Parece que una maldición persigue a los intentos de acercamiento entre Estados Unidos e Irán: cuando uno está listo para comprometerse, el otro no lo está, plantea en su último libro el analista Trita Parsi.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no realizó suficientes intentos de reconciliarse con Irán, mientras que la contraparte echó a perder un genuino ofrecimiento de compromiso, señala el autor de "A Single Role of the Dice: Obama's Diplomacy with Iran".
Parsi sostiene en su libro que las dos naciones siguen en rumbo de colisión y que las relaciones entre ellas son hoy peores que cuando gobernaba a Estados Unidos George W. Bush (2001-2009).
El mundo parece enfrentarse a una situación de pérdida inequívoca: un Irán con armas nucleares, o una nueva guerra en Medio Oriente con devastadoras consecuencias para la economía regional y mundial.
Cuando Obama fue elegido, en 2008, hasta los analistas más negativos tuvieron la esperanza de que eso rompiera un estancamiento de tres décadas. Su nombre significa "él está con nosotros" en persa.
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Trita Parsi tiene antecedentes que lo avalan para analizar el triste rumbo de las relaciones entre Estados Unidos e Irán.
En 2007 publicó el libro "Treacherous Alliance: The Secret Dealings of Iran, Israel and the United States", que examinó la perspectiva de Israel sobre la República Islámica y su influencia en la política estadounidense.
Aunque los principales argumentos de su nuevo libro resultarán familiares a quienes siguen de cerca estos temas, hay nuevos detalles sobre las decisiones de Obama, la intervención israelí en la toma de decisiones de Washington y los fallidos esfuerzos de Turquía y Brasil por resucitar la confianza.
Las denuncias de fraude en las elecciones presidenciales, que en junio de 2009 reeligieron por cuatro años más a Mahmoud Ahmadineyad, fueron una causa importante de la reducción del espacio de maniobra tanto en Teherán como en Washington.
Parsi describe cómo "el proceso de toma de decisiones de Irán, que ya era complicado y lento, llegó a un estado de casi parálisis" después de esa votación.
La oposición interna a Ahmadineyad llevó al líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, a desechar en 2009 su apoyo a una medida de creación de confianza propuesta por Estados Unidos, que de haber prosperado habría permitido enviar grandes cantidades del uranio iraní parcialmente enriquecido a cambio de combustible para un reactor teheraní que hace isótopos médicos.
De todos modos, las negociaciones deberían haber continuado, según Parsi. Y tal vez esto habría ocurrido de no ser por otras presiones sobre Obama.
Citando un cable filtrado del Departamento de Estado (cancillería), Parsi revela que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo en abril de 2009 a una delegación del Congreso legislativo estadounidense que se debería intentar un compromiso con Irán por solo cuatro a 12 semanas, "con el objetivo explícito de poner fin a su programa nuclear, una tarea casi imposible".
Mientras, el Congreso empezó a presionar para implementar nuevas sanciones antes de que Obama tuviera la oportunidad de concretar una apertura seria hacia Teherán.
Según Parsi, "el gobierno de Netanyahu declaró que no avanzaría en las conversaciones de paz con los palestinos hasta que viera un progreso en los esfuerzos de Estados Unidos por detener el programa nuclear de Irán y limitara la creciente influencia de Teherán en la región".
Desde entonces no hubo avances en el frente árabe-israelí y el programa nuclear de Irán continúa.
Parsi cita una carta del 20 de abril de 2010 que Obama envió al entonces presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), que puso los esfuerzos de este en la línea de los del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan.
La misiva reiteró lo reclamos estadounidenses de que Irán le enviara 1.200 kilogramos de uranio parcialmente enriquecido, y dijo que Estados Unidos aceptaría que Turquía mantuviera el material "en custodia" hasta que, un año después, se entregara a Irán el combustible para el reactor teheraní.
Pero cuando, un mes después, Irán accedió, el gobierno de Obama se mostró sorprendido y molesto. "El argumento de la paciencia no tuvo ningún adepto en las altas esferas", según Parsi.
Para entonces, Irán había acumulado muchas más reservas de uranio de bajo enriquecimiento, y Estados Unidos había logrado convencer a China y Rusia de aprobar nuevas sanciones. Según Parsi, Obama temía que, si no seguía adelante, lo vieran como indeciso y débil.
La votación en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas se realizó, pero Turquía y Brasil votaron en contra. Estados Unidos igual continuó implementando sanciones por su cuenta.
Dos reuniones posteriores de Irán con el llamado P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania) no lograron reducir las diferencias. Los iraníes se negaron a mantener conversaciones bilaterales con Estados Unidos.
Al llegar a su fin el primer gobierno de Obama, Irán siente el dolor de las sanciones pero continúa enriqueciendo uranio a porcentajes más altos de lo necesario para fabricar armas atómicas. La influencia de Estados Unidos en la región está menguando a consecuencia de los levantamientos en el mundo árabe.
Irán también pierde peso, mientras los árabes buscan nuevos modelos de gobernanza e Irán se ve deshonrado por su apoyo a la brutal dictadura en Siria.
Mientras, halcones en Estados Unidos e Israel reclaman un ataque contra Irán, minimizando las consecuencias, así como la miseria que generó el cambio de régimen en Iraq y los ambivalentes resultados de la guerra en Afganistán.
Parsi critica al gobierno de Obama por haber abandonado la diplomacia tras el fracaso de su propuesta inicial, combinando una medida de creación de confianza con el fin de impedir que Irán fabrique armas nucleares.
También pronostica que el estancamiento persistirá "por algún tiempo", sin importar quién gane las elecciones presidenciales de 2012 en Estados Unidos. Solo se puede esperar que se evite la guerra, dando tiempo a que surjan políticas más creativas y flexibles en Estados Unidos, Israel e Irán.