Hay mucha desilusión por las cumbres mundiales, «que movilizan a miles de personas y no logran un avance global» en la reducción de emisiones de gases invernadero, se lamentó Boris Graizbord, responsable del programa de estudios en desarrollo sustentable del Colegio de México.
LEAD, surgido gracias al financiamiento de la estadounidense Fundación Rockefeller y con presencia en varios países americanos, ha formado a 240 expertos desde 1992 en México y actualmente pertenece a una red internacional no lucrativa que aglutina a 2.200 integrantes en 90 naciones.
El director de LEAD-México, Boris Graizbord, conversó con IPS sobre los logros y las perspectivas del programa a su cargo y el futuro de estas conferencias sobre clima, cuya edición número 17 finalizó este domingo 11 en la sudafricana ciudad de Durban.
IPS: ¿Qué panorama se avizora después de Durban?
BORIS GRAIZBORD: Hay mucha desilusión por estas cumbres, que movilizan a miles de personas y no logran un avance global. La renuencia de Estados Unidos y China a aceptar las cosas contagia a otros países. Incluso, los europeos se plantean ahora no comprometerse, no apoyar un acuerdo vinculante, otra cosa que no sea el Protocolo de Kyoto.
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IPS: ¿Qué debe hacer México?
BG: Es absolutamente fundamental que todos tomen medidas, que se tome conciencia para la adaptación al cambio climático.
La variabilidad climática va a golpear, ahora poco, luego más. Y como no se podrá cumplir con la meta de que la temperatura terrestre no aumente más dos grados, va a haber eventos que no están asimilados por la gente, como sequías e inundaciones. Los extremos van a estar pegando duro a todo el mundo, y los que sufren más son los que tienen menos recursos.
En México no se sabe bien cómo lo está haciendo. El Programa Especial de Cambio Climático es muy general, sin darse cuenta que no es lo mismo la costa del Golfo de México que la del océano Pacífico, que no es lo mismo (el sureño estado de) Chiapas que Tamaulipas (en el nordeste). Hay que llegar a las escalas micro.
IPS: ¿Qué puede aportar LEAD en ese sentido?
BG: Hemos mantenido un modelo original que tiene que ver con la formación de individuos de gran capacidad y avanzados en su carrera profesional.
Había que especializar capital humano en el Sur para entrar en la discusión en la que ahora estamos metidos, y formar líderes que pudieran tomar decisiones en los planos nacional, regional e internacional.
Necesitamos ser más selectivos, más estratégicos en la formación de personal. El programa busca atraer individuos que han avanzado en su posición profesional y no buscan una maestría o un doctorado, sino espacios donde puedan revisar su forma de pensar alrededor del desarrollo sustentable, el ambiente y desde luego el cambio climático.
Llevamos a los alumnos a un contexto donde afrontan una discusión directamente donde están los problemas. Eso permite no hablar en teoría, sino cómo son los procesos.
Estamos exponiendo situaciones reales, aprendiendo haciendo, experimentando, fallando. Un poco como prueba y error. Si vamos a la selva, hablamos con todos los actores, los dueños de la tierra, las organizaciones no gubernamentales, las autoridades. Así armamos nuestras sesiones.
IPS: El aniversario de LEAD coincide con la Cumbre Río+20, ¿cómo van a promover el desarrollo sustentable?
BG: Pensamos que vamos a tener una presencia interesante. LEAD International va a estar presente de manera importante, además de que en Brasil hay un programa local.
Tengo la impresión de que el desarrollo sustentable se ha usado gratuitamente y muchas veces no sabemos qué es, ni en el gobierno ni en las empresas.
Hay que trabajar sobre eso y no abaratar el término. En lugar de responsabilidad social corporativa, por ejemplo, se puede usar el compromiso social corporativo, que es muy diferente.
IPS: ¿Qué ha logrado el programa en estos 20 años?
BG: Hemos logrado formar a 240 expertos, que ahora ocupan puestos de importancia, e hicimos buenas investigaciones. Con apoyo nuestro, la Comisión Ambiental Metropolitana y el gobierno de la ciudad de México delinearon la agenda ambiental metropolitana.
También hemos evaluado y recomendado las reglas de operación del Fondo Nacional de Desastres Naturales y analizamos la vulnerabilidad y riesgo en el distrito de la capital del país.
Pero no tuvimos suficiente éxito con la iniciativa privada. Los empresarios piensan que cómo van a dejar que sus empleados usen 40 o 50 días al año sin sentarse en su escritorio a trabajar. Estamos empujando muy fuerte con algunos contactos en firmas grandes, logrando así que manden gente a nuestro programa.
Pero ya no contamos con financiamiento directo, por lo cual tuvimos que empezar a cobrar por los cursos.
IPS: ¿Cuáles son ahora sus prioridades?
BG: Queremos ver si podemos ampliar el programa a otras partes de América Latina. Ya tenemos egresados en Guatemala y en Cuba, aunque son pocos, y hemos hecho un acuerdo con la estatal Universidad Nacional de Lanús, de Argentina, que nos enviará un candidato durante los próximos tres a cinco años.
Estamos tratando de asociarnos con el programa LEAD de Brasil y analizando la posibilidad de conseguir fondos de organismos internacionales que les interese reforzar algunos proyectos de este tipo en América Latina.
En investigación, iniciamos un proyecto sobre los costos económicos de la adaptación al cambio climático en la zona metropolitana de la ciudad de México durante ocho meses. Ahora nos invitaron a hacer proyectos con la Secretaría (ministerio) de Desarrollo Social para los próximos seis meses sobre desarrollo urbano regional y aspectos locales.
Queremos influir en los gobiernos estatales y locales para dar atención a cuestiones de eficiencia, ahorro de energía, sistemas de transporte, para no construir más infraestructura para tener más agua potable, sino ver cómo se ahorra y se recicla el recurso, analizar el paradigma de la interrelación entre diferentes aspectos del medio físico.
