El gobierno cubano suavizó este mes impuestos y otros aspectos legales para impulsar el trabajo privado, pero especialistas alertan sobre las serias limitaciones que impiden un crecimiento relevante de esa opción encargada de absorber mano de obra excedente del sector estatal.
"Hay resistencia a los cambios que quiere hacer Raúl (Castro) y lo que pasa con el trabajo por cuenta propia es un ejemplo", consideró un experto consultado por IPS que pidió no ser identificado. Sin embargo, los llamados cuentapropistas o trabajadores autónomos aumentaron de 157.000 en septiembre de 2010 a 333.206 en agosto último.
Citada por la prensa estatal cubana, la viceministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños Weiss, aseguró que esa cantidad rebasó las expectativas de crecimiento en un año. Según fuentes especializadas, la cantidad de licencias devueltas hasta julio pasado se situaba "en el entorno del 25 por ciento".
"Por lo menos en el alquiler de viviendas, gente que conozco renunció a este negocio porque estaban perdiendo dinero", confió a IPS una mujer que renta a extranjeros una habitación de su casa en el barrio capitalino de El Vedado.
"Mi madre y yo decidimos esperar y a ver si vienen tiempos mejores, aunque si no fuera por mi hijo, que de vez en cuando nos manda algún dinerito, estaríamos en problemas", añadió.
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Aseguró que este año hay una baja sensible de huéspedes, ya sea por "la crisis económica en el mundo" o porque la gente ha perdido "interés" en Cuba, entre otras causas. Pero reconoció que la última rebaja en el impuesto mensual por cada habitación rentada "ayuda, aunque no lo suficiente. Lo malo es que ese pago es obligatorio, tengas o no ocupado el cuarto", se quejó.
En cambio Ariel García, también de El Vedado, aseguró que su experiencia es distinta. "Los que alquilamos en pesos (moneda nacional) siempre tenemos clientes, al menos así es en mi barrio.", afirmó.
"Quizás se deba a que dependemos menos del turismo internacional", aventuró García, ex trabajador de mantenimiento en un hotel habanero.
Los economistas Omar Everleny Pérez y Pável Vidal señalan en una investigación sobre el tema a la que IPS tuvo acceso que entre las licencias más demandadas hasta el primer semestre de este año figuran las de elaboración y venta de alimentos, transportistas, trabajadores contratados y el arrendamiento de viviendas.
El primer caso incluye cafeterías y pequeños restaurantes, llamados paladares, término heredado de una popular telenovela brasileña. Para estos establecimientos, disposiciones aprobadas a comienzos de este mes elevaron a 50 plazas la capacidad de comensales por atender a la vez, cifra que a mediados de los años 90 era de solo 12. "Por ahora me quedo con 15 puestos. Me va bien y estoy entusiasmado con mi pequeño negocito", relató a IPS Santiago González, dueño del "Paladar el Lobo", en el céntrico paseo del Prado en Cienfuegos, a 254 kilómetros de La Habana.
González tuvo una sala de video durante unos cuatro años en la década del 90. "Con el dinero que ahorré pude instalarme ahora", relató, y calcula que en un par de años recuperará la inversión que hizo.
"Lo bueno es que no tuve que pedir dinero prestado a nadie", agregó. El gobierno aprobó hace unos meses el crédito bancario para los sectores agrícola y laboral no estatal. Pero para los cuentapropistas no ha funcionado, según Pérez Villanueva y Vidal.
"Además, el sistema financiero tiene problemas de liquidez y las dos monedas nacionales (peso y CUC, que circula en el país en lugar del dólar estadounidense) tienen limitaciones de convertibilidad en divisas", apuntan los investigadores, que proponen como alternativa "agilizar y promover" la colaboración internacional "en el tema del microcrédito".
"Aunque no hay datos disponibles o veraces, todo parece indicar que las remesas están constituyendo una de las fuentes de capital para los nuevos negocios que se abren, ante la ausencia del crédito nacional", añaden estos economistas en un artículo sobre el trabajo por cuenta propia y "sus limitaciones para el incremento de su producción".
Al respecto, un estudio publicado por la última edición de la revista católica Palabra Nueva, basado en una encuesta que incluyó a 300 receptores de remesas en Cuba, arrojó que 34 por ciento de los consultados piensan establecer un pequeño negocio, 23 por ciento ya lo tienen y 43 por ciento no estarían interesado en esa idea. Firmada por los académicos estadounidenses Manuel Orozco y Katryn Hansing, esta investigación comprobó que el segmento desinteresado en fundar alguna microempresa esgrimió como razones principales la falta de recursos y capital inicial, carencia de conocimiento empresarial y "el inestable contexto político-económico".
Las nuevas regulaciones que buscan hacer más atractivo el sector laboral independiente del Estado, abarcan, entre otras, rebajas impositivas, mayor apertura en la renta de viviendas, autorización para comercializar bienes y servicios a entidades estatales y para contratar fuerza de trabajo en cualquiera de los 181 oficios o actividades permitidos para ejercer por cuenta propia.
Esta última opción "los convierte en microempresas", destacan Pérez Villanueva y Vidal, que apuntan entre las limitantes del crecimiento que aún no se permita "la creación de Pymes (pequeña y mediana empresa), con posibilidades de integrarse al sector productivo nacional de mayor escala, ni con posibilidades de generar fondos exportables".
Otro de los obstáculos radica en la falta de un mercado mayorista de insumos, algo que difícilmente pueda resolverse a corto plazo debido a la precaria situación económica y financiera del país. Pero una apertura al "microcrédito con colaboración internacional" permitiría ingresos en divisas para las importaciones de los nuevos microempresarios, según los estudiosos.
Para estos especialistas, la mayor complicación está en el poco crecimiento económico, lo que unido al aumento de "personas disponibles" (sin trabajo) hace "muy difícil pensar en una demanda de bienes y servicios suficiente desde las familias o desde las empresas estatales" como la que necesitan los cuentapropistas.
El gobierno de Raúl Castro amplió el pasado año las posibilidades de trabajo privado como una forma de minimizar el impacto de una reestructuración laboral en el mayoritario sector estatal, que dejaría sin empleo a corto y mediano plazo a un millón de personas. Al parecer, esa reforma detuvo el ritmo inicialmente previsto, en espera de condiciones menos traumáticas.