Las otras voces de Río+20

En las manifestaciones que marcan Río+20, el desagrado general con el resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible se abrió en un abanico de reclamos, expresividad y culturas.

Río de Janeiro acoge 20 años después de la Cumbre de la Tierra una nueva cita, destinada a tomar medidas que frenen el deterioro ambiental, en que participan unos 130 jefes de Estado y de gobierno entre el miércoles 20 y el viernes 22. Una Cumbre de los Pueblos reúne en paralelo a decenas de miles de la sociedad civil del mundo.

Viudas cariocas

En medio de la variedad cromática de una manifestación interétnica, un grupo de mujeres llama la atención por sus vestidos y anteojos negros. Lloran desconsoladamente sobre un ataúd cerrado donde hace poco agonizó el muerto que todas comparten. ¿Quién murió? les pregunta TerraViva. "La política ambiental", responden a coro.

Son empleadas del gobierno de Brasil que decidieron con humor negro expresar su repudio por una muerte que, como agravante, consideran violenta.
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"El asesino fue el poder económico, esa fórmula de desarrollo que Brasil y otros países aplican a costa del ambiente, y que ha destruido la política ambiental, las poblaciones tradicionales, los bosques, la pesca artesanal", dice una de ellas.

Grito de guerra contra mercaderes de la naturaleza

La ciudad gris con edificios altos y pocos árboles contrasta con los atuendos, plumajes y pinturas coloridas de un grupo de indígenas del norteño estado de Acre. Pero si no se detiene la devastación de su medio, la selva amazónica, no faltará mucho para que el paisaje urbano desolador se reitere en sus tierras.

"El gobierno brasileño quiere vender nuestra naturaleza y tierras, nuestra floresta. Está acabando con los ríos, los animales, con el pueblo de la selva", dijo a TerraViva el indígena Jaminawá Junikuin.

Los nativos presentaron en la Cumbre de los Pueblos el documento "El Acre que los mercaderes de la naturaleza esconden", una denuncia contra la destrucción ambiental en ese estado brasileño.

Un tanque que mata el hambre

Un tanque cubierto de panes avanza amenazante entre los manifestantes. Pero su cañón tiene un blanco altruista: matar el hambre del mundo.

El "tanque de pan" es la alegoría escogida por la Campaña por el Desarme, un movimiento apoyado por el no gubernamental World Future Council, que fue mostrado en la "favela" de Santa Marta el martes 19, también hace parte de la marcha que busca mostrar la importancia de invertir en alimentos y no en armas.

"Todo el dinero invertido por los gobiernos en guerra podría destinarse a alimentos y combatir el hambre", dice Paulo Otaviano a TerraViva.

La carrera de los nativos xavante

Una veintena de indígenas xavante corría en sentido contrario de la marcha cargando troncos bajo sus brazos, y asustaron a algunos desprevenidos transeúntes.

Pero mayor es el temor de esos nativos del occidental estado de Mato Grosso al ver desaparecer sus bosques a un ritmo más vertiginoso que su tradicional "carrera de troncos".

Uno de los ancianos de la aldea Marãiwatsédé, Luiz Tero, denunció a TerraViva que los hacendados están "robando sus tierras".

Francisco Tererico, más joven, explicó que los hacendados llevaron enfermedades, como la diarrea, y plantan soja donde ellos plantaban maíz, entre otros cultivos que son la base de su alimentación.

Detrás de los indígenas que bailan y entonan cánticos, una torre gigante y espejada, la Manhattan Tower, sede de grandes empresas, se muestra como la fantasía ilusoria de un mundo nuevo.

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