EEUU-LIBIA: No se avizora fin del conflicto

Los rebeldes del Consejo Nacional de Transición (CNT) de Libia logaron controlar el oriental puerto petrolero de Brega y consiguieron el reconocimiento de Estados Unidos como gobierno legítimo de su país. Pero analistas estadounidenses no vislumbran un fin cercano de la guerra contra el régimen de Muammar Gadafi.

Los logros diplomáticos y militares de los últimos días no parecen suficientes para poner fin a la guerra civil que entra en su sexto mes.

El líder libio Gadafi, quien personalmente reunió fuerzas leales en ciudades cercanas a Trípoli, parece tener una posición sólida en la capital, aun si los rebeldes avanzan desde el este y desde las montañas del oeste.

"La situación actual es favorable a los rebeldes", dijo a IPS un representante del gobierno de Estados Unidos que pidió reserva de su identidad. "Pero no quiere decir que el conflicto no vaya a durar un buen tiempo más", añadió.

El avance rebelde del lunes 18 sobre Brega ocurrió tres días después de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se uniera a otros 27 gobernantes que reconocieron al CNT como "legítima autoridad de Libia".
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Washington recibió garantías del CNT sobre su "intención de realizar reformas democráticas, respetar las obligaciones internacionales de Libia y destinar fondos en forma transparente a la atención de las necesidades humanitarias del pueblo libio", lo que justifica su reconocimiento, declaró la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton.

"Ayudaremos al CNT a sostener su compromiso con la soberanía, la independencia, la integridad territorial y la unidad del país, y velaremos por que se mantenga fiel a su promesa de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales", añadió Clinton en la reunión del Grupo de Contacto sobre Libia, realizada en la ciudad turca de Estambul la semana pasada.

Además del impacto psicológico y diplomático del reconocimiento estadounidense a los rebeldes, la medida allana el camino para transferirles unos 32.000 millones de dólares en activos libios, congelados a fines de febrero como represalia por la represión lanzada por Gadafi contra manifestantes opositores.

Los fondos deberán utilizarse con fines humanitarios y para servicios públicos básicos, no para adquirir armas u otros equipamientos militares que apunten a mejorar la capacidad de los rebeldes para enfrentar a las fuerzas de Gadafi, señalaron portavoces de Washington tras el anuncio del viernes.

Pero la liberación de fondos no será rápida. "Todavía tenemos que resolver varios asuntos legales, pero esperamos que el reconocimiento permita al CNT acceder a recursos adicionales", declaró Clinton.

Existe una creciente presión de los aliados de Estados Unidos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en especial de Francia y Gran Bretaña, para que Washington profundice su participación en la campaña militar que llevan a cabo contra Gadafi.

El intento del secretario (ministro) de Defensa de Gran Bretaña, Liam Fox, de solicitar más ayuda a su par estadounidense, Leon Panetta, fue infructuoso, informó el lunes el periódico británico The Financial Times.

Después de los primeros días del ataque a Libia, cuando Estados Unidos encabezó el bombardeo, el papel de Washington pasó a ser limitado.

La mayor parte de sus operaciones se concentraron en apoyo logístico, vigilancia aérea, suministro de combustible e información sobre objetivos en el terreno, aunque hubo aviones de combate y no tripulados que realizaron alguna que otra incursión armada.

Este retiro de Washington molestó a Francia y Gran Bretaña así como a otros miembros de la OTAN que participan de la guerra contra Gadafi y que consideran que sus mucho más modestos armamentos están exigidos al límite.

Washington sostiene que ya carga con casi todo el peso de la guerra en Iraq y Afganistán y que Europa tiene más intereses en África del Norte que Estados Unidos. Además, el gobierno de Obama está bajo una fuerte presión interna para limitar su intervención en Libia.

Numerosas encuestas de opinión públicas realizadas en Estados Unidos desde marzo concluyen que una significativa mayoría de los entrevistados creen que Washington "no debería participar" en operaciones militares en Libia.

El malestar doméstico se exacerbó por la insistencia de la Casa Blanca están muy lejos de ser "hostilidades". Según la ley federal conocida como Resolución de Poderes sobre la Guerra, de 1973, el presidente debe obtener autorización del Congreso legislativo para sostener esas hostilidades por más de 60 días.

Esa posición generó una revuelta bipartidista en el Congreso.

A fines de junio, la Cámara de Representantes rechazó una resolución que autorizaba por un año la participación de Estados Unidos en la intervención de Libia conducida por la OTAN.

La propuesta se basó en un proyecto patrocinado en la cámara alta por los senadores John McCain, del opositor Partido Republicano, y John Kerry, del gobernante Partido Demócrata.

El Comité de Relaciones Exteriores del Senado, presidido por Kerry, aprobó varios días después la resolución por 14 votos a favor y cinco en contra, pero es poco probable que el pleno de la cámara alta, que parecía favorable a principios de este mes, tome alguna decisión antes de septiembre.

Al contrario, la Cámara de Representantes aprobó este mes una enmienda a un proyecto de gastos del Pentágono que prohíbe financiar armas, equipos, entrenamiento o asesoramiento a cualquier fuerza combatiente de Libia.

Los líderes del CNT –la mayoría empresarios, profesionales, académicos y diplomáticos formados en Occidente–, que visitaron Washington, dejaron una buena impresión a sus interlocutores. Pero preocupa la composición, la unidad y las intenciones de las fuerzas variopintas bajo su mando.

La organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York, denunció la semana pasada que en las montañas del oeste del país, los rebeldes saquearon y dañaron cuatro pueblos que habían tomado a las fuerzas de Gadafi en junio, al parecer como represalia.

Y el diario The New York Times sostuvo que unos 20.000 equipos portátiles de defensa antiaérea acopiados por Gadafi en los últimos años, fueron robados de búnkeres del gobierno en las montañas del oeste y en el este del país y no se sabe dónde están.

Esos misiles tierra-aire que una persona puede lanzar cargándolos en el hombro "son uno de los armamentos convencionales más preocupantes, pues pueden usarse contra aviones civiles", indicó Paul Pillar, exanalista de la estadounidense CIA (Agencia Central de Inteligencia) en un comentario publicado en el blog del sitio web The National Interest.

"Parece que los terroristas con intenciones de derribar aviones consiguieron una nueva fuente de suministro", agregó.

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