Promesas femeninas para municipio boliviano de Oruro

Dos periodistas interpretaron el desencanto y la rabia contenida de los habitantes de la minera ciudad boliviana de Oruro y, tras ser electas alcaldesa y primera concejala, se proponen desarmar la corrupción institucionalizada y volcar su trabajo hacia los más pobres.

En las faldas de una montaña, donde las rojizas rocas hablan de estaño, tiene su hogar la alcaldesa electa de Oruro, la periodista Rossío Pimentel, representante del novel Movimiento Sin Miedo (MSM), fundado por un ex aliado del gobierno izquierdista del aymara Evo Morales.

Desde allí, a 3.750 metros sobre el nivel del mar, observa la extensa planicie de la región occidental de Bolivia, donde habitan unas 236.000 personas.

La ciudad capital del departamento homónimo sintió el vuelco de las previsiones electorales el 4 de este mes, cuando el candidato favorito del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), Félix Rojas, cayó ante una inesperada reacción popular que alentó la candidatura de Pimentel.

La periodista, que obtuvo 48.372 votos frente a 41.382 de Rojas, fue la primera sorprendida al comprobar que la popularidad ganada durante 19 años tras los micrófonos y pantallas de televisión ahora le reclamaba traducir las denuncias contra la corrupción en acciones para erradicarla.
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Como no estaba segura de ganar, eligió a su colega Mónica Aramayo como candidata para obtener al menos un escaño en el Concejo Municipal y construir desde allí una plataforma para defender las aspiraciones de los habitantes de la antigua capital de los ferrocarriles y el estaño.

Pero se impusieron en las urnas y asumirán sus cargos el 31 de mayo.

En diálogo con IPS, Pimentel explicó las razones de su ingreso a la política.

Influyó, dijo, la actuación contradictoria del presidente Morales, quien indujo a la ciudadanía a votar contra las autonomías regionales en 2006 y posteriormente abogó por su aprobación en las elecciones de diciembre del año pasado. La alcaldesa electa también recordó la frustrada destitución del prefecto (gobernador) de Oruro, Alberto Aguilar.

Pese a perder por un estrecho margen el referéndum revocatorio de agosto de 2008, Aguilar fue declarado vencedor por una interpretación de la Corte Departamental Electoral.

"No éramos escuchados", apuntó.

Un movimiento de mujeres descontentas con las acciones de los políticos, a las que se sumaron transportistas y amas de casa, postularon su nombre al Movimiento Sin Miedo, el partido del alcalde de La Paz, Juan del Granado, ex seguidor de Morales.

El escaso impacto en los tribunales de sus denuncias se cuenta entre sus frustraciones como periodista.

Menciona la flexibilidad de la justicia y de los fiscales, que en lugar de acusar al alcalde en funciones, Edgar Bazán, por irregularidades administrativas, terminaban negociando una declinatoria a cambio de un empleo para algún familiar, aseguró.

"Yo sólo lo denunciaba, pero nada cambiaba. El alcalde salía libre de todo proceso", lamentó.

La presencia de Pimentel en la política quebró la creciente popularidad del partido de Morales, quien confiaba obtener la alcaldía y la prefectura de Oruro, pero debió conformarse sólo con este último puesto, que estará al mando de Santos Tito.

Gracias al caudal de votos recibido, el Movimiento Sin Miedo se encumbró al segundo lugar de las preferencias después del MAS, consolidándose como el principal partido opositor.

"No importaba perder. Valía la pena luchar y dar un ejemplo a los hijos frente a tanto sometimiento", señaló la alcaldesa electa, quien empleó pocos recursos en propaganda y recibió el respaldo de humildes mujeres y hombres identificados con sus inquietudes.

Al recordar la historia de las luchas sociales, se emociona y dice: "En muchas ocasiones pusimos (ofrendamos) la vida de los mineros, entonces cómo no íbamos a dar la cara, de pie y con dignidad".

En el Concejo Municipal, Mónica Aramayo, con el antecedente de 22 años de trabajo en periódicos y agencias de noticias, se propone fiscalizar y poner fin a los actos de corrupción.

Ha trazado un plan para transformar la alcaldía en una institución que escuche y trabaje con las organizaciones sociales, a través de un modelo de administración municipal participativo.

La gente se quejaba porque les impedían el acceso a la prefectura y la alcaldía, "pero si desean saber de nuestro trabajo, pueden ingresar a nuestras oficinas porque no tenemos nada que esconder", prometió.

Aramayo asegura que realizará una gestión diferente a la del alcalde saliente Bazán, "quien llega a su oficina en un vehículo oficial y no transita por las calles destrozadas. No seremos autoridades de escritorio", aseguró.

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