HONDURAS: Crispación adentro, fuerte presión afuera

Mientras en Honduras recrudecen las medidas represivas, portavoces de Washington aseguran que no se recibirá a ningún enviado del gobierno de facto y se prepara una reunión entre la secretaria de Estado estadounidense Hillary Rodham Clinton y el derrocado presidente Manuel Zelaya.

Las manifestaciones contrarias a las autoridades surgidas del golpe de Estado cívico militar se intensificaron tras la muerte de por lo menos dos personas a manos de las fuerzas que reprimieron a los miles de simpatizantes de Zelaya que lo esperaron en vano el domingo en el aeropuerto internacional de Tegucigalpa.

Al dolor se le sumó la frustración colectiva ante los obstáculos que le pusieron los militares a la aeronave en la pista de aterrizaje que le imposibilitó a Zelaya pisar suelo hondureño. Por eso temen que ese explosivo cóctel social pueda derivar en hechos de violencia política en distintas partes del país.

Así, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, ratificó su anuencia a agotar las instancias y procedimientos para una salida a la crisis institucional y Zelaya vuelva al gobierno, porque "les guste o no fue un golpe de Estado", dijo contundente.

También el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, tras condenar la represión del domingo, que dejó además una decena de heridos, exhortó a la OEA a ejercer su liderazgo en la región para que la estabilidad política vuelva a Honduras, mediante un orden constitucional que permita la restitución del gobierno democrático.

Zelaya, a su vez, llegará en las próximas horas a Washington, donde portavoces afirmaron que se reunirán con Rodham Clinton en busca de un apoyo explícito del gobierno estadounidense.

Cuando ya pasó una semana del golpe de Estado contra el gobierno democrático, la vida en Honduras sigue sin regularizarse, con toque de queda y suspensión de garantías individuales en las noches, las clases en las escuelas primaras y secundarias paralizadas e intensas manifestaciones a favor y en contra de Zelaya, todo lo cual hacer recordar a los años 80, la época de mayor represión social en este país.

"La muerte de los compañeros a manos de los militares, nos tiene tristes, nadie quiere violencia, pero no vamos a renunciar a nuestro derecho a la protesta hasta que el presidente Zelaya regrese al país y al poder", le comentó a IPS Juan Barahona, líder del Bloque Popular, una coalición de sindicatos y organizaciones civiles de respaldo al mandatario depuesto.

"Vamos a seguir nuestra protesta para que el golpista (Roberto) Micheletti se vaya del poder, porque ese es nuestro objetivo, porque este es un gobierno golpista, represivo, sin base popular", dijo Barahona mientras se encaminaba con miles de marchantes hacia la sede del gobierno.

Los rostros de los manifestantes mostraban indignación por lo acontecido el domingo. "No vamos a ceder, aquí nos quedamos porque este país debe hacer valer sus derechos y si permitimos que los golpistas se queden, la democracia que tanto nos ha costado la vamos a perder y eso no puede suceder", sostuvo ante IPS la cantautora Karla Lara.

Zelaya había sido aconsejado por algunos gobiernos que no era conveniente su retorno en tanto no se instalara un diálogo con el gobierno de facto que permitiera una restitución pacífica. Honduras fue excluida de la OEA el domingo de madrugada en una decisión que sólo tiene como antecedente la suspensión de Cuba a comienzos de los años 60.

El cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez, que respalda el golpe, pidió públicamente a su manera al depuesto mandatario "meditar" su retorno para evitar que ocurriera un "baño de sangre".

Por su parte, el ministro de Defensa de facto, Adolfo Sevilla, justificó que no se permitió el ingreso de Zelaya porque "iba a causar graves problemas al país". "La policía tenía órdenes de capturarlo, si hubiera aterrizado ya estaría preso y la convulsión social sería mayor", añadió.

El gobierno de facto de Micheletti anunció que está anuente a entablar un diálogo con una misión técnica, en primera instancia, de la OEA para solventar la crisis político institucional, "la cual a medida que avancen las pláticas se irá elevando el nivel de los interlocutores", expresó la viceministra de Relaciones Exteriores, Martha Lorena Alvarado.

Tras la expulsión del seno de la OEA, el gobierno de Micheletti busca acciones que permitan salir del aislamiento internacional en que se encuentra al no ser reconocido por el concierto de naciones así como por ningún organismo mundial.

El analista Juan Ramón Martínez dijo a IPS que lo que ocurre en Honduras es producto de la crisis de representación e irresponsabilidad de los añejos partidos históricos, el centroderechista Liberal y el derechista Nacional. Zelaya es solo una expresión directa de esa devaluación política, apuntó.

A su vez, el intelectual izquierdista Aníbal Delgado Fiallos señaló a IPS que "esta crisis se nos fue de la mano, estamos siendo exhibidos como un pueblo de salvajes, y no es cierto". "Yo condeno el golpe contra Zelaya, pero estoy claro que él violentó la ley y no estamos haciendo las lecturas debidas del caso. ¡Hay que hacer algo, por Dios!", reclamó angustiado.

Mientras, las autoridades policiales responsabilizaron de los incidentes violentos del domingo a la "turba de manifestantes que intentó romper la cerca del aeropuerto", lo cual obligó a "repeler" el ataque, justificó. Iván Mejía, portavoz policial, dijo a IPS que los acontecimientos "fueron tan confusos que iniciamos una investigación para otorgar en breve un fiel reporte a la ciudadanía".

En declaraciones ofrecidas a la cadena Telesur, que transmite para América Latina, y retransmitidas por los medios electrónicos hondureños, Zelaya dijo que los militares impidieron su ingreso, al amenazarlo con "enviar aviones de la Fuerza Aérea a derribar la aeronave en que viajaba".

Dijo que si hubiera tenido un paracaídas, "me lanzo, la gente no pudo entrar a la aeropista porque la idea era que quitaran los obstáculos para que yo aterrizara, pero ellos (los militares) no lo dejaron", repitió desde el aire el ex mandatario.

Tras lamentar los incidentes con los miles de simpatizantes que le esperaban en los alrededores del aeropuerto, Zelaya acusó a los militares y al gobierno de facto de "reprimir al pueblo". "Paren por favor tanta barbarie; en nombre de Dios les pido que dejen de reprimir", arengó.

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