FRANCIA: Recetas de paz

Varias mujeres se reúnen en una panadería judía de Créteil, una comunidad multiétnica al sur de la capital francesa, donde comparten bromas y anécdotas en árabe y en francés, empinadas sobre cuencos de harina, manteca y huevos, mientras preparan pasteles típicos de la región del mar Mediterráneo.

Amasando por la paz Crédito: Ale McKenzie/IPS
Amasando por la paz Crédito: Ale McKenzie/IPS
Todas son integrantes de la organización Bâtisseuses de Paix (constructoras de paz), que reúne a mujeres judías, musulmanas, cristianas y "hasta agnósticas", interesadas en mejorar las relaciones entre las comunidades judía y musulmana de Francia ante el aumento de incidentes racistas.

Se reúnen una vez por mes en la panadería Les Jardins de la Mediterrannée, ubicada en un centro comercial, y preparan pasteles típicos de Egipto, Israel, Marruecos, Tunes y otros países. La actividad reúne a personas que de otro modo no se juntarían ni se hablarían.

"Me encanta este acercamiento", relató Julie Sultan, una judía tunecina que vive en Francia desde hace 53 años. "No hay blanco, negro, marrón ni ningún color. Sólo un encuentro de corazones. Somos todas hermanas y, a decir verdad, me siento más cerca de las árabes que de las francesas".

Pertenecer al grupo es una forma de "abrirse" y de cambiar preconceptos, señaló Uafa Kabsi, tunecina musulmana. "Somos todos seres humanos, somos iguales", apuntó.
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Creada en 2002 por la periodista judía francesa Annie-Paule Desczansky en respuesta a incidentes antisemitas en los alrededores de París, Bâtisseuses de Paix tiene 60 integrantes activas y participan unas 300 y 400 mujeres en las diversas actividades que organizan todos los años.

"Ellas son la columna vertebral de las familias de los países del Mediterráneo y las constructoras del futuro", señaló Derczansky. "Lo que hacemos es mostrar a los menores que la coexistencia feliz es posible porque musulmanas y judías pueden ser amigas".

Pero esos sentimientos contrastan con el aumento de incidentes que enfrentan a ambas comunidades en este país, donde viven la mayor cantidad de judíos y musulmanes de Europa occidental, alrededor de 600.000 y cinco millones, respectivamente.

Varios casos terminaron en la justicia el mes pasado, lo que motivó debates y un profundo examen de conciencia.

El que más sacudió a la opinión pública fue el asesinato del joven judío Ilan Halimi en 2006, del que Yusuf Fofana se confesó culpable la semana pasada. Además hay otros 26 imputados como presuntos cómplices, entre lo que hay mujeres y adolescentes.

Halimi fue secuestrado en enero de ese año para pedir rescate y fue torturado durante las tres semanas que estuvo encerrado en un sótano de la localidad de Bagneux, al sur de París. Fue abandonado esposado contra un árbol cerca de una estación de tren. Cuando la policía lo encontró estaba conmocionado, tenía el cuerpo lleno de quemaduras y de cortes. Murió camino al hospital.

Bâtisseuses de Paix está organizando distintas actividades para "que la gente pueda comprender qué elementos en la educación de los jóvenes pudo originar un crimen como ese", indicó Derczansky, presidenta de la organización. "No queremos explicar ni buscar excusas, sino tratar de entender".

Además de los talleres en la panadería, la organización coordina cenas con diplomáticos, psicoanalistas y otros especialistas. También trabajan con escolares y organizan paseos al Instituto del Mundo Árabe y al Museo de Arte e Historia del Judaísmo, ambos ubicados en la capital francesa.

"La idea es mostrar todo lo que judíos y musulmanes tienen en común", explicó Derczansky. Su esperanza es promoviendo la armonía entre las religiones a edades tempranas, se pueda evitar la violencia racista.

Pero su trabajo se enfrenta a otro tipo de obstáculos, como el conflicto en Medio Oriente.

Las integrantes de Bâtisseuses de la Paix evitan mencionar el tema porque puede generar resentimientos. Durante el último ataque de Israel contra Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) en el territorio palestino de Gaza, del 27 de diciembre al 19 de enero, se registraron varios episodios de violencia contra sinagogas y estudiantes judíos en las calles.

La organización suspendió sus encuentros porque "había demasiado dolor", relató Derczansky. Ella propuso una reunión "tipo psicoanálisis", pero nadie respondió a la convocatoria.

"Nadie me llamó", recordó. "Pero lo importante es que nadie abandonó el grupo".

La organización está abocada a otros proyectos como tratar de que la Gran Mezquita de París ponga una placa que indique que adultos, niños y niñas judíos fueron albergados allí durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), antes de poder escapar a otros países.

La organización pidió al presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, bajo cuya autoridad está la Gran Mezquita, que abra los archivos históricos sobre el papel que desempeñó el templo durante la ocupación alemana de Francia.

"Tendría un fuerte poder simbólico para la gente saber que los musulmanes ayudaron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, mientras el gobierno francés colaboraba con el régimen nazi", subrayó Derczansky.

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