Con casi 5.000 acciones en 179 países, la sociedad civil reclamará este sábado a los gobiernos del mundo un nuevo protocolo de cambio climático que defina un límite a las emisiones de dióxido de carbono que puede tolerar la atmósfera, a fin de evitar impactos ambientales dramáticos.
En Bolivia, activistas viajarán a la cumbre de Chacaltaya, la montaña donde estaba el glaciar que se derritió por el recalentamiento global. En la Zócalo de la ciudad de México, el emblemático paseo, y en la histórica Plaza de Mayo de Buenos Aires están previstas manifestaciones. Y de la austral ciudad argentina de Ushuaia saldrán embarcaciones con pancartas para cruzar el canal de Beagle.
Son sólo algunas de las 500 acciones que se realizarán en la región este sábado, declarado por los organizadores Día Internacional de Acción Climática.
La campaña, que tiene el aval de Rajendra Pachauri, presidente del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por su sigla en inglés), se llama "350" que es el número de partes por millón (ppm) de dióxido de carbono (CO2) que puede absorber la atmósfera sin graves alteraciones del clima.
Actualmente, en la atmósfera se concentran 390 ppm de CO2 que provoca el llamado efecto invernadero, y la proyección indica que esa concentración está aumentando dos ppm por año. El IPCC creía en 2007 que el número de emisiones debía estabilizarse en 450 ppm, pero ahora su presidente admite que eso no bastará y apoya la campaña 350.
[related_articles]
En diálogo con IPS, el ecuatoriano Pablo Astudillo, coordinador de la campaña en América Latina, explicó que "el objetivo de esta iniciativa es lograr que, por medio de la opinión pública, los gobiernos acepten que el nuevo protocolo de cambio climático debe establecer el límite máximo de emisiones en 350 ppm de CO2".
Para eso, las organizaciones de la sociedad civil, comunidades o individuos inscriben en un sitio de Internet las acciones que se comprometen a realizar en el día de la campaña, de manera de llamar la atención en todo el mundo sobre esta voluntad no gubernamental de poner un límite seguro a las emisiones.
"Los científicos del IPCC están apoyando esta iniciativa porque admiten que ese nivel es el máximo que soporta la atmósfera para frenar el cambio climático", comentó Astudillo. También académicos de la estadounidense Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) señalan que para evitar catástrofes ambientales es necesario bajar las emisiones a ese nivel.
Según el científico James Hansen, de la NASA, el nivel máximo debería ser incluso más bajo, de 300 ppm. Añade que el nivel de 350 ppm permitiría apenas detener el derretimiento de los hielos del círculo Ártico, pero para su restauración, dado que perdió cerca de 80 por ciento de superficie, se debe bajar a 300 ppm.
El recalentamiento de la atmósfera provoca el derretimiento acelerado de los casquetes polares y de los glaciares, el aumento del nivel del mar, que amenaza la supervivencia de pequeños estados insulares, y trae también inundaciones, tormentas más frecuentes e intensas y sequías, con su secuela de hambre y aumento de las migraciones.
Los países parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se reunirán en diciembre en Copenhague, en su XV Conferencia, a fin de firmar un nuevo acuerdo que renueve los compromisos de reducción de emisiones de CO2 asumidos en el Protocolo de Kyoto, que llegan hasta 2012.
Pero los observadores señalan que las negociaciones para un acuerdo están estancadas. "Las posiciones de los países están muy dispersas", lamenta Astudillo.
Los únicos que respaldaron la campaña 350 en bloque son los que integran la Alianza de Estados Insulares y los países menos desarrollados, precisó. El resto está disperso, sin propuestas que logren atraer un consenso, remarcó.
Esto se advirtió en la reunión de septiembre en Bangkok, en la que los delegados no lograron alcanzar un acuerdo y decidieron volver a reunirse en noviembre en Barcelona. "Hay un borrador pero es muy amplio, con demasiados párrafos entre corchetes que reflejan las distintas posiciones", alertó.
Justamente, para Astudillo, esa es la diferencia principal con las negociaciones que precedieron la firma del Protocolo de Kyoto en 1997.
Entonces, Washington ponía trabas para comprometerse con la reducción de emisiones y de hecho nunca ratificó el acuerdo. "Ahora no es que se esté boicoteando un acuerdo desde Estados Unidos, pero hay muchas divisiones entre los países y no se logra llegar a un consenso", dijo.