Sometido al doble impacto de la crisis económica global y el cambio climático, el Caribe insular necesita estrategias de adaptación en las que la cooperación internacional y la participación ciudadana resultan clave, analizó para IPS el experto cubano Ramón Pichs.
El estudioso, subdirector del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial y autor de varios libros y artículos sobre cambio climático y su vinculación con el desarrollo, advirtió en una entrevista que la vulnerabilidad ambiental de esta subregión se ve agravada por la fragilidad de sus economías.
IPS: ¿Cuáles son los principales retos a enfrentar por Cuba y el resto del área caribeña en materia ambiental?
RAMON PICHS: Hay un conjunto de desafíos comunes, que incluyen la propensión a eventos extremos como los huracanes, sequías, estrés hídrico, contaminación de este escenario natural que es el Caribe, pérdida de su biodiversidad y elevación del nivel del mar, que pone en grave peligro a las zonas más bajas de sus costas.
Hay que tener en cuenta además que especialmente los Estados del Caribe insular son extraordinariamente dependientes de los grandes mercados de los países industrializados. Por lo general son importadores de alimentos y petróleo y se han visto muy afectados por el abrupto aumento de los precios de esos estratégicos productos.
La mayoría de estas islas viven del turismo, cuyas instalaciones se ubican preferentemente cerca de los litorales y soportan el impacto de los huracanes e inundaciones, sobre todo si están en zonas bajas.
[related_articles]
También hay que mencionar el blanqueamiento de los corales, importante recurso caribeño que sufre el impacto de las altas temperaturas.
IPS: ¿En ese contexto, qué estrategias conjuntas de adaptación resultan más aconsejables?
RP: Ya existe un conjunto de acciones en ejecución. Por ejemplo, la creación de capacidades de respuesta ante muchos de esos fenómenos climáticos que tienden a ser cada vez más intensos y devastadores. Cuba ha dado un apoyo importante a equipos nacionales no solo del Caribe, sino también de Centroamérica y Sudamérica.
Debemos seguir trabajando en estos temas. También hay que incluir las iniciativas llevadas a cabo en el contexto de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, que buscan reforzar sectores como educación y salud, ambos estratégicos para el desarrollo social sustentable y la adaptación al cambio climático.
Además, habría que destacar la necesidad de acciones de adaptación en otras áreas clave como agricultura, turismo, abastecimiento de agua, protección de litorales y asentamientos humanos, entre otras.
De gran importancia son los sistemas de alerta temprana, en los cuales la experiencia cubana puede ser de mucha utilidad. Es decir, la estrategia de respuesta ante eventos extremos como los huracanes, en que es fundamental la integración entre las distintas instituciones del país.
IPS: ¿Qué se debe tener en cuenta a la hora de diseñar estos programas de adaptación?
RP: Hay tres niveles de análisis: Los esfuerzos nacionales, la integración regional y la cooperación internacional. En el primer caso, habría que avanzar o trabajar mucho más para integrar las dimensiones económicas, sociales y ambientales como parte de las estrategias de desarrollo sostenible.
En este sentido, para los tomadores de decisiones puede ser fundamental el trazado de escenarios socioeconómicos y ambientales ante distintas circunstancias, con el fin de, sobre esa base, diseñar las opciones de políticas que puedan ser más convenientes según las prioridades e intereses de esos países.
Cuando hablo de escenarios no se trata de hacer predicciones, sino pensar en las posibles trayectorias de lo que podría ocurrir y en dependencia de ello decidir cómo actuar en una dirección u otra.
Esos esfuerzos nacionales necesariamente habría que complementarlos con los procesos de integración subregional, como la Comunidad del Caribe, la Caricom, incluso regional, a través de la recién creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
IPS: Mencionaba la cooperación internacional como tercer elemento. ¿Cuál es su papel?
RP: Es un componente clave de las estrategias de respuesta ante los retos ambientales globales, máxime si se tienen en cuenta las grandes brechas de equidad que existen en el mundo actual. Pero esa colaboración debe, en primer lugar, tener en cuenta las prioridades e intereses de desarrollo sostenible en los países receptores.
En segundo lugar, debe estar dirigida a crear capacidades endógenas en los países que reciben esta cooperación, es decir, que cuando se retire la cooperación, queden creadas las condiciones de sostenibilidad de esos proyectos. Por último, que la ayuda prestada contribuya a integrar en lugar de atomizar los esfuerzos nacionales.
IPS: ¿Qué compete a la sociedad civil y sus organizaciones especialmente en proyectos concretos de adaptación al cambio climático?
RP: Cualquier proyecto de adaptación al cambio climático u otros retos ambientales será más exitoso en la medida en que las comunidades donde se desarrolle tengan un adecuado grado de concientización con relación a los problemas que enfrentan. La participación ciudadana es fundamental en este proceso.
En esta capacidad de respuesta interactúan un conjunto de elementos, que incluyen recursos financieros, tecnología, recursos humanos, redes institucionales, voluntad gubernamental y política y presencia de organizaciones sociales como sujetos activos frente a estos procesos.