VENEZUELA: Esculturas a cielo abierto

El jardín de una ex hacienda próxima a la capital de Venezuela se ha poblado desde esta semana con esculturas de metal y concreto, en una muestra titulada «A la intemperie», subrayando la búsqueda de ángulos para su escrutinio distintos a los de los espacios tradicionalmente cerrados de las galerías.

"Fue una sugerencia de los propios artistas, interesados en mostrar obras fuera de las paredes de la galería, y decidimos aprovechar el jardín para promover a 10 de nuestros mejores escultores", explicó a IPS Carmen Araujo, directora de la organización que lleva su nombre y responsable de la exposición.

El nombre calzó con el período lluvioso inusualmente prolongado hasta noviembre este año en Venezuela. "Varias obras debimos montarlas literalmente a la intemperie bajo la lluvia, que también ha sorprendido varias veces a los visitantes", dijo Araujo.

El artista de mayor trayectoria en la muestra es Cornelis Zitman, nacido en Holanda en 1926 y radicado en Venezuela desde 1947, con las piezas de bronce "Pescadorcito" y "Serenidad". Esta última, elaborada en 1976, es de las representaciones de la mujer criolla, de rasgos indígenas y vientre abultado, que devinieron en sello del autor.

Otra artista con raíces holandesas, Patricia van Dalen, pintora y muralista, apasionada por el color, presentó "Riqui-riqui", obra efímera con 3.000 banderitas de acrílico junto a un muro que delimita el jardín y que semejan tulipanes, pero en realidad evocan el riqui-riqui (Heliconia), planta y flor de la que hay unas 20 variedades en Venezuela.
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Cultor de la luz, de su reflexión y refracción, Joel Casique colocó "Burbujas" en el gramado del jardín, una línea de 28 relucientes esferas de bronce y níquel de unos 12 centímetros de diámetro, y varias "Dunas", a modo de lunas de casi un metro de alto que reflejan luz sobre su superficie niquelada.

José Antonio Fernández presentó en bronce patinado "Bifurcaciones", semejantes al ramaje de unos arbustos, y una "Semilla", del mismo material, representación de la simiente de un fruto desconocido y de 80 centímetros de alto, ancho y largo.

Ramsés Larzábal, nacido en La Habana en 1966, presentó "Nueve estudios para la realización de una naturaleza viva", una especie de dibujo de formas rectangulares en el espacio con delgadas varillas de aluminio.

Otra suerte de dibujo en el espacio y que termina mostrando las tres dimensiones, en hierro de 215 x 218 x 120 centímetros, es "Miralejos", de J.J. (José Jesús) Moros. En cambio "Paralelepípedo magnífico", con hierro oxidado de 118 x 118 x 10 centímetros, de Vicente Antonorsi, yace sobre la grama al ofrecer un juego de figuras rectangulares.

En vez de metales, Oscar Machado plantó con concreto gris y blanco varios "Palos de Rosa", arbustos desprovistos de ramas y espinas y coronados por flores blancas.

Rafael Rangel soldó tubos de acero inoxidable en "En este caso el hijo de la banana", y Pedro Terán intervino uno de los árboles del jardín con hojuelillas de metal dorado.

La muestra "se acerca al jardín como uno de los más antiguos símbolos de la cultura, pues en su interior organizamos y controlamos la naturaleza a nuestro gusto, o pretendemos hacerlo", comentó el crítico y escritor Israel Ortega.

El jardín que recoge esta muestra acompaña las casas de trabajo, concretamente los secaderos de hojas de tabaco, hoy convertidos en espacios para el arte, en lo que fue la hacienda La Trinidad, al sudeste de Caracas, desde hace varias décadas integrada a la ciudad con urbanizaciones de clase media y áreas comerciales e industriales.

Araujo dijo que su "salida al jardín" como galerista "no significa que se nieguen o se agoten espacios públicos para la escultura, sino que el vigor del arte contemporáneo en Venezuela y en su capital ofrece campo para el trabajo del sector privado y del estatal".

"Contamos con bellísimas piezas en espacios públicos, como el "Abra Solar", de Alejandro Otero, en la plaza Venezuela (centro de la urbe) o la "Esfera", de Jesús Soto (junto a la principal autopista caraqueña) o murales en las autopistas de artistas como Víctor Hugo Irazábal y Patricia Van Dalen", argumentó Araujo.

Desarrollos semejantes, con obras de reconocidos y jóvenes talentos, se han abierto paso en las principales ciudades de provincia.

Se trata de que "la gente necesita ver otras cosas, en medio de las crisis que pudieran apreciar en el país, y por eso se abre campo para trabajar distintas propuestas, como la que los galeristas elaboramos en alianza con los artistas para mostrar su talento y también para traer muestras de arte del extranjero", concluyó Araujo.

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