«El cambio climático es una oportunidad de abordar todos los asuntos de equidad y justicia por los que hemos luchado», dijo a IPS Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace Internacional.
«Y tal vez es por esto que hay tanta resistencia de los países ricos: ellos saben que si hacen lo correcto en Copenhague tienen que empezar a compartir el poder económico y a tener un sistema de comercio más equitativo, porque todas esas cosas tienen que venir a continuación. De otro modo no se puede abordar el cambio climático», sostuvo.
IPS dialogó con Naidoo en Copenhague, donde desde el día 7 y hasta este viernes se desarrolla la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15).
IPS: Faltando tan poco para que finalicen las negociaciones en Copenhague, los líderes mundiales parecen reticentes a comprometerse con un tratado para la reducción de emisiones de gases contaminantes que sea justo, ambicioso y legalmente vinculante. ¿Por qué?
KUMI NAIDOO: Los países industrializados todavía están en una negación de su responsabilidad, aunque la reconozcan formalmente. Lo primordial es que tenemos un apartheid económico mundial y que, esencialmente, aquí estamos viendo una suerte de apartheid climático.
Son los gobiernos de los países industrializados los que no se preocupan. Los públicos de esos países ven la injusticia de esto. Los gobiernos de las naciones ricas no sólo traicionan a los pueblos de las naciones pobres, sino también a sus propios ciudadanos, además de a la democracia.
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IPS: ¿Usan a sus públicos como excusa para no actuar?
KN: Totalmente. Y eso se señaló el sábado, 12 de diciembre, con todas las movilizaciones que se realizaron en todo el mundo.
El grado de esas movilizaciones muestra que ahora se está generando un impulso. Lo más importante es que no fueron sólo los sospechosos de siempre (Greenpeace, Amigos de la Tierra, el Fondo Mundial para la Naturaleza —WWF— y otras organizaciones ambientales), sino que también (protestaron) iglesias, sindicatos y organizaciones que promueven el desarrollo, que tradicionalmente no se centraban en el ambiente.
IPS: ¿Es decir que el ambiente funciona como un catalizador para un movimiento global?
KN: Sí. Porque la gente puede ver las interconexiones. ¿Cómo podemos tener derechos humanos si el planeta es inhabitable? ¿Cómo progresamos en materia de desarrollo si cada avance logrado se pierde?
Miremos a Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo. Tuvo enormes innovaciones, logradas por la comunidad de organizaciones no gubernamentales. Pero muchos de esos avances ya se revirtieron por los efectos del aumento del nivel del mar, que está contaminando el agua y causando escasez de este suministro.
Tomemos como ejemplo la igualdad de género. En África el cambio climático ya tiene un impacto devastador sobre la agricultura. Los más vulnerables son los pequeños agricultores, y muchos de ellos son mujeres.
Una de las cosas a las que los países ricos no le prestan atención es que el cambio climático ya ha conducido a conflictos, y continuará aumentándolos porque, tristemente, las nuevas guerras no serán por el petróleo sino por el agua.
La gente siempre ve al genocidio de (la occidental región sudanesa de) Darfur como un conflicto étnico, pero se olvida de que el lago Chad, lindante con Darfur, fue uno de los mayores mares mediterráneos del mundo, y ahora está prácticamente seco. La escasez de agua, junto con la escasez de tierras, es uno de los mayores vectores del trágico conflicto de Darfur.
Actualmente Estados Unidos gasta 30.000 millones de dólares anuales sólo en la guerra en Afganistán. Si le preocupa la clase de dinero que estamos pidiendo, entonces ¿qué sentido tiene gastar dinero en guerras, conflictos militares y resolución de conflictos, cuando en realidad puede crear reales oportunidades de vida para personas desesperadamente pobres y socialmente excluidas? Abordar eso será una manera de prevenir conflictos y guerras.
IPS: El cambio climático es un importante asunto de seguridad
KN: Es un asunto de seguridad fundamental, (pero) aunque todos lo sepan, lamentablemente la cumbre no le ha prestado suficiente atención.
En definitiva, es una cuestión de voluntad política. Si hace meses podían movilizar billones de euros para rescatar a los bancos, ¿por qué no pueden movilizarse del mismo modo para salvar vidas y convertir esta crisis en una oportunidad?
Porque aquí hay una oportunidad real. Si hacemos serias inversiones en energía solar, es muy probable que dentro de los próximos 20 años África, y particularmente su región septentrional, puedan exportar energía a Europa.
Todos los países industrializados, particularmente la Unión Europea como colectivo —y, dentro de ella, Alemania— y Estados Unidos, se han comportado patéticamente, en especial considerados en un marco de justicia. Los países en desarrollo han sido los menos responsables por la situación en que nos hallamos, y son los que están pagando primero, y el precio más brutal.
Si no llegamos a un tratado justo, ambicioso y vinculante aquí, estaremos extendiendo una sentencia de muerte para los pequeños estados insulares y los países menos adelantados.
IPS: Tal como están las cosas, parecería que los líderes mundiales están por firmar esa sentencia.
KN: Deberíamos recordar que hace dos años, en un momento similar de la conferencia (climática) de Bali, la gente era aún más pesimista. Fue el último día que la presión moral procedente de la intervención de Papúa Nueva Guinea obligó a Estados Unidos a transigir, en las primeras horas de la mañana.
En algunas culturas se dice que «no se termina hasta que canta la señora gorda». Yo digo que «no se termina hasta que canta el señor delgado de Washington». Así que ya veremos cuando llegue él (el presidente de Estados Unidos, Barack Obama).
IPS: ¿Qué piensa usted de que se haya excluido a las organizaciones no gubernamentales del centro de negociaciones en los últimos tres días de la conferencia?
KN: Pienso que las acciones contra las organizaciones no gubernamentales representan una traición a la democracia, al contrato informal que la sociedad civil tiene con la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esto es desesperadamente injusto y cruel, especialmente para las organizaciones no gubernamentales pequeñas.
Para ellas, que han pasado este año ahorrando dinero y preparándose para venir aquí, ser botadas de un modo tan brutal y poco ceremonioso, y sin ningún sentido de la dignidad, es realmente una gran traición. Es muy doloroso ver cómo se ha tratado a algunas de las organizaciones civiles más pequeñas presentes aquí, personas que han aportado las voces más auténticas.
Para mí ha sido muy doloroso estar aquí adentro. He pensado en retirarme. Pero si se quiere lograr algún movimiento en las negociaciones, tenemos que usar toda la capacidad que tenemos, por limitada que sea.
No podemos culpar al gobierno danés de la exclusión de las organizaciones no gubernamentales. Aquí estamos en un espacio de la ONU, y la ONU debería saber muy bien que esta conferencia no se habría realizado sin las actividades de la sociedad civil durante décadas. Los jefes de Estado no estarían aquí si no fuera porque el año pasado nosotros los presionamos en prácticamente todos los países para que vinieran aquí, porque este tema es demasiado importante para dejárselo a los delegados.
La legitimidad de cualquier resultado al que se llegue aquí también se verá debilitada si se hace a puertas cerradas, a espaldas de la gente y de la sociedad civil.
La ONU tiene que darse cuenta de que, aunque por algún ardid de último minuto se acuerde un tratado justo, ambicioso y vinculante, el mundo real empezará a implementarlo realmente al día siguiente.
¿Y quiénes lograrán que los gobiernos se hagan responsables y complementarán su capacidad, si no las organizaciones no gubernamentales?