Proteger el Danubio es construir carreteras en Bulgaria

La estrategia que diseña este año la Unión Europea para desarrollar la cuenca del río Danubio es una prueba de fuego para la viabilidad de un «crecimiento verde» en el este del continente, carente de infraestructura.

Río Danubio en la frontera entre Bulgaria y Rumania. Crédito: Claudia Ciobanu/IPS.
Río Danubio en la frontera entre Bulgaria y Rumania. Crédito: Claudia Ciobanu/IPS.
La Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE), redacta la iniciativa con los gobiernos de los países cuyas poblaciones están relacionadas con el río para promover un desarrollo sustentable de la cuenca.

El Danubio es el segundo río más largo de Europa. Nace en Alemania y muere en el mar Negro, en un delta compartido por Rumania y Ucrania.

Los países involucrados en la estrategia de la UE son Alemania, Austria, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Montenegro, Moldavia, República Checa, Rumania, Serbia y Ucrania.

El primer ministro de Bulgaria, Boïco Borisov, dejó claro en una conferencia sobre la estrategia de la UE, realizada el 10 de este mes en esta ciudad, que para él la iniciativa significa construir carreteras.
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La estrategia de la UE se basa en tres objetivos interrelacionados, desarrollo socioeconómico, mejorar el transporte, impulsar las posibilidades energéticas y proteger el ambiente.

Se estima que es una de las primeras pruebas reales del concepto de "crecimiento verde", promovido por la UE como elemento central de su estrategia de desarrollo, Europa 2020.

La UE no creará nuevos instrumentos financieros para los países de la región del Danubio, pero asistirá a los nuevos miembros a utilizar los fondos de desarrollo disponibles.

Está previsto que el dinero se utilice para mejorar la navegación del río, coordinar redes eléctricas regionales, prevenir inundaciones y crear áreas protegidas. También ayudará a crear nuevas fuentes de trabajo así como preservar el empleo en el sector pesquero y en la agricultura a pequeña escala, en peligro por la creciente contaminación del Danubio y de sus riberas.

"Hay unos 100.000 millones de euros (122.000 millones de dólares) disponibles para mejorar la cuenca del Danubio y hay que ponerlos a trabajar", señaló el 10 de este mes el comisario europeo para políticas regionales Johannes Hahn en la conferencia de Ruse.

Sólo seis por ciento de los fondos que la UE destina a la asistencia técnica de los nuevos miembros fueron otorgados a los beneficiarios, indicó Hahn.

La iniciativa del bloque puede ser una ayuda necesaria para las comunidades locales y para las organizaciones no gubernamentales interesadas en preservar la biosfera, la agricultura orgánica y de pequeña escala y el turismo ecológico y cultural.

Falta medio año para que la Comisión Europea termine de redactar la estrategia y los gobiernos de Europa oriental parecen dar un apoyo superficial a los objetivos ambientales y a la participación de las organizaciones no gubernamentales.

Sin embargo, el primer ministro búlgaro dejó bien claras las prioridades de su gobierno.

"Bulgaria tiene sólo entre ocho y nueve millones de habitantes y muchas personas mueren en accidentes de tránsito porque las rutas tienen entre 10 y 15 años", señaló Borisov, anfitrión de la conferencia de Ruse.

"Tenemos que aprovechar la solidaridad europea para lo que no pudimos hacer por nuestra cuenta", prosiguió. "Grecia recibió 110.000 millones de euros (unos 135.000 millones de dólares), nosotros sólo pedimos 1.000 millones de euros (1.200 millones de euros) para salvar vidas. Bulgaria ya sufrió demasiado. Creo que merecemos poder hacer uso de esos fondos de forma adecuada", añadió.

Las declaraciones de Borisov coinciden perfectamente con las prioridades presentadas por Bulgaria a la Comisión Europea. Su propuesta contiene tres veces más proyectos de infraestructura para el transporte que ambientales.

Entre las necesidades identificadas por es país está la construcción de una circunvalación alrededor de Sofía y de cinco carreteras.

En cambio, las propuestas ambientales son vagas, como formar una "asociación para tomar medidas conjuntas con Rumania contra el cambio climático" o "implementar soluciones para proteger a las especies vegetales y animales en peligro".

El énfasis en mejorar la infraestructura de transportes no es exclusivo de Bulgaria, es típico de los nuevos miembros de la UE, señaló Irene Lucius, del programa Cárpatos-Danubio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

"Los tres objetivos de la estrategia no están integrados", remarcó Lucius.

"Los principales asuntos son el transporte y la navegación del Danubio, por presión de intereses empresariales y del gobierno. Pero se corre el riesgo de perder la oportunidad que ofrece la UE de fomentar el desarrollo sustentable", añadió.

"Es importante la navegación del Danubio, pero tenemos que tener cuidado en cómo se promueve y el papel que desempeñará en comparación con las vías férreas", remarcó Lucius.

"La navegación fluvial puede considerarse una alternativa viable al transporte carretero sólo si se consideran las emisiones de dióxido de carbono y las consecuencias locales sobre el ecosistema del río", alertó una coalición de organizaciones no gubernamentales, entre las que está WWF.

"Los proyectos de navegación, que requieren reglamentar el uso del lecho y la orilla del río, trastocan los múltiples servicios que los ríos ofrecen a la sociedad, como agua potable, control de la inundaciones, oficiar de filtro natural contra la contaminación y respaldo a la pesca sustentable", arguyó la coalición, en una carta publicada a fines de 2009.

El Danubio da de beber a 10 millones de personas.

Se estima que la contaminación y la mala gestión de los ríos destruyeron alrededor 80 por ciento de los pantanos y de las tierras anegables de la región del Danubio en el último siglo, con graves consecuencias negativas sobre la pesca, el control de inundaciones y la purificación del agua.

Las organizaciones no gubernamentales podrían contribuir a solucionar esos problemas, pero no pueden hacerlo porque en países como Bulgaria y Rumania tienen muy poco peso político, a diferencia de lo que ocurre en Europa occidental y hasta en las naciones del Báltico, dijo Lucius.

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