China se comprometió a hacer todo lo posible para ayudar a los países de África a superar la pobreza y a combatir amenazas como el cambio climático, pero es acusada de querer despojar a ese continente de sus recursos naturales.
Este lunes, al finalizar el Foro sobre Cooperación China-África en la ciudad turística egipcia de Sharm el-Sheikh, Beijing ofreció plena asistencia a las naciones africanas en materia de agricultura e infraestructura, con 10.000 millones de dólares en préstamos para los próximos tres años.
Así, Beijing se ganó aplausos por su asistencia sin condiciones, y fue citada como un ejemplo a seguir.
"China pudo desarrollar su economía sin saquear a otros países, y el milagro económico chino es, de hecho, una fuente de orgullo e inspiración", dijo al foro el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe.
El compromiso de Beijing con el continente es un modelo que el resto del mundo debería adoptar, opinó.
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Pero, en simultáneo con el foro, China es acusada de guiar su política de asistencia únicamente por sus intereses en los vastos recursos naturales del continente africano.
El ministro adjunto de Relaciones Exteriores chino Zhai Jun dijo a los medios que su país no estaba buscando imponer su "hegemonía" en África.
"China no tratará a África de modo imperialista. No señalará acusadoramente ni intimidará a los países africanos", aseguró.
Las declaraciones de Zhai coincidieron con las de algunos analistas chinos, para quienes las críticas contra Beijing están motivadas por la envidia, porque los países occidentales continúan tratando a África como a una colonia.
"Occidente envidia el compromiso de China con África", señaló la semana pasada un editorial del Global Times, tabloide publicado por el Diario del Pueblo, buque insignia del Partido Comunista.
"Los europeos consideran a África su propio patio trasero, y por supuesto que no les gusta ver a China invadiendo su territorio", dijo al periódico Xu Weizhong, experto en temas africanos.
El gobierno chino siempre negó tener intenciones de replicar la expansión colonial de Occidente en África. Pero a comienzos de este año, delegados ante la sesión anual del parlamento en Beijing debatieron una propuesta para dar empleo a un millón de chinos en varios países africanos.
La iniciativa fue presentada por el delegado Zhao Zhihai, investigador de la Academia Zhangjiakou de Ciencias Agrícolas en la central provincia de Hebei.
Zhao, quien visitó Etiopía y Guinea para explorar posibilidades de cooperación en el cultivo de arroz híbrido, dijo a los delegados que las vastas tierras de África y su agricultura poco desarrollada podrían brindar empleo a hasta un millón de chinos.
"En el actual clima económico, con tanta de nuestra población desempleada, China puede darles trabajo a esas personas, y África puede beneficiarse de nuestros conocimientos en el desarrollo de cualquier tipo de tierra y cultivo", dijo Zhao al parlamento.
También sugirió que Beijing debería elaborar una estrategia a largo plazo para enviar trabajadores chinos a África a fin de resolver dos de los mayores desafíos de China: la seguridad alimentaria y el desempleo.
La propuesta de Zhao no ha sido aprobada por las máximas cúpulas, pero está siendo publicitada por los medios, lo que ha provocado comentarios de aprobación en algunos de los populares foros de Internet.
"Por lo menos hemos oído algo útil de parte de nuestros delegados en el parlamento", escribió sarcásticamente un usuario a propósito del Congreso Nacional del Pueblo.
Otro, al escribir en el foro www.tianya.cn, sugirió que Angola, Congo-Brazzaville y Guinea Ecuatorial deberían desarrollarse como puestos de avanzada de la estrategia general de transformar a África en un "patio trasero amigable con China", y que Beijing debería apostar a comprar tierras y enviar trabajadores a esos países a fin de aliviar sus problemas en materia de alimentos y tierra.
La fiebre de China por África es parte de una carrera mundial para aprovechar los recursos energéticos del continente, así como su riqueza mineral. En los últimos tiempos se dispararon los precios de muchas materias primas, volviendo aun más atractivos los vastos depósitos africanos de cobre, bauxita, cobalto, mineral de hierro y oro.
Aunque Beijing no está solo en su búsqueda del petróleo, el gas y los minerales preciosos de África, ha generado más críticas que cualquier otro gobierno por su enorme expansión diplomática y comercial en el continente.
La asistencia que ofreció el primer ministro Wen Jiabao en el foro duplicó a la brindada por el presidente Hu Jintao en la última cumbre de Beijing, en 2006.
Luego China se comprometió a aportar 5.000 millones de dólares en asistencia a lo largo de tres años, y firmó acuerdos para aliviar o cancelar las deudas de 31 estados africanos.
Los críticos dicen que Beijing no ha tenido escrúpulos a la hora de apoderarse de los recursos africanos, sin considerar derechos humanos y cuestiones ambientales. El gobierno chino y sus empresas estatales han firmado lucrativos acuerdos con algunos de los gobiernos africanos que ostentan las peores imágenes.
En octubre, la compañía China Internacional Fund selló un trato por 7.000 millones de dólares a cambio de derechos de explotación petrolera y mineral en Guinea, país gobernado por una junta militar responsable de una reciente masacre de 150 manifestantes por la democracia.
Beijing dice que se abstendrá de interferir en la política interna de todo país africano.
"El apoyo de China y la asistencia a África nunca conllevaron ni conllevarán nunca ninguna condición política", afirmó el primer ministro Wen Jiabao en su discurso pronunciado en la cumbre.
Pero la falta de transparencia ha perjudicado el intento de China de erigirse en pionera de una nueva diplomacia. Los expertos sostienen que el avance chino en el continente es bastante pragmático y que pocos en Beijing conocen todo el alcance de la asistencia y de las inversiones en general.
"El problema es que no sabemos cuál es el volumen de la asistencia de China", dijo al Club de Corresponsales Extranjeros Brian Atwood, quien se desempeñó durante seis años como administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) durante el gobierno de Bill Clinton (1993-2001).
"Hay una falta de transparencia sobre qué está ocurriendo realmente. No es una conspiración, pero ( ) nadie está realizando un seguimiento de todo eso", agregó.
La opacidad de la asistencia china despierta temores de que no logre sentar las bases para el desarrollo sostenible en el continente, y de que sólo beneficie a empresas y trabajadores chinos.