El desarrollo constante de la tecnología digital cambió radicalmente el escenario audiovisual contemporáneo, al punto de romper la histórica dependencia de la industria que por décadas lastró la obra de importantes cineastas en todo el mundo.
Así lo ve el cubano Sergio Benvenuto, director del Festival Internacional del Cine Pobre "Humberto Solás", quien ha podido constatar cómo el "indiscutible proceso de crisis en la industria cinematográfica mundial" se ha visto acompañado de "una explosión del cine de autor, del cine alternativo".
"El cineasta empieza a tener esa libertad que ha tenido siempre el artista plástico. Vendas o no, tengas la posibilidad o no, siempre te da para comprar la tela, los pinceles y la pintura y puedes pintar. O el teatrero que puede montar un monólogo y sobrevivir espiritualmente", dijo Benvenuto a IPS.
"Cada vez con mayor frecuencia sucede que los actores y técnicos se suman a los proyectos a riesgo, en algunos casos incluso como productores. Aportan su trabajo y, si económicamente les va bien, ahí está la retribución y, si no, está la obra. La realidad es que el autor ya es autónomo y no tiene que esperar años por la industria", añadió.
Para Benvenuto, a las instituciones dedicadas a la producción cinematográfica les ha quedado una sola alternativa y es "ir al cineasta, comprenderlo y dialogar con él, porque el realizador se va a seguir expresando de todas maneras, va a poder alternar su relación con la industria y la opción de no parar".
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La relación entre cine independiente, nuevas tecnologías digitales e industria estuvo en el centro de los debates realizados durante el VIII Festival Internacional del Cine Pobre, realizado del 19 al 25 de abril en la ciudad de Gibara, a 775 kilómetros de La Habana.
Aunque el encuentro recibió menos obras que en años anteriores, especialistas coincidieron en valorar la muestra como la mejor desde la apertura de este espacio dedicado al cine "de bajo presupuesto, pero alta calidad artística", ideado por el cineasta cubano Humberto Solás (1942-2008).
Con esos principios, el festival de Gibara se convierte cada año, junto a la Muestra Nacional de Nuevos Realizadores, en los espacios propicios dentro del contexto nacional para la confluencia de aquellos audiovisuales que se producen al margen del Instituto Cubano de Industria y Arte Cinematográficos (Icaic).
Para el especialista Rufo Caballero, "el Icaic capitalizó la totalidad de la creación cinematográfica hasta fecha todavía reciente, en que amparada por las nuevas tecnologías y el talento fresco comenzó a desarrollarse una producción emergente, desvinculada ya del aparato productivo de la institución".
"Hoy la ingobernabilidad del audiovisual cubano impone a la política cultural del país el desafío de resolver su mediación entre los creadores y las instituciones de modo que impere la comprensión y la negociación. Solución que deberá manifestarse también en el terreno de la difusión y distribución", añadió Caballero durante un debate en Gibara.
En los fragmentos de un libro en preparación por el director del Icaic, Omar González, publicados en el sitio web del Festival Internacional del Cine Pobre, se reconoce que las instituciones no estaban preparadas para el "sobresalto" provocado por el impacto de la tecnología digital.
"El esquema institucional de producción se ha pulverizado por el advenimiento de las nuevas tecnologías, por la formación, el acceso, el desarrollo de las fuerzas creadoras y por la aparición de nuevas generaciones que dominan todos los procesos necesarios para elaborar un producto audiovisual", afirmó González.
Según el funcionario, "las instituciones están llamadas a un cambio rotundo para mantener su vigencia y su utilidad".
Se trataría, entonces, de propiciar una coexistencia armónica entre la creación independiente y las instituciones porque, de que los espacios de difusión y promoción se pongan en función de lo que todo lo que se produce con "una voluntad integradora" y una selección no paternalista.
Más allá de la relación institución-artista, las nuevas tecnologías han facilitado un auge de un cine crítico, involucrado con su entorno, alejado de los compromisos y limitaciones que, en muchos casos, impone la realización de obras más comerciales, vinculadas a las grandes industrias.
La distribución también comienza a tomar otros rumbos con la posibilidad de la reproducción en formato digital en las tradicionales salas de exhibición o proyectos alternativos que acercan el audiovisual a las comunidades, como es el caso de Cine Carretero, una iniciativa que ha llegado a varios países de América Central.
Así, "lo alternativo" pasa de ser una simple declaración. Según Caballero, por un lado, se trata de una forma de producción en las márgenes de la corriente principal de la industria o independientemente de las instituciones rectoras, y por otro, se manifiesta como un modo diferente de expresión en el ámbito de lo estético.
Tras reconocer que el medio cinematográfico se encuentra en un momento de debate y reinterpretación, Benvenuto llamó a "tomar distancia", priorizar la calidad de la obra independientemente de quién y cómo la haga y "entender que el audiovisual y el arte en general tiene que ser polémico".
"Al audiovisual no se le puede exigir no equivocarse. El reto de equivocarse en una perspectiva es legítimo en el arte y no se puede coactar esa posibilidad. El audiovisual debe seguir siendo una continua provocación al pensamiento, al debate, al diálogo, a conversar, a entendernos y a cambiar", comentó.