La integración energética de América del Sur será una realidad «a mediano o largo plazo», impulsada por la hidroelectricidad y aprovechando la experiencia de Brasil, vaticina Altino Ventura Filho, secretario de Planificación del Ministerio de Minas y Energía de este país.
La promoción del sistema integrado regional, que sería "un ejemplo para el mundo", hace parte de la política de Brasil, según dijo Ventura Filho en la Segunda Cumbre Latinoamericana de Hidroelectricidad, celebrada en la sureña ciudad de São Paulo los días 9 y 10 de este mes, por Business News Americas, una empresa de información económica con sede en Santiago de Chile.
Ese proceso ya empezó por el Mercado Común del Sur (Mercosur, bloque de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), con proyectos binacionales e interconexiones que "evitan conflictos" y propician mayor seguridad energética y reducción de costos, compensando con creces las inversiones en líneas de transmisión y plantas de conexión, según Ventura Filho.
Brasil prevé concluir una integración plena con Uruguay en 2013. Con Argentina habrá un gran avance con la construcción de dos centrales hidroeléctricas binacionales, Garabí y Panambí, sobre el fronterizo y trinacional río Uruguay, que sumarán 2.200 megavatios de capacidad antes de que termine la década.
Uruguay estará listo para la conexión total en noviembre de 2013, aseguró Gonzalo Casaravilla, presidente de la estatal Administración Nacional de Usinas y Transmisiones Eléctricas de ese país.
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Así se reducirá la vulnerabilidad del sistema uruguayo que, al depender de la hidroelectricidad generada en solo dos ríos, sufre duramente el impacto de la escasez de lluvias, pues debe elevar su importación de hidrocarburos, observó.
Las conexiones ya existentes entre Brasil y Uruguay son parciales, ahora se trata de reforzarlas al punto de unir los sistemas nacionales. "En el invierno necesitamos energía de Brasil y en la primavera la ofrecemos", explicó Casaravilla. Él prevé una buena reducción de costos para suministrar electricidad a la población de ese país, de 3,3 millones de habitantes.
América del Sur, "única región con autosuficiencia energética", por su abundancia de ríos, petróleo, gas, vientos y sol, puede optimizar sus recursos, al promover una integración en la electricidad, a partir de dos "arcos" de interconexión, propuso Sinval Zaidan Gama, superintendente de operaciones en el exterior de la empresa estatal brasileña Eletrobras.
El Arco Norte comprende Guyana, Guayana Francesa y Suriname, pequeños territorios del extremo septentrional volcados al mar Caribe. Se trata de integrarlos a América del Sur, desarrollando sus grandes potencialidades hidroeléctricas e interconectándolos, según Gama. Como consumen poca energía, generarían muchos excedentes para exportar a sus vecinos.
El Arco Virtual Sur tendría mayor peso en la integración regional, pues abarcaría a grandes países, ricos en recursos hídricos, como los del Mercosur y los andinos.
Elevar los aprovechamientos de ríos en Perú podría servir para alimentar su región sureña, menos desarrollada y carente de energía, a la vez de atender el norte del vecino Chile.
Sería "un buen proyecto para ambos países", y se trataría también de "limpiar la matriz energética de Chile", especialmente en su zona norte, donde predominan los combustibles fósiles, arguyó Gama.
Chile, por su lado, podría exportar a Argentina la hidroelectricidad de sus ríos australes. La transmisión sería más barata y eficiente, con líneas de unos 200 kilómetros de extensión, en lugar de los miles de kilómetros que deben tenderse para llegar a los grandes centros consumidores nacionales, destaca el ejecutivo de Eletrobras.
De hecho, Chile se vería muy beneficiado por esas interconexiones, ya que su potencial hidroeléctrico se concentra en el sur y su mayor demanda en el centro, en torno de su capital, Santiago, situada a unos 2.000 kilómetros de distancia, y en el norte minero, más lejano aún, corroboró a IPS el subgerente de estudios de nuevas tecnologías de la empresa privada de transmisión Transelec, Gabriel Olguín.
La transmisión constituye el gran déficit del sistema eléctrico chileno, admitió. Ese país geográficamente singular, estrecho y muy alargado de norte a sur, encarece esa actividad al exigir un tronco muy largo.
Entre los países del Mercosur, las interconexiones están más avanzadas, con acuerdos de intercambio y centrales hidroeléctricas binacionales como Itaipú, que Brasil comparte con Paraguay, Yaciretá, que es argentino-paraguaya, y Salto Grande, la primera construida por dos países sudamericanos asociados, Argentina y Uruguay, en la década del 70.
"Construir una hidroeléctrica ya es difícil dentro de un país", más aún si exige un acuerdo entre dos estados, lo que requiere respetar regulaciones y autonomías nacionales, pero se trata de "un seguro natural" y de una forma "inteligente" de hacer uso más sustentable de los recursos, sostuvo Gama.
Eletrobras coordina 117 empresas estatales brasileñas y aún controla gran parte de la generación, transmisión y distribución de electricidad en este país, que es el más grande de América del Sur. Perdió fuerza en el período de privatización de la década del 90, pero el gobierno decidió fortalecerla en los últimos años para actuar en el exterior, entre otros objetivos.
La empresa ya está presente con 42 proyectos en 16 países, pero "muchos son embrionarios", y apenas entre 30 y 40 por ciento se concretarían, admitió su superintendente de operaciones en el exterior.
Brasil desarrolló un sistema integrado nacional que interconecta sus generadoras y distribuidoras de electricidad en todo el país, a excepción de unas pocas áreas aisladas, como el norte amazónico, en parte abastecido por Venezuela. Eso permite un ahorro de 20 por ciento en generación, estimó el secretario de Planificación del Ministerio de Minas y Energía.
Esos beneficios se extenderán a América del Sur, cuya "vocación natural" es atender entre 65 y 70 por ciento de su demanda eléctrica por fuentes hídricas, sostuvo Ventura Filho.
La hidroelectricidad tiene una ventaja poco mencionada: sus inversiones se amortizan durante el período de concesión de una central, que es de 30 años en el caso de Brasil. Después, en los muchos años restantes de vida útil, los gastos de operación y mantenimiento son muy bajos, lo que abarata la energía para toda la sociedad durante décadas, señaló. Hay centrales que ya operan hace más de un siglo.
Pero los proyectos binacionales no necesariamente benefician a los dos socios. Itaipú, la mayor central de la región, hizo de Paraguay un país rico en una hidroelectricidad que sin embargo casi no disfruta, 28 años después de la inauguración de esa gigantesca hidroeléctrica.
Aun ahora la participación de esa fuente en la matriz eléctrica paraguaya se limita a 14 por ciento, informó Carlos Colombo Cuevas, coordinador del Comité Gestor del Sistema de Transmisión que se está construyendo para llevar electricidad de Itaipú a la Gran Asunción por una línea de 348 kilómetros que se terminará de tender en 2013.
La línea, que costará 555 millones de dólares financiados por un fondo del Mercosur y la misma Itaipú, inaugurará "una nueva era" en Paraguay, pues permitirá su industrialización, mejorar la calidad de vida de la población y sostener el crecimiento económico del país, que en 2010 fue de 15 por ciento.
Ese tendido no se construyó antes porque "faltó una política de Estado", dijo Colombo a IPS. Eso ha impedido al país aprovechar mejor su parte, la mitad de los 14.000 megavatios de capacidad de Itaipú, para impulsar su desarrollo.