litros) de gasolina cuesta en Colombia el equivalente a 4,92 dólares. En Venezuela, apenas ocho centavos, en virtud de los fuertes subsidios que hacen del combustible de este país petrolero uno de los más baratos del mundo.

Del lado colombiano, Cristian Buitrago, gobernador encargado de Norte de Santander, coincide en que "lo que pesa es el hecho de que la gasolina venezolana es mucho más económica. Lo que de un lado puede verse como contrabando, también puede apreciarse como costo de oportunidad".

José Miguel González, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta, advierte que "tenemos una población con un nivel educativo muy bajo, aunque su competitividad sea muy alta. El diferencial de precios permite ganancias de 1.000 por ciento al contrabandear gasolina".

"'Cascareros' se llamaba, en tiempos de la colonia española, a los contrabandistas de la zona. Desde entonces hay una cultura del contrabando. Ahora no solamente de gasolina, sino de alimentos y medicinas subsidiadas en nuestro país", apunta Javier Sánchez, dirigente en Táchira del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela.

Esa diferencia de precios "permite a los contrabandistas sobornar a quien deban sobornar. La gente del lado colombiano resuelve así un problema social, de desempleo. Nosotros necesitamos políticas nacionales, incluidas las de vigilancia militar, que consideren adecuadamente al Táchira como un estado fronterizo", sostiene Sánchez.

Jesús Berro, director de la policía regional de Táchira, explica que "esta es una zona con una gran cantidad de ilícitos, incluida la legitimación de capitales, que le dan vida a una variedad de grupos delincuenciales. Se ha incrementado la figura del sicariato".

La ola de delitos angustia a Luis Hernández, presidente de la Asociación de Ganaderos de Táchira. "El principal problema nuestro es la inseguridad. Tenemos en la región grupos armados al margen de la ley, secuestradores, narcotraficantes, guerrillas colombianas y venezolanas, y paramilitares de Colombia y Venezuela", señala.

"Padecemos dos tipos de criminalidad: la ordinaria, producto de la descomposición social que ha vivido Venezuela, y la fronteriza, del hecho de ser frontera con el cúmulo de conflictos padecidos por Colombia y de contar con una economía asimétrica que genera bandas, obviamente dedicadas a todo lo ilícito", afirma el gobernador Pérez Vivas.

Pese a que se acumulan problemas, Táchira "tiene un gran potencial como polo de comercio fronterizo, como región agrícola, ganadera, agroindustrial, minera (carbón, fosfatos) y como emporio turístico", según el gobernador.

Del otro lado, en Norte de Santander "consideramos que ser frontera es un privilegio. Tiene ventajas comparativas aunque traiga dificultades, y es nuestra oportunidad. En el pasado apostamos a la actividad comercial, nos descuidamos con la industrial y debemos superar ese rezago", dice Buitrago.

"Norte de Santander tiene potencial agrícola, minero (petróleo, gas y carbón) y 21 municipios apropiados para el turismo de naturaleza. Pero con epicentro en Cúcuta, de 1,3 millones de habitantes, es básicamente una región de servicios asociada a los ciclos económicos de Venezuela", expone el comerciante González.

San Cristóbal, la capital tachirense, "tiene en su área metropolitana un millón de habitantes y la proyectamos como ciudad hermanada con Cúcuta y epicentro de la oferta de bienes y servicios en la frontera, incluyendo los de educación y salud", afirma Daniel Ceballos, candidato a alcalde por la alianza opositora Mesa de Unidad Democrática.

"Al fin y al cabo, más de la mitad de la gente de Táchira tiene vínculos con Norte de Santander, y gran parte de la gente de esa zona colombiana con la gente de acá", dice el obispo católico de Táchira, Mario Moronta, resumiendo el coro de voces que apuestan por oportunidades que superen los problemas. "Aunque lo vean diferente en Bogotá y en Caracas, así ha sido y seguirá siendo".

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