El gobierno de Italia cambió la sede de la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8), que comenzará este miércoles, a la ciudad de L'Aquila, pero 17 organizaciones de la sociedad civil realizarán de todos modos su conferencia alternativa en la isla de Cerdeña.
LAquila, al nororiente de Roma, fue casi destruida el 6 de abril por un terremoto que acabó con 300 vidas. El gobierno del primer ministro Silvio Berlusconi explicó el cambio de sede como "un acto de solidaridad y de atención a la población de la región".
Pero organizaciones no gubernamentales nacionales, regionales e internacionales que habían comenzado a trabajar con la población de Cerdeña decidieron permanecer en esa isla italiana, donde originalmente se realizaría la cumbre.
"Habíamos comenzado a trabajar con las comunidades locales sobre nuestras propuestas conjuntas ante el G-8 cuando se tomó la decisión", dijo Raffaella Bolini, de la organización de derechos humanos Arci.
"Decidimos mantener nuestras actividades allí, particularmente en las áreas mineras de Sulcis Iglesiente y Medio Campidano", agregó.
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Según los organizadores de la conferencia alternativa "GSott8", Cerdeña y sus áreas aledañas resumen los desafíos que imponen el cambio climático y la crisis financiera.
Los recursos minerales de Sulcis, en el sur de Cerdeña, se agotaron tras años de la sobreexplotación. "La última mina de la región se cerró en 1994", recordó a IPS el sindicalista Luigi Camposano.
Cerdeña, otrora rica en plomo, zinc y cobre, fue durante mucho tiempo la principal región minera de Italia. La caída de precios de esos productos obligó a muchos trabajadores a buscar el sustento en otros lugares.
"Los trabajadores arriesgaba la vida en sitios tan insalubres, en corredores de 80 centímetros de altura, perdieron su dignidad al quedarse sin empleo", sostuvo Camposano.
"Cerdeña está aislada. Hay pocas fábricas productivas, la pobreza va en aumento, el futuro de sus habitantes no es sostenible. Su situación es muy similar a la de los países en desarrollo", agregó.
Las dificultades económicas con que se enfrentan las empresas mineras y la falta de políticas de defensa del ambiente dificultan el restablecimiento de las áreas mineras.
Según los sindicatos, en esa isla de 135.000 habitantes hay 35.000 desempleados. Seis mil trabajadores tienen contratos de corto plazo, y se espera que otros 15.000 pierdan sus empleos en el futuro cercano. Apenas 2.500 han recibido subsidios por desempleo.
La cumbre del G-8, que reúne a los países más poderosos del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), se celebrará entre este miércoles y el viernes.
Según los organizadores de GSott8, casi todas las familias de Cerdeña están afectadas por la crisis. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en todo el mundo se han perdido unos 200 millones de empleos por esa causa, lo que ha empujado a millones de personas a la pobreza extrema.
"Ni el G-8 ni el G-20 (que reúne a países ricos y emergentes) pueden dar una respuesta efectiva a esta crisis mundial. No representan al poder mundial, sino apenas a las grandes economías en crisis", dijo Bolini a IPS.
"El G-192 (o sea, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas) y cada comunidad local deben ser incluidos en el proceso de toma de decisiones, y pueden ofrecer aportes concretos desde abajo para hacer frente a la emergencia", agregó.
El ambiente es otra víctima de la crisis en Cerdeña. La contaminación de las minas abandonadas ha empeorado a raíz de las condiciones semiáridas, con largos periodos de sequías y calor, y la escasez de agua subterránea y de cobertura vegetal.
En algunos aspectos, Cerdeña no es muy diferente de Nigeria, sostuvo Nnimmo Bassey, director de Acción por los Derechos Ambientales, una organización de ese país africano que trabaja para limitar el impacto ambiental de la extracción de petróleo.
"El principal desafío para el Estado nigeriano hoy es afrontar la caída de los ingresos por exportaciones de crudo. Un barril que antes valía 150 dólares está por debajo de 40", dijo.
"Nigeria produce dos millones de barriles diarios, pero el crudo y los problemas relacionados con su extracción, como la degradación ambiental y la violación de los derechos de los trabajadores, ya le han causado suficientes problemas" al país, agregó.
Según Bassey, Nigeria debería comenzar a buscar fuentes alternativas de ingresos.
"Lo que propone la Acción por los Derechos Ambientales es mantener el petróleo bajo la tierra. El mundo se pasará a fuentes de energía alternativa en los próximos años, así que en el crudo no hay un futuro. Le pedimos a Nigeria que no haga nuevas concesiones de explotación petrolera", explicó.