AMÉRICA DEL SUR: Recuerdos del futuro contradictorio

Son más abiertos en temas de homosexualidad y respecto de la legalización de la marihuana, pero tanto o más conservadores que los adultos a la hora de opinar sobre aborto y pena de muerte. Se trata de los jóvenes sudamericanos, que en un estudio dan pistas sobre la sociedad que se viene.

Así de contradictorios. Poderosos en el dominio de la tecnología de los medios de comunicación y vulnerables ante temas como el desempleo y una probable tragedia ambiental. Con mayor nivel de instrucción, pero escépticos sobre los supuestos poderes de un diploma para garantizar la sobrevivencia.

Son también sensibles a los problemas sociales, pero descreídos de los políticos tradicionales, al tiempo que, y quizás sin saberlo, pueden ser artífices de una nueva forma de hacer política como es la movilización de fuerzas y creación de nuevos vínculos sociales y de poder, en especial a través de Internet.

La investigación "Juventud e Integración Sudamericana: diálogos para construir la democracia regional", no pretende ser una radiografía de las nueva generación, que representa 25 por ciento de la población sudamericana. Mucho menos intenta que sea una especie de bola de cristal sobre la sociedad del futuro.

Pero sus realizadores, expertos del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicas (Ibase) y del Instituto Polis, intentan sí descubrir indicios. Mostrar las tendencias para la elaboración de nuevas políticas públicas. Esbozar las huellas que recorren los jóvenes sudamericanos que en el futuro cercano ocuparán los espacios sociales, laborales, intelectuales y políticos.
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Rumbos sobre una sociedad que ya casi no tiene la cara de sus padres, pero que en esencia todavía se les parece.

Para responder esas preguntas, los investigadores entrevistaron en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay a 14.000 personas a fines de 2008. La mitad de ellos jóvenes de 18 a 29 años y la otra mitad adultos de 30 a 60 años.

El cuestionario abordó asuntos como la escolaridad, la religión, uso de Internet, problemas, demandas y percepciones sobre valores y temas políticos. Opiniones sobre temas como sexualidad, drogas e integración latinoamericana.

Pero su originalidad, según la coordinadora del estudio, Regina Novaes, antropóloga e investigadora de Ibase, es la primera vez que se escuchan tanto jóvenes y adultos, para después establecer sus diferencias y similitudes.

Y que este estudio, según añade, se diferenció de otros que tienen la tendencia de idealizar a los jóvenes, de otorgarles responsabilidades históricas, como la de "construir el futuro", de encaramarlos al pedestal de la esperanza, o en el otro extremo, de mostrar su peor cara: la del consumismo, del individualismo, la de la falta de valores.

NI TANTO NI TAMPOCO

Establecer el equilibrio no fue fácil. Pero las cifras hablaron por sí solas.

"Percibimos que no era una cosa ni la otra, que en América del Sur hay muchas cosas iguales entre jóvenes y adultos, como prejuicios o actitudes conservadoras", dijo Novaes en entrevista con IPS.

La coordinadora de la investigación se sorprendió, por ejemplo, con la pregunta sobre la despenalización del aborto, que estableció que en promedio sólo 30 por ciento de los jóvenes están a favor.

Tomando los datos por país, la propuesta sobre interrupción del embarazo es apoyada por 56 por ciento de los jóvenes y 53 por ciento de los adultos en Uruguay, por 36 y 46 por ciento en Argentina, por 36 y 31 por ciento en Chile, por 23,5 y 22 por ciento en Brasil, por 16 y 18 por ciento en Bolivia y por 15 y 11 por ciento respectivamente en Paraguay.

Datos que, según Novaes, muestran que no hay muchas diferencias y, cuando las hay, es más conservadora en las franjas de menos edad.

La nueva generación sudamericana es tan "conservadora" como la de sus padres, dice la antropóloga, actitud que quedó evidente también en la pregunta sobre si se está de acuerdo con instaurar la pena de muerte.

Con excepción de Chile, donde más adultos están a favor de la pena máxima que los jóvenes, al quedar 61 a 56 por ciento, en el resto de los países de la región el pensamiento es similar en las dos grandes franjas etarias e, inclusive, en dos casos se invierten los resultados. Se trata de Brasil, con 46 y 45 por ciento respectivamente, y Uruguay, con 44 y 38 por ciento.

Otras preguntas, sin embargo, muestran "una tendencia de apertura" o de "conquistas sociales en términos de derechos" en América del Sur, según Novaes.

En temas como homosexualismo, destaca la investigadora, los jóvenes tienen mucho menos prejuicios que los adultos. Y en ese ámbito existe una diferencia más pronunciada entre generaciones en Paraguay, Uruguay y Chile.

Según la investigación, "no ven problema en que un profesor homosexual de clases a menores de edad" el 84 por ciento de los jóvenes uruguayos, 80 por ciento de los brasileños, 63 por ciento de los argentinos, 56 por ciento de los chilenos, 53 por ciento de los paraguayos y 43 por ciento de los bolivianos.

