CARIBE: Cuando adaptarse a los desastres es lo normal

Los habitantes de las comunidades cercanas a Trinityville, en el oriental distrito jamaiquino de St. Thomas, están acostumbrados a quedar varados durante varios días por culpa de desastres climáticos.

El Refugio Comunitario Tere Yam, en Dominica, atiende a 592 aldeanos. Crédito: Joan Joyce/IPS
El Refugio Comunitario Tere Yam, en Dominica, atiende a 592 aldeanos. Crédito: Joan Joyce/IPS
Rodeados por llanuras inundables y por numerosas corrientes hídricas, es poco lo que pueden hacer por evitar los desbordes. Sin embargo, elaboraron un plan para minimizar los efectos de los deslizamientos de tierras en sus comunidades y para reubicar los equipos y suministros de alivio para esos periodos de aislamiento.

Fuertes lluvias y huracanes afectan varias veces al año a Trinityville y a las cinco comunidades ubicadas a la sombra de la cima más elevada de Jamaica, en las Montañas Azules, dijo a IPS el director de la Asociación de Protección Ambiental de St. Thomas, Terrence Cover.

A más de 2.800 kilómetros de allí, en Wageningen, una localidad costera en el noroccidente de Suriname, los habitantes también trazaron un plan. Durante varios años, más de 100 casas del pueblo resultaron inundadas cada vez que caían fuertes precipitaciones sobre el Amazonas. En febrero instalaron remozadas compuertas que volvieran a protegerlos.

Fundada en 1949 en los bajos pantanos que se extienden a lo largo de las riberas del río Nickeri, Wageningen estaba protegida por un sistema de diques y compuertas que impedían inundaciones y desbordes.
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Sin embargo, con el tiempo esos diques y compuertas se deterioraron y quedaron permanentemente abiertos, dejando a los 6.000 habitantes de la zona vulnerables ante las inundaciones.

Con concesiones de entre 24.000 y 73.000 dólares, comunidades desde Suriname, en América del Sur, hasta Jamaica en el norte y Barbados en el este del mar Caribe, impulsan su capacidad para soportar desastres naturales.

El Fondo de Canadá para el Manejo del Riesgo de Desastres en el Caribe (CCDRMF, por sus siglas en inglés) ayuda a las comunidades pobres a diseñar e implementar proyectos de reducción del riesgo de desastres.

El CCDRMF es parte del regional Programa Caribeño de Manejo del Riesgo de Desastres del gobierno de Canadá. Fue diseñado para apoyar a organizaciones no gubernamentales y agencias de gobiernos de la Comunidad del Caribe (Caricom) en la implementación de proyectos comunitarios de pequeña escala para reducir los riesgos de los muchos peligros naturales que afectan a la región. Entre ellos, inundaciones, sequías, tormentas y huracanes.

Aunque el Caribe experimenta eventos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, posiblemente a consecuencia del cambio climático, el coordinador del Fondo, Leslie Walling, confía en que el proyecto esté marcando una diferencia.

"Se vuelve cada vez más claro que los primeros pasos hacia la adaptación al cambio climático deben ser (para) la adaptación a los actuales extremos climáticos", dijo a IPS.

Pese a la necesidad de que funcione, el proyecto de Trinityville se ha estancado por falta de la pericia técnica. Esta carencia es un tema recurrente en proyectos presentados por las comunidades jamaiquinas ante el Fondo, porque la mayoría requiere obras de infraestructura.

De hecho, con el correr de los años varios proyectos han quedado por el camino. En los últimos tiempos, el problema ha empeorado por el hecho de que las agencias estatales se resisten a aportar la pericia técnica sin tener un acceso directo a los fondos de donantes.

Además, las asignaciones de dinero a iniciativas de manejo del riesgo de desastres se brindan solamente como respuesta a impactos concretos, y los donantes no conceden fondos para pagarle al personal o para trabajos técnicos.

Es común creer que la culpa radica en la falta de un sistema que rastree los miles de millones de dólares que se gastan cada año en adaptación y recuperación, opinión que apoya Barbara Carby, directora del Centro de Reducción del Riesgo de Desastres en la University of the West Indies.

La experta regional planteó que las inversiones en medidas de adaptación son marginadas porque los resultados de las mismas "habitualmente no se ven durante muchos años, hasta que ocurre un desastre".

En otras partes de la región, las asociaciones entre agencias del gobierno, organizaciones no gubernamentales y entidades profesionales están dando sus frutos.

En San Vicente, la Rainbow Radio League, una agrupación de operadores radiales independientes, trabajó con el gobierno y otras organizaciones para crear una red de comunicaciones de emergencia, que vinculara a nueve comunidades vulnerables con agencias e instituciones cruciales, entre ellas de las vecinas islas de Martinica, Dominica, Granada y Santa Lucía.

Aunque incompleto cuando el huracán Tomás azotó las islas Windward a fines de octubre, el sistema se puso en marcha cuando los fuertes vientos desconectaron los servicios de electricidad y telefonía, dijo el coordinador del proyecto, Donald De Riggs.

Alimentada con paneles solares y turbinas eólicas, la Rainbow Radio League brindó invalorables vínculos de comunicación entre las poblaciones afectadas.

De nuevo en Wageningen, con las dos compuertas restauradas y funcionando a pleno, la comunidad no sólo está más segura, sino que además se ha asociado con el gobierno para crear un departamento técnico especial que mantenga y repare compuertas en todo el distrito.

En la costa sudoriental de Dominica, los habitantes de las comunidades gemelas de Morne Jaune y Riviere Cyrique trabajaron en colaboración con la oficina nacional de desastres y el Ministerio de Obras Públicas para crear un refugio de emergencia. Uno de los pocos certificados que existen en la región, el Refugio Comunitario Tere Yam ahora atiende a 592 aldeanos y brinda espacio para decenas de otras actividades comunitarias.

Walling aspira a crear capacidad técnica dentro de las comunidades beneficiarias, junto a los 80 proyectos cuyo financiamiento se preveía entre el inicio de 2008 y el fin en 2015.

Con 24 proyectos en varias etapas de implementación y otros 39 aptos para recibir dinero, el gerente del Fondo del CCDRM busca más aportes.

"Si no se puede hacer frente al actual huracán y a las lluvias extremas ahora, entonces no se podrá hacer frente a lo que vendrá", dijo Walling.

* Este artículo de IPS es parte de una serie apoyada por la Red de Conocimiento sobre Clima y Desarrollo http://www.cdkn.org.

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