EN EL MUNDO ÁRABE,NADA VOLVERÁ A SER COMO ANTES

Hace ya unos tres meses que el mundo árabe islámico ha entrado en ebullición (en el buen sentido de la palabra). Como es notorio el proceso comenzó en Túnez, donde el dictador Ben Alí y su familia optaron, prudentemente, por la fuga; le siguió una revolución popular en Egipto con epicentro en la cairota plaza Tahir que causó dos centenas de muertos e indujo al ejército a apartar al dictador Hosni Mubarak y trasladarlo al paraíso de Sharm-el-Sheikh para después colocarlo en prisión. La situación más grave se ha dado en Libia, dond el dictador Muammar Gadafi continúa resistiendo no obstante los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que, en verdad, no fue creada para asumir tales operaciones. Si a esto se agregan las continuas manifestaciones en Argelia y en Marruecos, en Siria, en Bahrein y en Jordania, quiere decir que estamos asistiendo a un contagio democrático que se está expresando de una manera tan constante que tenemos la sensación incontestable de que nada volverá a ser como antes.

Es de imaginar que las dictaduras y los dictadores, así como las teocracias que aún subsisten, tendrán que sacar las conclusiones correctas y manejarse con el mayor cuidado.

Se está desplegando por todo el vasto universo árabe islámico el espectáculo de pueblos que reclaman libertad, democracia, respeto por la dignidad de las personas y por los derechos humanos. Nada de esto tiene que ver con la religión islámica, puesto que en todos lados vimos, por los televisores, innumerables manifestaciones religiosas. Pero tampoco olvidemos que no se han pronunciado palabras de condena para los Estados Unidos y Europa, y ni siquiera contra Israel, el enemigo de siempre.

¿Este comportamiento nos indica que además de su reclamo por la libertad, los musulmanes también están a favor de un laicismo que toma distancia de los Estados islámicos confesionales y que aspiran a separar el fenómeno religioso -cuyo ámbito reside en el fuero íntimo de cada creyente- de los gobiernos y de la política? Yo no iría tan lejos.

Pero algo de esto debe haber ya que el terrorismo de Al Qaida que fue utilizado como pretexto para consolidar tantas dictaduras -contando con el beneplácito de Occidente, ha casi desaparecido de los noticiarios. El Presidente Barack Obama tuvo razón cuando, en el lúcido discurso que pronunció en El Cairo, por ejemplo, exhortó al diálogo con al mundo islámico y afirmó que no es la fuerza bruta el instrumento para combatir el terrorismo, sino el diálogo y la convicción.

Según informó el 17 de abril el diario madrileño El País, el ex primer ministro de España, José María Aznar, en una conferencia que pronunció en la Universidad de Columbia, en Nueva York, criticó la intervención de la OTAN en Libia y defendió a dictadores como Gadafi, Mubarak y Ben Alí. Cómo no recordar que el mismo Aznar, cuando presidía el gobierno de España, participó en la reunión cumbre de las Azores, de mala memoria, y secundó al presidente norteamericano George W. Bush en su propósito de invadir a Iraq con falsos pretextos.. Para quienes carecende ideología y sólo cuentan sus propios intereses, los dictadores pueden ser buenos o males según les convenga.

Las revoluciones pacíficas que están transformando los Estados árabes tienen semejanzas con los movimientos que sacudieron al mundo comunista, causaron el derrumbe de la Unión Soviética y la caída de la Cortina de Hierro. Si, como esperamos, lograrán alcanzar su justo objetivo, constituirán un avance fundamental para el progreso de las democracia en el planeta y también, por lo tanto, para la paz y el progreso en un mondo globalizado y, en muchos aspectos, inseguro. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Mário Soares, ex Presidente y ex Primer Ministro de Portugal.

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