DDHH-PAKISTÁN: Personas transgénero iguales ante la ley

Vestida de mujer y con un aro en la nariz, Shahzadi se acomoda el velo sobre su cabeza mientras ingresa al Consejo del Cantón de Clifton, una oficina estatal de Pakistán que la contrató tras un fallo histórico de la Corte Suprema de Justicia que reconoció la igualdad ante la ley de las personas transgénero.

Con un delicado dibujo de henna (alheña) naranja en las manos, esmalte rosado en las uñas y coloridas pulseras de vidrio en las muñecas, Shahzadi pasaría fácilmente por una mujer en esta oficina donde predominan los hombres.

"En mi tarjeta nacional de identidad hay una foto mía como mujer, pero señala que mi género es el masculino", explicó Shahzadi, de 38 años.

El Consejo tiene la difícil tarea de recaudar los impuestos y tasas municipales de los residentes o empresas morosas de la acomodada zona de Clifton, en esta sureña ciudad portuaria de Karachi, a unos 1.000 kilómetros de la capital, Islamabad.

Shahzadi y sus tres amigas, Nasira, de 31 años, Aini, de 35, y Riffi Khan, de 33, son las primeras personas transgénero contratadas por esta oficina pública, después de que la Corte Suprema ordenara en julio de 2009 el reconocimiento de los derechos de este colectivo marginado en la sociedad pakistaní.
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Las personas transgénero – travestis y transexuales, entre otras – se identifican con un género (hombre, mujer o ninguno) distinto al biológico. Esto no implica ninguna forma específica de orientación sexual, ya que pueden identificarse como heterosexuales, homosexuales, bisexuales o asexuales.

"A nosotras nos contrató el departamento que recauda los impuestos de los evasores", explicó Shahzadi a IPS. Su supervisor, Kazi Aftab, explicó que una "mayoría de evasores ricos" le deben mucho dinero a la oficina estatal.

"Aunque (los evasores) no sienten vergüenza por no pagar sus impuestos, ver a los transgénero en sus puertas los incomodará mucho y pagarán lo que deben", aseguró. La idea de emplear a las personas transgénero en el departamento de recaudación de impuestos fue aplicada por primera vez en el estado indio de Bihar, en 2006, donde las contrataron para cantar y aplaudir afuera de las viviendas de los morosos, como una forma de intimidarlos.

"No, nosotros no vamos a cantar y aplaudir. Por lo menos, no gratuitamente", explicó Khan riéndose.

A un mes de ser contratadas, las cuatro siguen en etapa de entrenamiento. Por ahora, su alegría no conoce límites ante el hecho de tener un empleo. "Ahora hay algo que me hace ilusión cada mañana cuando me levanto", suspiró aliviada Nasira. "Por fin tenemos un trabajo decente, como al resto de ustedes".

Hasta el momento no ha habido incidentes desagradables en la oficina, como silbidos o miradas recelosas o despectivas, aunque ellas lo temían, agregó.

"Preparamos al personal de antemano y les advertimos que se tomarían medidas severas si les decían cualquier cosa inapropiada", señaló el supervisor Aftab.

A las personas transgénero empleadas también se les garantiza protección, incluso después del horario de trabajo. "Pueden llamarme por teléfono las 24 horas del día en caso de sufrir acoso. Minutos después de una llamada, un equipo móvil acudirá al lugar para rescatarlas", explicó.

Una vez que queden confirmadas en sus puestos, las empleadas recién designadas del Consejo de Clifton recibirán beneficios de vivienda y transporte. Ya tienen cobertura de atención médica.

Ridiculizadas y despreciadas, las personas transgénero se han visto obligadas a vivir al margen de la sociedad, y para ganarse apenas la vida recurren a la prostitución, a los bailes vulgares, al canto o incluso a pedir limosna cuando se produce un nacimiento, a cambio de su bendición.

"Antes nos ganábamos la vida cantando y bailando en bodas y fiestas. Lo seguimos haciendo. Pero ahora con tantas mujeres que se sumaron a esta profesión, no podemos competir", dijo Nasira.

Por lo tanto, muchas no tienen más remedio que recurrir a la prostitución y la mendicidad.

"El espacio para obtener un salario digno se ha reducido para nosotras", señaló Khan, quien es una excepción en su comunidad, porque cuenta con una doble maestría en ciencia política y economía. A pesar de eso, nunca consiguió un empleo acorde a su educación.

Sus trabajos previos, de recepcionista en dos hospitales de Karachi, duraron poco. "Cuando la administración supo de mi condición, pese a que me vestía de hombre, sólo me dijeron que me fuera", recordó Khan.

El fallo de la Corte Suprema respondió a una pedido presentado por jurista religioso Aslam Khaki.El tribunal ordenó al gobierno que apoyara a las personas transgénero financieramente mediante iniciativas sociales, como el Programa Benazir de Apoyo al Ingreso, llamado así en honor de la asesinada ex primera ministra Benazir Buttho y que desde 2008 destina unos 425 millones de dólares a los más pobres.

Como primer paso, ordenó a los departamentos de seguridad social de las cuatro provincias del país que realicen un censo nacional para determinar el número exacto de personas transgénero que viven en Pakistán, cuya población supera los 180 millones de habitantes.

"La Corte Suprema también nos prometió instalaciones médicas, planes de microcrédito, una cuota de trabajo de dos por ciento en todos las áreas del Estado y la inclusión del tercer género en la tarjeta nacional de identidad", agregó Bindya Rana, una respetada dirigente de su comunidad.

Rana, junto con la activista Almas Bobby de la localidad de Rawalpindi, en la centro oriental provincia de Punjab, ha sido la verdadera fuerza impulsora del histórico fallo.

"Es un gran paso en la dirección correcta", destacó Rana, que hace sólo dos meses registró su primera organización no gubernamental, la Alianza Interactiva de Género.

"Es un paso que deberían haber dado los políticos y activistas de derechos humanos", dijo Bobby, que calcula la población transgénero de Pakistán en aproximadamente 400.000 personas.

La decisión de la Corte Suprema permitió cambios iniciales fundamentales, pero las personas transgénero y los activistas siguen preocupados por las medidas futuras que deberán adoptarse para que se reconozca la plenitud de derechos del colectivo.

"Hasta que resolvamos el tema de la tarjeta nacional de identidad, con la inclusión de una tercera opción de género, junto al masculino y al femenino, no lograremos avanzar", aseguró Rana.

Sin ese reconocimiento formal, las personas transgénero no podrán obtener apoyo financiero de los programas estatales ni encontrar empleo, sostuvo.

"La tarjeta de identidad hay que mostrarla para todo en este país: para tramitar el pasaporte, adquirir una parcela de tierra o incluso para votar o presentarse una candidatura a las elecciones. Y nosotras no la tenemos", explicó Rana.

Pero las activistas están dispuestas a luchar el tiempo que sea necesario por sus derechos. "Hemos esperado 62 años, ¿qué son unos meses más o menos?", señaló Bobby, en referencia al tiempo transcurrido desde la independencia pakistaní en 1947 hasta el fallo de la Corte Suprema en julio pasado.

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