Turismo responsable en el fin del mundo

Una novedosa iniciativa de turismo responsable en el austral canal de Beagle –paso interoceánico que comunica las aguas del Atlántico y del Pacífico– garantiza la convivencia entre observación y preservación de especies únicas de aves y mamíferos.

Embarcaciones aproximándose a una isla poblada por cormoranes imperiales y de cuello negro. Crédito: Gentileza de Ingrid Lucer/FPN
Embarcaciones aproximándose a una isla poblada por cormoranes imperiales y de cuello negro. Crédito: Gentileza de Ingrid Lucer/FPN
Desde diciembre las embarcaciones de turistas que cumplen con una serie de normas, establecidas para no perturbar a las especies que habitan las islas "del fin del mundo", reciben el distintivo Compromiso Onashaga, una certificación de calidad.

Las islas que emergen en el estrecho que separa los territorios más australes de Argentina y Chile, son Áreas Importantes para la Conservación de Aves, una categoría definida por la entidad conservacionista BirdLife International a zonas de máxima diversidad de estas especies.

Allí nidifican y se reproducen el cormorán imperial (Phalacrocorax atriceps) y el de cuello negro (Phalacrocorax magellanicus), el pingüino patagónico (Spheniscus magellanicus) y el de vincha (Pygoscelis papua), la gaviota cocinera (Larus dominicanus) y la gris (Larus scoresbii), el skúa chileno (Stercorarius chilensis) y el gaviotín sudamericano (Sterna hirundinacea).

También se pueden ver desde las embarcaciones colonias de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens), tapizando a pleno uno de los islotes que salpican este canal cuya anchura oscila entre tres y siete kilómetros.

"La preocupación por regular ciertas prácticas surgió de los mismos dueños de las embarcaciones que recorren el canal con turistas", explicó a Tierramérica el ecologista Nicolás Pincol, de la no gubernamental Fundación Patagonia Natural (FPN).

A bordo de un catamarán que realiza el paseo, Pincol contó que los prestadores del servicio advirtieron que cuando varios barcos se acercaban al mismo tiempo a una isla, las aves se ponían en alerta, se asustaban, y muchas huían dejando sus pichones.

Los empresarios afirman que esa preocupación la transmitían los guías de turismo.

"Los guías comentaban que había una invasión que impactaba sobre el recurso, y empezamos a comprometernos de palabra, de manera un poco artesanal al principio, para cuidarlo", relató a Tierramérica el dueño de una de las empresas, Moreno Preto.

El acuerdo fue bautizado Compromiso Onashaga (vocablo indígena que significa "canal de los cazadores" y con el cual el pueblo originario yámana se refería al Beagle).

Los yámanas, ellos mismos cazadores que aprovechaban la diversidad de fauna local, habitaban antes del siglo XIX la costa sur de Tierra del Fuego, la provincia más austral de Argentina, bañada por las aguas del Beagle.

Secretaría de Turismo y la Prefectura que custodia el área se interesaron por la iniciativa, y también se sumó la FPN y otras organizaciones que brindaron asesoramiento técnico para la certificación.

Entre todos formaron un Comité de Seguimiento del Compromiso Onashaga que organizó talleres de formación y asesoramiento para las empresas, los guías de turismo y los miembros de la Prefectura Naval, entre otros actores.

La FPN sumó esta iniciativa como parte del Sistema Inter-Jurisdiccional de Áreas Protegidas Costero Marinas que busca ampliar la protección de la biodiversidad costera y marina de la Patagonia.

El Sistema facilita el trabajo conjunto de autoridades, organizaciones científicas y técnicas y sector privado para preservar especies desde el sur de la provincia de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego.

A partir de la firma del Compromiso Onashaga, el 5 de octubre de 2005, las embarcaciones se comprometieron con medidas técnicas para evitar vertidos de combustible a las aguas y con buenas prácticas turísticas.

En virtud del acuerdo, los capitanes coordinan la aproximación individual de cada barco a una isla, a baja velocidad para no provocar disturbios, mientras las restantes embarcaciones esperan a una buena distancia o visitan otros islotes.

También se apaga el audio externo de la cubierta que los guías utilizan para entregar sus explicaciones a los pasajeros y se recomienda a estos hablar en voz y no alimentar a los animales.

"Las empresas tienen un manual de referencia sobre distintas prácticas y, en la medida en que cumplen con esas normas, obtienen un puntaje. Con más de 500 puntos reciben la certificación", explicó Pincol.

También se incorporaron recomendaciones para los pasajeros, por ejemplo que reutilicen los vasos en los que se sirven bebidas durante el paseo y que no arrojen colillas de cigarrillos ni ningún otro residuo al agua.

Con todo, el esfuerzo todavía está lejos de cubrir toda la actividad.

De las 20 embarcaciones que navegan cada temporada por el Beagle con unos 170.000 pasajeros provenientes de todo el mundo, 10 se postularon para la certificación y solo ocho la obtuvieron. Las demás deben seguir trabajando para mejorar.

En algunos sitios se puede desembarcar y, como parte de la iniciativa, hay senderos señalizados para que el visitante no pise más allá del camino ni se lleve plantas o piedras.

* La autora es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 7 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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