NAMIBIA: Dinero para combatir la desigualdad

Un salario mínimo universal serviría para aliviar la pobreza en Namibia, una de las sociedades más desiguales del mundo, sostienen activistas. Pero el gobierno afirma que estas entregas solamente fomentarán la haraganería.

En Otjivero, una pequeña comunidad ubicada a unos 100 kilómetros de la capital, una coalición de organizaciones de la sociedad civil creó un proyecto piloto para demostrar que la Renta Básica Universal (BIG, por sus siglas en inglés) realmente marca una diferencia.

Con financiamiento privado, todos los habitantes de la aldea —unas 900 personas de menos de 60 años— se registraron para recibir 13 dólares mensuales por un periodo de dos años.

La idea es que un ingreso mínimo dé a esas personas la oportunidad de escapar de la pobreza.

Precisamente, en la pobreza estaban atrapados los habitantes de Otjivero. Ubicada en un cruce de carreteras, esta localidad atraía a muchos desalojados de los establecimientos agrícolas situados en las cercanías desde la independencia, en 1990.
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Abundaban el desempleo, el delito, el alcoholismo y la prostitución. Los padres y madres no tenían dinero para pagar las cuotas escolares de sus hijos, y a menudo los enfermos no podían pagar los costos más modestos en la clínica.

Los resultados del proyecto piloto sirvieron para crear conciencia. "La desnutrición bajó de 42 por ciento a 10 por ciento", explicó el obispo luterano Zephania Kameeta, presidente de la BIG Coalition.

El desempleo se redujo 25 por ciento, mientras que el delito cayó a casi la mitad, dijo.

La proporción de deserciones escolares es de casi cero, muchos más pacientes pueden pagar los cuidados que reciben en la clínica y el autoempleo se ha triplicado.

"Una aldea desesperadamente pobre se transformó en un lugar donde la gente puede comprar ropa y enviar a sus hijos a la escuela", destacó Kameeta.

Pero el evidente éxito no persuadió al gobierno de implementar una BIG en todo el país. El presidente Hifikepunye Pohamba declaró que esta subvención solamente volvería haragana a la población.

Esta declaración fue mal vista en un país que encabeza la lista de sociedades más desiguales desde hace muchos años. Cuando los dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores Namibios acataron el mandato del partido gobernante y se retiraron de la BIG Coalition, sus miembros volvieron a convocarlos, en señal de amplio apoyo al subsidio.

Una conferencia sobre "Justicia social y responsabilidad del Estado" organizada los días 10 y 11 en Windhoek mantuvo la presión sobre el gobierno para implementar la medida.

"Cada día me siento en la esquina esperando que alguien venga y me pida que limpie su patio", dijo Bongie /Cuïnatja.

"Namibia es un país rico, pero tengo miedo de tener un hijo aquí si no sé con qué lo voy a alimentar. La democracia no se come, y la independencia tampoco", expresó.

Un ingreso mensual garantizado permitiría a /Cuïnatja —que ahora enfrenta una lucha diaria por la supervivencia— comprar productos básicos y quizás hasta iniciar una pequeña empresa.

El empresario Immanuel Kadhila testificó que vio a la BIG como una manera de hacer dinero.

"Apenas oímos sobre esta iniciativa, mi primo y yo fuimos a Otjivero y abrimos una pequeña tienda. Sí, fuimos oportunistas, pero (las mercaderías que ofrecíamos en) el comercio se vendieron tan bien que estaba vacío la mayor parte del tiempo. Esto muestra que no es verdad que la gente simplemente gastará su dinero en alcohol. Si se introduce una BIG en otras partes creará empleo, porque la gente abrirá comercios", dijo.

"El subsidio que recibo cada mes me permite pagar las cuotas escolares y comprar uniformes. Todos mis hijos pasaron de grado el año pasado", dijo Bertha Hamases, habitante de Otjivero.

"También puedo pagar la factura de la clínica, así los enfermeros no vuelven a confiscar mi carné. Con el dinero del subsidio publiqué un aviso en el periódico y encontré trabajo. Con el dinero del trabajo compro ropa y zapatos y obtengo otras ganancias vendiéndolos. Me las he arreglado para extender la choza de un ambiente en la que vivíamos nosotros cinco en una casa de tres habitaciones", dijo a IPS esta mujer de 32 años que es madre de cuatro hijos.

"La BIG es una medida eficiente de crear una sociedad justa", dijo Kameeta.

En referencia a las dos décadas transcurridas desde la independencia, agregó: "La paz no es la ausencia de guerra. La guerra terminó en 1990, pero ¿cómo puede tener paz una persona sin casa? Rechazar el debate sobre lo que se ha convertido en un movimiento internacional nos hace pobres".

Es improbable que una Renta Básica Universal se incluya en el presupuesto del gobierno a fines de este mes. Pero sus proponentes dicen que, de existir voluntad política, hay maneras de financiarla.

"El dinero procedente de la minería y el turismo debería beneficiar directamente a la población, transfiriéndose a sus cuentas bancarias. Este dinero permanecerá aquí, circulará y nos volverá más competitivos", dijo Kameeta.

"No podemos simplemente nacionalizar las minas o apropiarnos de la tierra para financiar ese sistema", advirtió el ministro de Comercio, Hage Geingob, ferviente partidario de la BIG pese al escepticismo prevaleciente en el gobierno.

"Pero podemos preguntar: ¿dónde está el sector privado en todo esto? ¿Acaso las minas no pueden contribuir con un fondo que otorgue subsidios a los necesitados?", planteó.

"Si usted sabe que tengo hambre hoy, entonces aliménteme hoy", dijo otro activista, lamentando la lentitud en la toma de decisiones.

"No vaya a debatir mi hambre en el parlamento durante cinco años, ni insista en los experimentos con grupos de ‘control aleatorio’. Usted no puede jugar con la vida de alguien de esa manera. ¿Dónde están los grupos ‘de control aleatorio’ cuando se habla de acuerdos clandestinos de empoderamiento económico?", añadió.

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