Casas en ruina, naves sin techo o árboles caídos, son todavía una imagen más cotidiana de lo que se quisiera en los 743 kilómetros que separan la capital de Cuba de una de las regiones más afectadas por el impacto del huracán Ike el 7 y 8 de septiembre del año pasado.
Bautizado popularmente como "el leñador", Ike cambió radicalmente el paisaje de la avenida principal del pueblo de Florida, a mitad de camino entre La Habana y Holguín. El puente natural formado por árboles milenarios, uno de los mayores atractivos de la carretera central de esta isla, desapareció sin apenas dejar un rastro de su añorada sombra.
Vistas aéreas tomadas después del paso del ciclón por ciudades como la holguinera Antilla, guardan la memoria del desastre provocado por el fenómeno natural al atravesar casi todo el territorio de la tercera provincia más poblada de Cuba, con más de un millón de habitantes y que equivalen a 9,2 por ciento de la población cubana.
"Nunca había sentido tanto miedo. Pasamos la noche sin dormir y cuando salimos no podíamos creer lo que veíamos. Gibara era otra ciudad. Barrios enteros se habían convertido en escombros y el muro del malecón había casi desaparecido", recuerda Liset Fernández, vecina de esa ciudad y trabajadora de una empresa estatal.
A menos de un año, Fernández asegura que el panorama ha cambiado. "Una quisiera que los problemas estuvieran todos resueltos, pero es imposible. Lo que sí se puede decir es que en esta ciudad no se ha parado de trabajar ni un día", añadió la mujer, de 43 años, cuya casa perdió parte del techo.
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La vivienda se convirtió en una de las prioridades del gobierno cubano tras el paso sucesivo de los huracanes Gustav, Ike y Paloma, que, entre el 30 de agosto y el 9 de noviembre de 2008, provocaron pérdidas por más de 10.000 millones de dólares, dañaron medio millón de viviendas y afectaron de una u otra forma a más de dos millones de personas.
En nueve meses, el país logró solucionar unas 270.000 afectaciones, pero aún quedan 330.000 por resolver, informó el 30 de julio el presidente del Instituto Nacional de la Vivienda, Víctor Ramírez, durante la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento).
Sin embargo, el funcionario reconoció que 46 por ciento de las viviendas presentan vulnerabilidades ante las inclemencias del tiempo por estar construidas con cubiertas ligeras.
En estas condiciones, se insiste en la calidad de la colocación de las cubiertas ligeras y en la ejecución de casas con techos sólidos.
Para Ramírez, la solución de las afectaciones por el paso de los tres huracanes de 2008 está condicionada por la concentración en cinco territorios y 49 municipios de las tres cuartas partes de las edificaciones con algún daño, ya sean viviendas, enclaves económicos o instalaciones sociales.
CONCENTRACIÓN DE DAÑOS
Casi 125.000 de las 530.332 afectaciones reportadas en el sector de la vivienda a nivel nacional se localizaron en la provincia de Holguín, un territorio que, aunque tomó las medidas de prevención previstas por la Defensa Civil, no poseía una cultura de enfrentamiento a este tipo de fenómeno climático.
La vida impuso el cambio. Tras varios meses del comienzo de la llamada "fase de recuperación", el ex primer secretario del gobernante Partido Comunista de Cuba en la provincia y actual ministro de Educación Superior, Miguel Díaz-Canel, señaló a IPS que Holguín "desarrolló una capacidad para superar las adversidades".
"La provincia está preparada para enfrentar otros huracanes. Está claro que cada nueva catástrofe provoca situaciones complejas y agrava las situaciones existentes, pero lo que no puede disminuir es la capacidad de resistencia y enfrentamiento a las adversidades", añadió.
Fuentes oficiales indican que sólo en Holguín, hasta el pasado 23 de julio, se habían solucionado 57 por ciento de las afectaciones en la vivienda.
