El aprendizaje de acrobacias aéreas ayudó a la mexicana Atenas Padilla, de 13 años, no sólo a superar su miedo a las alturas sino también a ser más tolerante y creativa.
"Al principio me sentía nerviosa, porque tenía miedo, pero me adapté rápido", relató a IPS esta estudiante del primer grado de secundaria y asistente al taller que la organización no gubernamental Machincuepa Circo Social desarrolla desde 2002 en la comunidad Ampliación Las Águilas Tarango, en el occidente de la capital mexicana.
Machincuepa, que significa "pirueta" o "marometa" en lengua náhuatl, trabaja en la comunidad hace ocho años para atender a niños, niñas y jóvenes en situación de riesgo.
La organización es socia del proyecto Circo del Mundo Programa de Acción Social, creado en 1995 por la compañía canadiense Cirque du Soleil (Circo del Sol) y que ya está en 50 ciudades alrededor del mundo. En América Latina también se ejecuta en Brasil, Chile y Honduras.
"Desarrollamos nuestra propia metodología y nos centramos en la prevención y en el desarrollo de capacidad de respuesta para anticiparse a situaciones de riesgo", explicó a IPS Juan Hernández, director de Machincuepa y uno de sus fundadores en 1999.
Con espacio para atender a 170 niñas, niños y adolescentes de 8 a 17 años, los talleres de la institución han abarcado a 1.400 aprendices desde su nacimiento.
El circo social mezcla la pedagogía, la psicología y la intervención comunitaria, y proviene del "nuevo circo" surgido en los años 70 en Europa, que fusiona la expresión corporal con las artes escénicas y una narrativa que le da hilo a una historia.
Las Águilas Tarango, habitada por unas 4.600 personas en la delegación Álvaro Obregón, una de las 16 que forman la capital mexicana, se localiza en un barranco y se caracteriza por el hacinamiento, la incidencia delictiva y escasos espacios de esparcimiento, como parques.
Un "barrio bravo", como se les llama en la jerga citadina, donde 18 por ciento de los estudiantes concluyen la educación secundaria y sólo cuatro por ciento tienen formación universitaria.
Héctor Moreno, de 15 años y estudiante del tercer grado secundario, ha estado en el programa durante dos años. A él también asiste su hermana Sonia, de 14.
Su especialidad son los zancos. "Al principio, me costó un poco, pero aprendí a controlarlos. Ahora tengo más agilidad", contó a IPS.
En instalaciones cedidas por el gobierno de la delegación, los instructores de Machincuepa imparten clases de acrobacia, equilibrio, malabarismo, destrezas aéreas y rutinas de payasos en tres sesiones semanales de dos horas de duración.
Cada sesión se inicia con una bienvenida y un intercambio grupal, luego prosigue un calentamiento y acondicionamiento físico. La tercera fase es la práctica de una técnica específica y la jornada concluye con una plática de cierre y la limpieza del área.
"Ha sido significativo que el proyecto permita que los jóvenes hagan la distinción de género y asuman esas diferencias", indicó a IPS Jorge Domínguez, uno de los instructores y coordinador del programa de género dentro del programa.
Machincuepa ejecuta programas de capacitación institucional a otras organizaciones, talleres, espectáculos privados y labor académica, que incluye un diplomado de circo social de 120 horas de duración a lo largo de cinco módulos.
México tiene una fuerte tradición circense. Pero no fue sino hasta 2008 cuando el gubernamental Consejo Nacional para la Cultura y las Artes le otorgó estatus artístico, permitiendo que proyectos relacionados con esa actividad puedan acceder a financiamiento público.
El presupuesto anual de Machincuepa es de unos 240.000 dólares, aportados por la venta de materiales, presentaciones para empresas, fondos públicos y donaciones privadas. Cirque du Soleil aporta uno por ciento de sus ingresos anuales al programa global del Circo del Mundo.
"Hemos visto resultados positivos en el comportamiento de los jóvenes, la forma en que se relacionan entre ellos, cómo se apropian del programa y cómo lo comparten", apuntó Hernández.
Uno de los temas pendientes para la organización es el seguimiento a los egresados del programa, para conocer qué ocurrió con sus vidas luego de pasar por el circo social.
"Machincuepa debe plantearse cómo terminar el ciclo que ha durado más de ocho años y apoyar el fortalecimiento comunitario rompiendo con relaciones de beneficencia y fomentando la organización comunitaria, para que los talleres tengan un impacto más profundo y significativo", planteó la mexicana Sarya Luna en su tesis para egresar de la Facultad de Psicología de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México.
Las vivencias de los participantes están plasmadas en el volumen "Jóvenes comprometidos en América", editado por Norma del Río y Nathalie Coutu, que recoge testimonios de jóvenes que se involucraron en programas sociales en la región.
Machincuepa ganó en 2005 la Feria del Desarrollo organizada por el Banco Mundial y ese mismo año fue elegido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para sumarse a la iniciativa global "Educación de los niños en riesgo".
En 2006, fue finalista del certamen "Visionaris, Premio UBS al emprendedor social", concedido por el banco suizo UBS y la no gubernamental Ashoka.
Hoy también forma parte de la innovadora Escuela de Circo Indígena, junto al legendario Circo Atayde Hermanos y a los organizadores del festival cultural Cumbre Tajín, que tiene lugar cada año en el sudoriental estado de Veracruz.