Europa: Llegó la hora de la esperanza

Conozco al presidente electo Francois Hollande desde los tiempos de su antecesor y amigo mío Francois Mitterrand. Tiene una amplia visión. Es la personalidad que Francia necesita para salir de la crisis y emprender una política de recuperación económica y social. Pero su triunfo en el segundo turno electoral del domingo 6 de abril va mucho más allá: es la clamorosa confirmación de precedentes e inequívocas señales de que Europa ha comprobado el fracaso de la ideología neoliberal y está cambiando de rumbo.

Los europeos de varios Estados han percibido, finalmente, que las políticas de austeridad impuestas para agradar a los mercados usurarios, nos estaban conduciendo por mal camino. Han empujado a los países europeos y a la zona del euro hacia la disgregación y la decadencia.

La canciller Angela Merkel ha debido advertir que sus socios europeos no solo se resisten a obedecerle -como sucede desde hace tres años- sino que han comenzado a conspirar contra su política y tratan de contrarrestar la recesión, que paraliza la economía real y favorece la virtual, aumentando el desempleo de manera socialmente inaceptable.

Se hace necesario poner vallas a esta crisis recesiva in crescendo, que sacude a un país tras otro. Ya no castiga solo a Grecia, Irlanda y Portugal, las pimeras víctimas de los mercados y de las peligrosas agencias de calificación. También están en la mira países grandes como España, Italia y Francia, y países ricos pero pequeños, como Holanda, cuyo gobierno cayó, y Rumania, donde el gobierno depuesto fue sustituido por un ejecutivo socialista. También comienzan a afrontar dificultades Eslovaquia, Eslovenia, la República Checa y hasta Finlandia.

En este contexto, el ascenso de Hollande a la presidencia de Francia inclina hacia la izquierda el fiel de la balanza europea.

Deshecho el eje que había forjado con el presidente saliente Nicolas Sarkozy, la canciller alemana Angela Merkel, enfrentada a problemas internos que están empeorando y al crecimiento de la oposición -tanto socialdemócrata como verde- parece obvio que tendrá que cambiar de política y buscar un entendimiento con Hollande.

El viraje que impulsa la victoria en Francia, no solo no ha sorprendido a los socialistas europeos, sino que ellos ya estaban preparados para asumirlo. Así lo demuestra la «conspiración» que tuvo lugar en Roma el 19 de abril, con la participación de representantes de partidos socialistas, socialdemócratas y demócratas progresistas de diversos países europeos para analizar la situación y coordinar la acción ante un próximo gobierno socialista francés, que juzgaban más que probable.

Entretanto, no aminora la gravedad del panorama económico europeo y mundial. Recientemente, el Reino Unido ha entrado en recesión por segunda vez desde que estalló la crisis global en 2008. Y Estados Unidos, según las declaraciones del presidente de su banco central, Ben Bernanke, teme el contagio que pueda propagar la recesión europea.

Es una triste ironía que nos propinan la globalización desenfrenada y la ideología neoliberal que desencadenaron la crisis global, precisamente en Estados Unidos, desde donde se transmitió a la Unión Europea y en menor escala a numerosos Estados de otros continentes. Y ahora, los estadounidenses tienen miedo de un reflujo que vuelva a atacar a su economía. Me recuerda el dicho popular: quien siembra vientos, recoge tempestades.

Hollande tuvo el discernimiento político -a diferencia de Sarkozy- de que todos los Estados de la zona euro dependen del futuro de la Unión Europea, que solo puede asegurar un cambio de política a escala continental. Afirmó con toda claridad que tal es la condición para que el proyecto europeo no se encamine hacia la desintegración y a una irremediable decadencia.

Finalmente se reconoce en toda la zona euro -e incluso en el Reino Unido- que la austeridad por sí sola no lleva a ninguna parte. Solo agrava el sufrimiento de los más débiles. Las propias instituciones europeas comienzan a reconocer esta verdad. El presidente europeo Herman von Rompuy convocó por primera vez una reunión cumbre para luchar contra la recesión y el desempleo.

En el mismo sentido, el estadounidense Spencer Oliver, secretario general de la asamblea parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), afirma que «la crisis financiera ha sido provocada por el afán de ganancia de Wall Street» y que para superarla es preciso, como ha demostrado el presidente estadounidense Barack Obama, una firme lucha contra la recesión, el desempleo, y a favor del estado social. Y agrega: «Las críticas deben enjuiciar a los sistemas financieros, a los rescates y a los estímulos que canalizaron ingentes sumas para salvar a muchos banqueros que han sido los primeros responsables de la actual situación».

Esta es la hora de la esperanza, de que la victoria de Hollande se convierta en el impulso para cambiar de paradigma y acabar con la crisis. (FIN/COPYRIGHT IPS)

* Mário Soares, ex presidente y ex primer ministro de Portugal.

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