Mientras que en los adultos esa aceptación se redujo a 71 por ciento en Uruguay, a 74 por ciento en Brasil, 58 por ciento en Argentina, 44 por ciento en Chile, 36 por ciento en Paraguay y 35 por ciento en Bolivia.

Los jóvenes también parecen más abiertos en cuanto a la legalización del consumo de marihuana. Con diferencias más marcadas en Uruguay, Chile, Argentina y Brasil, que muestran una diferencia generacional importante.

Novaes consideró que esos datos sirven "para relativizar ciertos pareceres" que en una dirección u otra buscan clasificar a los jóvenes como "naturalmente más rebeldes y libertarios" que los adultos o, por el contrario, lamentar que esa generación juvenil sea más conservadora que las anteriores.

Las respuestas sobre religión dejaron en evidencia otra originalidad de las nuevas generaciones.

Aunque los jóvenes –en su mayoría católicos en los seis países estudiados– se declaran menos religiosos que los adultos, hoy se observa otro fenómeno. El de familias multirreligiosas, es decir "una generación en la que conviven varias religiones en una familia"

Tal vez se pueda hablar para el futuro de "una religión más fluida, de una espiritualidad "más de búsqueda y síntesis personal que de filiación religiosa", subraya la antropóloga.

LA DIFERENCIA TECNOLÓGICA

En otros temas más obvios desde el punto de vista generacional, como el uso de Internet, en todos los países los jóvenes acceden a la red por lo menos el doble que los adultos.

Pero lo interesante para los responsables del estudio es que en las investigaciones realizadas en otras épocas la opinión de los entrevistados dependía mucho más de su nivel de escolaridad, "cuanto más estudio menos conservador", por ejemplo.

Mientras que en este trabajo, según Novaes, "la educación formal, institucional, no hace mayor diferencia", porque hoy existen varias formas de informarse, como Internet, que llegan tanto a quienes dejaron o continuaron sus estudios formales.

Novaes se anima al revelar esta tendencia, que indicaría que Internet llega, aunque no de la misma forma, a todas las clases sociales, ya sea en su casa o en servidores públicos privados, escuelas, trabajos o por proyectos sociales de inclusión.

No es que no existan desigualdades sociales o exclusión digital, aclara la investigadora, "pero ahora los jóvenes, incluso los más pobres, tienen acceso a una información que antes era imposible", sostiene.

Internet se perfila también cada vez claramente en la nueva generación como una "forma de hacer política de los nuevos tiempos".

Por eso, aunque por un lado los jóvenes se revelan escépticos en relación a la política tradicional, por el otro comienzan a encontrar otras maneras de hacerla y movilizarse, como a través de Internet a través de instrumentos como cadenas de solidaridad, condenas, reclamos, convocatorias, entre otras.

La investigación establece también que el principal problema planteado tanto por jóvenes y adultos de los nuevos tiempos de globalización, crisis financiera y desempleo, es el de la falta de oportunidades de trabajo.

Y cuando se les pregunta que se debería hacer para vivir mejor, los jóvenes se refieren a mejoras en la educación, más trabajo y combatir la violencia.

Los jóvenes conviven también con otro motivo de inseguridad que no tenían sus padres como es el caso de los desempleados con diploma.

A diferencia de las generaciones que creían que el estudio era garantía de un trabajo, hoy los jóvenes sudamericanos no confían que eso por sí solo les de acceso al mercado laboral.

Tienen otros miedos en común que, según Novaes, "indican algo nuevo de esta generación": la violencia y la falta de agua en el planeta. Eso último "indica que la cuestión ambiental está explayándose en esta nueva generación", dice Novaes, y con ella la cuestión de la "utopía" de otro modelo desarrollo

Tanto jóvenes como adultos, también consideran la corrupción como una de las principales amenazas a la democracia del siglo XXI.

Pero para los jóvenes la desigualdad social amenaza más a la sociedad que lo que piensan los adultos.

Ante desigualdades sociales tan marcadas, que quedaron en evidencia durante los nuevos tiempos, las nuevas generaciones de la región "tienen más sensibilidad social", sostuvo la investigadora, quien también ve con esperanza el hecho de que los medios tecnológicos puedan contribuir a disminuir esas diferencias.

Por ejemplo que alguien de las zonas más marginales de cualquier país pueda comunicarse con otros en la misma situación a través de estímulos culturales comunes, como el hip hop en Brasil, la murga en Uruguay y los movimientos de rock en Argentina.

Este estudio, que fue apoyado por el Centro de Investigaciones para el Desarrollo Internacional de Canadá, será expuesto en un libro que se titulará "Sociedades Sudamericanas: lo que dicen los jóvenes y adultos sobre las juventudes".

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