AMBIENTE: Espérame en Durban, tratado mío

Al término de la primera semana de negociaciones en la cumbre del clima, que se desarrolla en este centro turístico mexicano, se ve lejana la posibilidad de que las casi 200 delegaciones nacionales presentes acuerden la renovación del Protocolo de Kyoto, que expira en 2012.

La secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), la costarricense Christiana Figueres, reconoció este viernes esa amenaza que cobra peso cada día que transcurre en esta sudoriental ciudad de Cancún, sede desde el lunes 29 de noviembre y hasta el 10 de diciembre de la COP 16.

«No veo posibilidad de garantizar una sucesión para el Protocolo de Kyoto en Cancún», declaró a TerraViva la diplomática, quien en julio sucedió al holandés Yvo de Boer al frente de la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Las palabras de Figueres llegaron en una jornada llena de rumores sobre las negociaciones y el reconocimiento tácito de que las posturas en torno a temas centrales como el financiamiento a la mitigación de emisiones contaminantes y la transferencia de tecnología no caminan velozmente.

La temperatura subió de grado este viernes en el complejo hotelero que alberga las reuniones de la cumbre, cuando las no gubernamentales Red del Tercer Mundo, Amigos de la Tierra y el Foro Internacional sobre la Globalización alertaron de la existencia de un texto secreto que el gobierno mexicano de Felipe Calderón, que preside la COP 16, presentaría a los ministros de Ambiente.
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Ese documento, cuya existencia ha sido rechazada por Figueres y delegados, estipularía la sustitución del Protocolo de Kyoto, en vigor desde 2005, por el llamado Acuerdo de Copenhague, que emanó de la COP 15 efectuada a fines de 2009 en la capital de Dinamarca y que no incluye mandatos obligatorios para las naciones firmantes.

El Protocolo de Kyoto obliga a los países industrializados que lo ratificaron, agrupados en el Anexo I, a abatir sus emisiones de gases, responsables del aumento de la temperatura planetaria, a un volumen 5,2 por ciento inferior al de 1990.

«Las implicaciones son significativas, pues es un acuerdo que puede ser peligroso para el mundo. No hemos visto que los países desarrollados reconozcan su responsabilidad», sostuvo a TerraViva la activista de Amigos de la Tierra, Kate Horner.

Un grupo de naciones, encabezado por Canadá, Rusia y Japón, se opone a la prolongación del Protocolo de Kyoto. «Quisiéramos ver un Anexo I que contenga también a países como Brasil, México, China o Sudáfrica», indicó a TerraViva el subdirector de Asuntos Globales del gobierno japonés Akira Yamada.

Esa postura, conocida con antelación a Cancún y enfatizada en la cumbre, ha irritado a las comisiones de varias naciones en desarrollo, como las que forman la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), surgida en 2004 mediante un acuerdo de cooperación entre Venezuela y Cuba y que hoy también agrupa a Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, Antigua y Barbuda y San Vicente y Granadinas.

«Los mensajes que escuchamos es que no hay posibilidad ninguna de que en Cancún se acuerde un periodo de compromiso, lo único que sería viable a estas alturas sería una decisión muy disfrazada y lavada», dijo este viernes a la prensa la negociadora de Venezuela, Claudia Salerno.

De esa forma, la COP 16 parece contaminada con el «síndrome de Copenhague», por la incapacidad de las delegaciones presentes en Cancún de reeditar la prolongación del Protocolo de Kyoto, que no ha sido rubricado por Estados Unidos.

Ese tratado internacional, suscrito en 1997 en la ciudad japonesa del mismo nombre, sólo abarca 27 por ciento de las emisiones de sustancias contaminantes, argumento abanderado por Japón para negarse a mantener ese instrumento.

El presidente del Grupo de Trabajo sobre el Protocolo de Kyoto, John Ashe, delegado de la isla caribeña de Antigua y Barbuda, presentará este sábado a las comitivas un nuevo borrador, en un intento por convenir un documento a presentar a los ministros de Ambiente que empezarán a sesionar el martes 7.

El convenio que se discute en Cancún «implicaría que cada nación se comprometería a reducir su contaminación en los niveles que cada quien decida, pero no habría una meta de obligatoria para todos», adelanto, por su parte, el jefe de la delegación boliviana Pablo Solón.

A pesar de las críticas, las representaciones del ALBA no amenazaron con abandonar las negociaciones.

La próxima semana arribarán a la COP 16 los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Evo Morales, de Bolivia, entre la treintena de mandatarios que buscarán coronar los resultados de la cumbre del clima.

«En el tema de mitigación, necesitamos tener un siguiente paso en Cancún», precisó Figueres, ex negociadora por su país en cuestiones ambientales.

Las naciones en desarrollo quieren contar con un mecanismo efectivo de medición, reporte y verificación de emisiones, para comprobar que sus acciones contribuyen a combatir el cambio climático.

Las comitivas que se dan cita en esta localidad turística mexicana discuten también la instauración de un fondo que aporte recursos para las medidas de adaptación y mitigación de los impactos del fenómeno. Hasta ahora, existen cinco propuestas de arquitectura financiera, una de ellas presentada por México.

Falta ver «si las partes crean un fondo en Cancún y luego deciden el diseño o empiezan por ver el diseño y luego crean el fondo» en la COP 17, que se celebrará en la ciudad sudafricana de Durban, según la secretaria ejecutiva de la COP.

Antes de Cancún, los bloques habían bajado el perfil de la cumbre, al desestimar el logro de resultados trascendentales.

Las previsiones apuntaban a acuerdos alrededor de fondos para financiar las medidas de adaptación y mitigación en las naciones menos industrializadas y de un mecanismo para reducir las emisiones ocasionadas por la deforestación.

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