En vísperas de una reunión clave de la Liga Árabe este viernes, el presidente estadounidense Barack Obama hace todo lo posible por salvar las conversaciones de paz directas entre Israel y Palestina.
Hay mucho en juego. Observadores creen que si las conversaciones fracasan podría estallar una nueva Intifada (levantamiento popular contra la ocupación israelí) en Cisjordania y Jerusalén oriental, donde las tensiones aumentan ante la continuada demolición de hogares palestinos.
Según una encuesta divulgada el lunes, la mayoría de los palestinos en los territorios ocupados apoyan el último ataque de Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) que mató a cuatro colonos judíos en Cisjordania.
Mientras, las acciones de acoso y vandalismo por parte de colonos judíos —incluyendo un ataque a una mezquita cerca de la meridional ciudad cisjordana de Belén el lunes—, agravan la situación.
El enviado especial de Obama a la región, George Mitchell, visita capitales árabes con la esperanza de obtener suficiente apoyo diplomático para hacer que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, regrese a la mesa de negociaciones, que abandonó luego de que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu se negara a extender su moratoria de 10 meses sobre la construcción de asentamientos en Cisjordania.
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Mientras los líderes árabes se muestran evasivos, la cúpula de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y del grupo político y militar de Abbas, Al Fatah, anunciaron tras una reunión el sábado pasado que el presidente de la ANP no retornaría a las conversaciones a menos que Netanyahu se comprometiera a congelar la construcción de asentamientos.
Washington espera que Netanyahu revierta su postura luego de los varios y valiosos incentivos que le ha ofrecido informalmente con tal de que extienda la moratoria por al menos 60 días.
El fin de semana pasado, algunos colaboradores del primer ministro sugirieron que estaba revisando su postura y que analizaría el caso con su gabinete esta semana antes de la reunión de la Liga Árabe, que se llevará a cabo en Libia este viernes.
Netanyahu también estaría siendo presionado por varías figuras clave de la colectividad judía estadounidense para que acepte las ofertas de Obama.
Los ofrecimientos de Washington "son jugosas zanahorias", dijo a IPS un funcionario de un importante grupo pro-israelí. "Está muy claro que el rechazo inicial de Netanyahu no fue bien recibido por algunos de sus amigos aquí", añadió.
Esas "zanahorias", negociadas en Washington el mes pasado entre el primer ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, y el asesor de Obama sobre Medio Oriente, Dennis Ross, incluyen varios beneficios que Israel deseaba desde hacía tiempo.
Como reveló la semana pasada David Makovsky, cercano a Ross y quien escribió un libro con él sobre el proceso de paz en Medio Oriente publicado poco antes de la asunción de Obama, la oferta incluyó una promesa de apoyar la instalación de tropas israelíes entre un eventual estado palestino en Cisjordania y la frontera con Jordania para impedir el contrabando de armas.
Washington también prometió vetar cualquier resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas crítica a Israel en el próximo año y proveerle de nuevos sistemas de armas, incluyendo misiles, aviones y satélites.
Finalmente, la administración estadounidense también se comprometió a no solicitarle a Netanyahu nuevas ampliaciones de la moratoria una vez que expire el plazo de 60 días.
La mayoría de los observadores creen que el contenido de la oferta fue deliberadamente filtrado por Makovsky a la prensa para ejercer presión sobre Netanyahu después de su rechazo inicial.
Además de sus estrechos vínculos con Ross, Makovsky es funcionario del Instituto de Washington para Políticas sobre Cercano Oriente, centro de estudios creado hace unos 25 años por el poderoso Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos.
Makovsky dio a entender además que, si Netanyahu no aceptaba las ofertas, la administración de Obama podía "explícitamente adoptar la postura defendida por Abbas, según el cual las fronteras (trazadas luego de la Guerra de los Seis Días) de 1967 debían ser la base de las conversaciones".
No obstante, Washington incluiría "algunas modificaciones, permitiéndole a Israel intercambiar (con Palestina) bloques de asentamientos adyacentes a sus ciudades por tierras dentro de las fronteras de 1967".
Esta es justamente la postura que los países árabes han querido que adopte Washington desde hace tiempo.
La oferta y la reacción inicial de Netanyahu provocaron reacciones diversas tanto en Estados Unidos como en Israel.
El analista Stephen Walt alertó que los incentivos de Obama podían terminar siendo otro golpe para su credibilidad ante los países árabes como honesto auspiciante de paz, sobre todo luego de haberse retractado vergonzosamente de su inicial demanda de un total congelamiento de la construcción de colonias en Cisjordania y Jerusalén oriental.
"Estados Unidos no sólo ha actuado de forma claramente ansiosa, sino evidentemente estúpida", escribió en su blog Walt, profesor de la Universidad de Harvard y co-autor del polémico libro "The Israel Lobby and U.S. Foreign policy" (El grupo de presión israelí y la política exterior de Estados Unidos).
"¿Cómo podría este soborno cambiar las cosas para mejor? ¿Qué es lo que creemos que cambió en estos dos meses?", añadió.
Por otra parte, representantes más belicistas del lobby israelí, incluyendo grupos vinculados con el movimiento de colonos judíos, han señalado que el paquete de ofertas de Obama carece de significado, es insuficiente y podría hasta ser una trampa.
El Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional condenó "la amenaza implícita de que si Israel no acepta el acuerdo será castigado, con el corolario de que Estados Unidos ahora condiciona su compromiso con la seguridad israelí a ser obedecido".
* El blog de Jim Lobe sobre política exterior puede leerse en: http://www.ips.org/blog/jimlobe/
