El principal motor del cambio climático es la quema de combustibles fósiles. Entonces, ¿por qué se siguen invirtiendo miles de millones de dólares en buscar y extraer más petróleo, carbón y gas?
La pregunta la formularon delegados de pueblos indígenas de Canadá en el Klimaforum, la cumbre de la sociedad civil paralela a la conferencia de cambio climático de Cancún.
"La explotación de las arenas alquitranadas de Canadá lanza a la atmósfera 40 millones de toneladas de dióxido carbono cada año, y los ambiciosos planes de crecimiento elevarán esa cifra a casi 140 millones de toneladas para 2020. Toda Dinamarca emite apenas 52 millones de toneladas por año", dijo Melina Laboucan-Massimo.
La activista procede de la comunidad cree del lago Lubicon, en la sudoccidental provincia canadiense de Alberta. Allí se explotan miles de kilómetros cuadrados de arenas alquitranadas que yacen bajo prístinos bosques y pantanos.
Los países partes de la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16), que se celebra hasta el 10 de este mes en la ciudad turística mexicana de Cancún, no han censurado a Canadá por esta flagrante desconsideración del clima mundial, señaló.
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La COP 16 busca estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero para paliar el peligroso cambio climático, aunque no hay muchas esperanzas de éxito.
De hecho, en Cancún no se censura a ningún país que amplíe sus operaciones de crudo, carbón o gas natural.
La quema de apenas la cuarta parte de las reservas de esos tres combustibles fósiles llevará el aumento de la temperatura media mundial por encima de dos grados, ha dicho la comunidad científica.
"No deberíamos olvidar que un aumento mundial de dos grados significa que el calentamiento nos llevará mucho más allá de las variaciones naturales que la vida terrestre ha experimentado desde que existimos los seres humanos", dijo el año pasado Malte Meinshausen, del alemán Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, en una entrevista con Tierramérica.
"En Alberta, la región canadiense con más sol, no hay inversiones en energía solar", dijo Laboucan-Massimo, de Greenpeace Canadá, cuando habló ante representantes de la sociedad civil bajo un toldo de plástico en El Rey Polo Country Club.
El encuentro tuvo lugar en el marco del Klimaforum, la cumbre de la sociedad civil que intenta "promover y debatir soluciones al cambio climático sustentables y socialmente justas".
Celebrado en ese club en medio de bosques costeros a unos 20 kilómetros de la sede de la COP 16, los polistas galopaban en torno del encuentro, en un enorme campo de juego, mientras Laboucan-Massimo hablaba a los participantes sobre los daños de la extracción de petróleo en Alberta.
No se trata sólo del mayor proyecto industrial del mundo, sino del más destructivo, pues genera entre tres y cinco veces más emisiones de carbono que la producción petrolera convencional, dijo Laboucan-Massimo.
Millones de litros de agua dulce se hierven con gas natural para extraer el alquitrán de la arena. Esa agua está tan contaminada que mata a los pájaros cuando se posan sobre los lagos que cubren más de 50 kilómetros cuadrados, agregó.
"Es una locura. Realmente da miedo ver cuánta tierra ha cambiado a lo largo de mi vida, y ni siquiera tengo 30 años", enfatizó.
La mayor parte de los 2,7 millones de barriles de petróleo que se producen a diario van a Estados Unidos.
Es por eso que tanto Canadá como Estados Unidos presionan e intimidan a otros países para impedir que planteen en estas reuniones una moratoria a la expansión y exploración de combustibles fósiles, dijo Clayton Thomas-Muller, de la nación cree de Mathias Colomb, en el norte de Canadá, y organizador de la Indigenous Environmental Network (Red Ambiental Indígena).
"Ellos y otros países industrializados prefieren arreglos tecnológicos como la iniciativa REDD (Reducción de Emisiones de Carbono Causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques), carbón vegetal y (mecanismos de) captura y almacenamiento de carbono en vez de reducciones reales de las emisiones", dijo Thomas-Muller a Tierramérica.
Si se aprueba el mecanismo REDD, los países más ricos pagarán para mantener bosques de regiones tropicales como forma de compensar sus emisiones contaminantes.
De este modo, esos países obtendrán "créditos de carbono" que los ayudarán a probar que redujeron sus gases de efecto invernadero.
"Estos mecanismos de mitigación basados en el mercado son alarmantes para los pueblos indígenas", dijo Thomas-Muller.
Son "falsas soluciones" al cambio climático y amenazan derechos, tierras y culturas de los pueblos originarios, que vienen reclamando una suspensión de nuevas actividades petroleras, señaló.
Si la mayoría de la gente se opone naturalmente a la privatización del agua, ¿por qué se debería admitir la privatización de la atmósfera mediante mercados de carbono?, se preguntó. Bolivia intentó proponer una moratoria junto a otros países firmantes del "Acuerdo de los Pueblos" de Cochabamba.
Unas 35.000 personas se reunieron en abril en esa ciudad boliviana para celebrar la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra.
Allí acordaron reclamar la moratoria, y exigir a los gobiernos del mundo que reconocieran los derechos de la Madre Tierra. Los aspectos medulares de la plataforma de Cochabamba estaban incluidos en el texto de negociación para un nuevo acuerdo vinculante, entre corchetes, como otros tantos aspectos en los que aún no hay consenso.
Pero la canciller mexicana Patricia Espinosa, que preside la COP 16, sometió a consideración de los negociadores una propuesta de borrador que excluía los temas de Cochabamba.
Si bien tras el reclamo de Bolivia, se informó que ese texto era sólo una iniciativa personal y no el texto oficial de negociación, "aquí, en la COP, las cosas son como siempre", opinó Thomas-Muller.
También funcionan como de costumbre los negocios de la trasnacional British Petroleum (BP), que anunció el inicio de su primer proyecto en las arenas alquitranadas de Canadá.
Junto con un socio chino, BP, la empresa responsable del desastroso derrame de petróleo de este año en el Golfo de México, espera extraer 3.000 millones de barriles de crudo con su proyecto "Sunrise", que requerirá una inversión de más de 3.000 millones de dólares e insumirá tres años.
"Si quemamos el crudo de las arenas alquitranadas tenemos pocas posibilidades de impedir una catástrofe climática", dijo Jess Worth, de la UK Tar Sands Network (Red británica por las arenas alquitranadas).
"BP lo sabe, pero no le importa", señaló Worth en un comunicado.
* Este artículo fue publicado originalmente el 4 de diciembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.