ENERGÍA-MÉXICO: Humo ecológico

Las llamadas estufas o cocinas ecológicas aparecen, según expertos, como una buena opción para disminuir el consumo de leña en México, el segundo país más cortador de árboles de América Latina, después de Brasil.

Uno de los modelos en uso en este país norteamericano es la estufa Onil –bautizada así por su diseñador, el estadounidense Donald O'Neal—, la cual forma parte de un nuevo conjunto de aparatos para cocinar ahorradores de materia prima contaminante como la leña.

La organización no gubernamental Helps International, nacida hace 26 años y cuya sede se encuentra en la ciudad estadounidense de Texas, fronteriza con México, instaló en abril pasado una fábrica de cocinas ecológicas en esa localidad de 7.388 habitantes.

"Al principio hubo resistencia a usar la nueva tecnología, por la parte cultural, pues la gente estaba acostumbrada a cocinar en el fogón tradicional dentro de la vivienda y con gran consumo de leña", dijo a IPS el vicepresidente de desarrollo internacional de Helps, Richard Grinnell.

Estas cocinas —también llamadas estufas en México, pese a que no sirven para calefaccionar— bajan hasta 60 por ciento el empleo de astillas de madera e impiden que el humo se extienda por la vivienda, pues éste sale por la chimenea incorporada a la estructura de la estufa.

Así, mejoran la salud de los usuarios y ayudan a conservar el ambiente.

Entre las principales causas de mortalidad infantil en México figuran las infecciones respiratorias agudas. Cerca de 1,6 millones de mujeres, niños y niñas están expuestos al humo en los hogares, según cifras del gobierno.

Unos 28 millones de personas queman leña para uso doméstico en este país norteamericano, lo que equivale a 2,5 kilogramos diarios por persona.

México cuenta con 56 millones de hectáreas de bosques, de los cuales se deforestan anualmente más de 500.000 hectáreas, cifra que lo ubica detrás de Brasil en esta materia.

"La propuesta de esta tecnología limpia implica ahorrar leña, reducir el consumo y hacer que los gases de la combustión se vayan fuera de la cocina", explicó a IPS el coordinador del Programa de Energía Rural del no gubernamental Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada (GIRA), Víctor Berrueta.

Los investigadores de GIRA, asentado en la localidad de Pátzcuaro, ubicada en el estado de Michoacán a 325 kilómetros al noroeste de la capital mexicana, diseñaron el modelo Patsari, que en lengua indígena purhépecha significa "la que guarda", por su capacidad de conservar el calor.

El esquema estándar de las llamadas ecoestufas consiste en un cascarón de ladrillo y cemento, una cámara de combustión donde se coloca la leña, fogones metálicos y un conducto para el humo.

El científico estadounidense Larry Winiarski, director técnico del Centro de Investigación Aprovecho, fundado en 1976, inventó la estructura y diseñó los principios detrás de este tipo de artefactos.

Los aparatos modernos provienen de la "Lorena", surgida en Guatemala a mediados de los años 70 y cuyo nombre emana de los materiales de fabricación: lodo y arena. Así, la Onil y la Patsari son versiones mejoradas de su predecesora, aunque la segunda se diferencia en que es construida en el hogar con componentes locales.

En los últimos años, se ha abierto el grifo de los diseños ecológicos, al saltar al mercado varios modelos, como la Chiantli, Citlali, Justa, Xamixtli, que significa "ladrillo" en lengua indígena náhuatl, y la Túumben K'óoben, "fogón nuevo" en maya.

En cientos de hogares rurales mexicanos, la única opción energética es la leña.

"La leña sigue siendo el combustible de los pobres. Pero no hay que culpar a la víctima, al reducir la pobreza se reducirá el uso de leña", dijo a IPS representante regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el brasileño José Graziano da Silva.

De los más de 2.500 municipios del país, 150 exhiben un muy alto consumo de leña, 450 localidades un alto consumo y 300 un uso mediano.

GIRA ha instalado unas 30.000 estufas en México, mientras que Helps va por las 15.293. De su planta en Santa María Rayón salen 230 máquinas semanales, mientras que sus dos fábricas en Guatemala hornean 160 al día.

"El seguimiento es la fase más importante. Capacitamos en las comunidades para que aprendan a usarlas, a darles mantenimiento, a desarrollar destrezas locales", señaló Grinnell.

El gubernamental Programa Especial de Cambio Climático contiene la meta para 2012 de 500.000 cocinas ecológicas instaladas para mitigar las consecuencias del cambio climático.

"El consumo de leña es diverso y existen especies que son preferidas sobre otras por su buena combustión y no emisión de mucho humo. No podemos generalizar el motivo del uso de leña como causante de la deforestación, sin embargo es un determinante de ella", dijo a IPS Rafael Ortiz, académico de la estatal Universidad Autónoma de Yucatán, del estado del mismo nombre, a unos 1.300 kilómetros al sureste de la capital mexicana.

Un estudio del gobierno sobre la eficiencia y la seguridad de las estufas, próximo a publicarse, examinó cuatro modelos y encontró que las más eficaces son la Onil y la Patsari, por encima de la Chiantli y la Citlali. La Secretaría (ministerio) de Desarrollo Social ha licitado desde 2009 la compra de los aparatos, pero los concursos se han centrado más en el factor precio que en la eficiencia o la durabilidad, según sus críticos.

"Han surgido estufas que no han sido experimentadas en laboratorio ni probadas en el campo. Las estufas tienen que ser evaluadas, hay que poner parámetros mínimos de funcionamiento. Cualquiera que se distribuya con fondos públicos tendría que contar con una certificación", planteó Berrueta.

Una dificultad estriba en la inexistencia de una norma oficial sobre estufas ecológicas. Por ello, cada fabricante la puede ensamblar según su criterio, a partir de que ninguno de sus componentes ha sido patentado.

"Los gobiernos no deberían entregar estufas, sino concienciar sobre los problemas existentes", destacó Grinnell.

Graziano da Silva consideró que los también llamados ecofogones son una buena herramienta, pero deben ser probados antes de su distribución.

La Onil cuesta unos 140 dólares, mientras que la Patsari unos 76 dólares. En ambos casos, hay subsidios de ONG y del gobierno para su instalación.

Ambos proyectos se preparan para calificar para la emisión de bonos de carbono por reducción de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero responsable del aumento de la temperatura planetaria.

Una estufa Onil equivale a la detención de 2,86 toneladas de CO2 anuales, mientras que el indicador para la Patsari es de entre tres y cinco toneladas por año.

Aunque el académico Ortiz reconoció que la proliferación de las cocinas ecológicas puede generar cierta presión sobre el consumo de leña, consideró que éstas son una mejor opción comparada con la introducción de las eléctricas en los hogares rurales y la reforestación.

En 2004 O'Neal recibió el Premio Ashden de Energía Sostenible, una suerte de Óscar a la ecología que entrega cada año la fundación británica del mismo nombre. GIRA lo levantó en 2006 y el Centro de Investigación Aprovecho en 2009.

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