Cinco historias suben y bajan de un ómnibus o se quedan en él en un viaje interminable. Un hombre con cáncer de mama, una mujer que se prostituye en el pabellón de visitas de una cárcel y termina enamorándose de un hombre que mató a su esposa, dos ancianos que intentan arreglar el mundo y un chofer.
El conductor del ómnibus es el padre de los ancianos que, para no dejarlos solos, los lleva con él. No es más que el dilema del cuidador, esa figura tan presente en un país como Cuba, con un proceso de envejecimiento acelerado y la carencia de una infraestructura de apoyo a la familia.
"Mi aporte no es cambiar el mundo sino remover el suelo", dijo a IPS Marilyn Solaya, guionista de "Bajas pasiones", una de las cinco propuestas "desmontadas" durante la II Muestra Temática de Cine Pobre de Humberto Solás, clausurada la noche del domingo en Cienfuegos, a 254 kilómetros de La Habana.
Conciente de que más que guionista, se siente comunicadora, Solaya piensa que "trabajar desde la verdad", léase desde los resultados de las investigaciones sociales y el conocimiento científico, le facilita ese camino. "No son momentos de ingenuidades. Asumí vivir responsablemente en un lugar y se supone que tome partido", afirma.
Según la creadora el cine cubano ha adolecido de "obras auténticas" porque los realizadores "no socializan", "hablan de lo que no saben" y, por eso, cuando se encuentran un tema suelen irse hacia la comedia, sin otra pretensión que reflejar un problema, "sin intentar ir más allá".
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Su experiencia, ligada al encuentro de Cienfuegos, muestra que, mientras algunos artistas defienden a toda costa la libertad de la obra como una expresión muy personal y no pocos especialistas esperan que el arte cumpla en primer lugar con su función social, ambos caminos pueden cruzarse, conciente e incluso inconcientemente.
"Ese intento por conectar dos espacios que no siempre confluyen, ni siquiera con armonía, se legitima especialmente en el taller de guiones y es la gran virtud de la Muestra Temática del Cine Pobre", dijo a IPS, Danae Dieguez, profesora del Instituto Superior de Arte, quien participó en los talleres como especialista en temas de género.
Los cinco guiones de jóvenes realizadores, que contarán con un modesto respaldo monetario para su culminación, fueron analizados en sus más mínimos detalles para, según el cineasta Enrique Pineda Barnet ("La anunciación", 2008), "dramatizar un conflicto que provoque las emociones o el pensamiento".
A juicio de Dieguez, tanto durante el taller como en los debates abiertos se logra sensibilizar a los creadores hacia la necesidad de servirse de las investigaciones sociales para, sin renunciar nunca a la calidad artística, hacer propuestas audiovisuales más sólidas y de mayor trascendencia.
Y, por otro lado, "esta muestra ayuda a los expertos a entender un universo que tiene sus propias reglas y su propio lenguaje. No se le puede pedir al cine, lo que al cine no le toca ofrecer", añadió la autora de varios artículos sobre la presencia de la mujer en el cine cubano.
El encuentro, que por segundo año consecutivo complementa al Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara, reunió del jueves al domingo a unos 150 especialistas, realizadores y artistas, más el público en general, con el tema central de población y género.
A partir de una selección de materiales presentados en Gibara, la muestra promovió debates sobre temas como raza, migraciones, familia, relaciones entre padres e hijos, violencia, masculinidad y VIH/sida, intentando siempre poner la mirada en su tratamiento en el audiovisual cubano.
Los asistentes se llevaron información de primera mano y, en algunos casos, las propuestas audiovisuales también develaron fenómenos y tendencias para la reflexión especializada. Tal fue el caso de "Raza", un documental de Erick Corvalán que intenta generar el debate social a partir de diferentes entrevistas.
Si hasta ahora, la historia en Cuba ha sido predominantemente blanca, masculina y heterosexual, investigadores entrevistados en el material sólo cambian el color. El intento por rescatar los aportes de la población negra parece conducir ahora a una historia más "bicolor", pero igual de masculina y heterosexual.
"Corremos el riesgo de colocar el debate sobre la discriminación, las desventajas, o lo que sea racial, otra vez fuera de una mirada de género o una mirada de las diversidades interiores", alertó en conversación con IPS la socióloga Mayra Espina, una de las participantes en el panel sobre cultura y sincretismo.
"Si uno cruza todos los elementos del perfil de riesgo encuentra que hay un cruce entre mujeres no blancas, mujeres jóvenes, jefas de hogar, baja calificación y también ancianas. Todo eso refuerza la probabilidad de desventaja. Si volvemos a colocar todo como el negro, se invisibilizan esos otros cruces imprescindibles", opinó.
Como otra vía de fomentar el diálogo, la muestra incluyó varias exposiciones fotográficas, entre ellas "Mujeres en tránsito", una selección de imágenes del artista español Lolo Vasco que intenta sensibilizar sobre la situación de las mujeres, de cualquier edad y en diferentes realidades, pero omite la realidad de las lesbianas.
"Si de algo tiene que servir una experiencia como ésta es para que aprendamos que este triángulo que se establece entre muestra audiovisual, debates y exposiciones, es un modelo que se tiene que establecer y consolidar en aras de enriquecer el diálogo", dijo a IPS Ramón Molina, consejero cultural de la Embajada de España en Cuba.
El "triángulo", identificado por Molina, se complementó con un programa paralelo en salas de cine y teatro de la ciudad, el estreno del documental "En nombre del padre", de la realizadora cubana Lissete Vila, y paneles especiales sobre el patrimonio cinematográfico cubano y la película "Cecilia", un clásico de Humberto Solás (1941-2008).
Fundador del Festival Internacional del Cine Pobre que cada año se realiza en Gibara y principal "ideólogo" de la muestra temática, el maestro del cine cubano, fallecido en septiembre del pasado año, dejó obras imprescindibles para la historia del cine iberoamericano, cuyo análisis desde el presente trasciende su valor artístico.
Este festival de cine alternativo nació en 2003 tras la filmación en esa ciudad costera a 775 kilómetros de La Habana de algunas de las escenas de su película "Miel para Ochún" (2001).
Más allá de la necesidad de "releer Cecilia", una idea del crítico Joel del Río a partir de la existencia de "propuestas controversiales" para cualquier espectador, se trata también de develar la circunstancias excepcionales, extra-artísticas, que en su momento se viraron contra la película y su director.
Acababa entonces la década de los años 70, que estuvo caracterizada por una política cultural que censuró obras, excluyó y castigó a artistas y escritores y exigió del cine cubano, como de otras manifestaciones, obras educativas para "formar al hombre nuevo".
Como se dijo varias veces durante la muestra, "hay que mirar al pasado para analizar el presente".