Recursos asignados por el Estado, la fabricación local de materiales y el uso de 85 por ciento de las más de 133.000 ejemplares de palma real (Roystonea regia) derribadas por Ike han permitido la refacción de 4.078 derrumbes parciales, la reconstrucción de 2.176 viviendas destruidas y la colocación de más de la mitad de los techos afectados.
Así y todo, 10.141 familias seguían viviendo en las llamadas "facilidades temporales". Construidas por lo general con los materiales de la casa original derribada por la fuerza de los vientos, "la facilidad" suele contar con apenas una habitación, cocina y baño, pero garantiza condiciones elementales de privacidad.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales y de que los centros de evacuación, habilitados por la Defensa Civil en casos de emergencia, no tienen condiciones para mantener albergadas a las personas durante largos períodos de tiempo, 152 familias holguineras todavía permanecen en esas instalaciones por no tener un hogar a donde volver.
"De una cifra original de 90.221 personas albergadas, aún tenemos 468 protegidas en 23 centros de evacuación, en 10 municipios de la provincia", respondió a una pregunta de IPS Vivian Rodríguez, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Holguín (gobierno local), durante un encuentro con la prensa en esta ciudad.
"Muchas de estas personas están construyendo sus casas. Construir depende de un nivel alto de recursos, pero la estrategia está trazada e incluye 22 asentamientos nuevos. Ya se tienen en proyecto cerca de 5.000 viviendas. La prioridad son los derrumbes totales y que las personas vuelvan a tener una vivienda digna", afirmó Rodríguez.
PERSPECTIVAS FRENTE AL MAR
Un conjunto de 46 de las llamadas petro-casas, donadas por el gobierno de Venezuela, fueron inauguradas en el municipio Gibara para las personas damnificadas. Con el nombre de Pueblo Nuevo, la comunidad beneficia a familias damnificadas por Ike y, al mismo tiempo, las aleja de la peligrosa línea de costa en que muchas de ellas vivían.
Fuentes oficiales venezolanas aseguran que las casas, construidas con policloruro de vinilo (PVC), cumplen las normas requeridas para no afectar la salud humana. El barrio de Gibara sucede a otro asentamiento similar, de 100 unidades, inaugurado este año en la central ciudad cubana de Cienfuegos.
En tanto, Caletones, un pueblo costero ubicado a unos 20 kilómetros de Gibara, será reubicado a una distancia prudencial del mar, principal amenaza para los pobladores de la zona. Un kilómetro tierra adentro penetraron las aguas durante Ike, dejando en pie sólo unas sólidas cabañas de empresas estatales.
"Aun cuando no están satisfechas todas las necesidades de la familia gibareña, sí un gran número de personas ha retornado a sus viviendas y viven en mejores condiciones que antes del ciclón", dijo a IPS Rosa María Leyva, secretaria del Partido Comunista en el municipio de Gibara, a 775 kilómetros de La Habana.
Para ello, el municipio contó con la asignación de equipamiento especializado y los recursos necesarios para la formación de dos brigadas de la construcción que, en un período inicial de dos años, tendrán la posibilidad de aumentar la calificación de sus miembros y percibir un salario por encima de la media en el sector.
Segura de que la recuperación en el sector de la vivienda podría tomar tiempo, Leyva sintetiza la política aplicada por el gobierno: mejorar las condiciones existentes antes del desastre, fomentar la producción local de materiales de construcción, no reconstruir en la zona de la costa y sacar del litoral costero la mayor cantidad posible de familias.
Con el recuerdo fresco de los siete barrios costeros totalmente destruidos por Ike en Gibara, la funcionaria del Partido Comunista reconoció que, con miles de familias que no han recibido ni un recurso para arreglar sus casas, no se puede pensar aún en relocalizar todos los asentamientos costeros vulnerables a penetraciones del mar.
"No podemos destruir las viviendas que quedaron en pie. Lo que sí está decidido es que ahí no se van a construir nuevas. Hemos ayudado a las familias que perdieron el techo, pero la orientación es tratar de sacar del litoral costero a todas las familias que podamos proteger", afirmó.
