La corriente mundial a favor de una mayor participación de la mujer en el poder político ha llegado a Paraguay, pero el paso lo siguen marcando los hombres y persisten férreas barreras en el acceso de los dos géneros a los cargos de elección en condiciones de igualdad.
"Todavía son los hombres los que deciden, incluso si una mujer que se postula para algún cargo va a figurar finalmente en la lista de candidatos o no", dijo a IPS la ministra de la Mujer, Gloria Rubín.
El protagonismo de las mujeres en la política de Paraguay ha crecido en los últimos años, pero está muy lejos de las expectativas que se tenían cuando en 1996 el país estableció una cuota de 20 por ciento para las aspirantes a los cargos de elección popular.
Las paraguayas que incursionan en política encuentran dos escenarios. Uno en los partidos tradicionales y mayoritarios, donde persiste la resistencia a la participación femenina, y otro en los movimientos emergentes y partidos populares, donde las posibilidades de protagonismo son más asequibles.
María Justina Fokuoka, del centroderechista Partido Patria Querida (PPQ), fue candidata a senadora en las elecciones generales de 2003 y 2008. La primera vez la colocaron en el puesto décimo primero de la lista, y fueron elegidos siete postulantes; la segunda, subió al séptimo lugar, pero obtuvieron un escaño sólo cuatro.
[related_articles]
"Este es un problema de todos los partidos, la actividad política está vista como cosa de hombres y son más los hombres que activan que las mujeres", expresó Fokuoka, pediatra y activista de movimientos de la Iglesia Católica.
En las elecciones presidenciales, legislativas y regionales de abril de 2008, la experiencia fue distinta para Aída Robles, diputada por el departamento Central, en representación del izquierdista Partido Popular Tekojoja, un vocablo que significa "vida igualitaria" en guaraní, lengua originaria y segunda oficial del país, además del español.
Esa agrupación integra la centroizquierdista Alianza Patriótica para el Cambio, que promovió la candidatura del presidente Fernando Lugo, ex obispo católico y líder social catalogado como izquierdista moderado.
Para encabezar la lista por el departamento más poblado del país, Robles compitió con otra mujer. Ambas candidatas, una enfermera y otra trabajadora social, provenían de sindicatos del Hospital de Clínicas.
A finales de la década de los 80, estudiantes y profesionales de la medicina y la enfermería de ese hospital encabezaron protestas en demanda de libertades públicas contra la larga y cruenta dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989).
"No fue fácil competir entre nosotras", dijo Robles a IPS y atribuyó el logro de su escaño al respaldo del voto femenino.
"Tuvimos una participación pluralista dentro del movimiento, que favoreció que tuviésemos muchas candidatas. Lastimosamente no todas fueron electas", indicó.
También en las últimas elecciones generales se registró un hecho significativo: la candidatura de una mujer a la Presidencia de la República por el Partido Colorado, que gobernó el país por más 60 años.
La postulante colorada, Blanca Ovelar, fue objeto de descalificaciones por parte de sus propios correligionarios, por ser mujer y por la supuesta ilegitimidad de su candidatura.
El promotor de la postulación de Ovelar fue el entonces presidente Nicanor Duarte (2003-2008) quien para muchos apostó por una figura femenina únicamente por cálculos electorales y fines simbólicos.
Bajo el gobierno de Stroessner, Paraguay se convirtió en el último país de América en permitir el voto de la mujer, en 1961, y sólo cuando cayó su régimen, en 1989, se abrieron para las paraguayas las posibilidades de organizarse por sus derechos.
La apertura de las libertades en este país del Cono Sur americano impulsó el activismo femenino a través de dos organizaciones emblemáticas: la Coordinación de Mujeres del Paraguay, integrada por 11 agrupaciones y programas, y la ya desaparecida Multisectorial de Mujeres.
Para María Inés Ferreira, directora del Centro de Promoción de la Mujer y de Gestión Social, las paraguayas han tenido un papel protagónico en la democratización de este país de 406.752 kilómetros cuadrados, rodeado por Argentina, Bolivia y Brasil.
"Es difícil imaginar que la democracia pueda ser alcanzada sin la participación activa y consciente del 50 por ciento de la población, que somos las mujeres", apuntó.
En 1991 se instaló la Convención Nacional Constituyente y de los 198 integrantes, 21 fueron mujeres. Las organizaciones feministas realizaron dos foros de consulta para la Constituyente, elaboraron propuestas y velaron, mediante la asesoría a los integrantes de la Convención, por la incorporación de las mismas en la nueva Carta Magna.
Gracias a ese esfuerzo, la Constitución vigente desde 1992 incorporó el principio de la igualdad del hombre y de la mujer.
También en 1992 se creó por ley la Secretaría de la Mujer, con rango ministerial, dentro del marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación en Contra de la Mujer (Cedaw), que había sido ratificada por Paraguay en 1986. Su creación era, además, demandada desde 1989 por organizaciones femeninas.
En el gobierno de Lugo sólo una de las 10 carteras ministeriales está a cargo de una mujer, la de Salud Pública y Bienestar Social. Pero las organizaciones de mujeres resaltan la presencia de dos referencias del feminismo al frente de secretarías de Estado con rango ministerial, Rubín y Lilian Soto, en Función Pública.
CUOTAS SÍ, DISCRIMINACIÓN TAMBIÉN
El código electoral establece que las listas de partidos para cargos electivos deben incluir al menos 20 por ciento de mujeres.
Los países de América Latina que tienen un sistema de cuotas son Argentina, Brasil, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Perú y República Dominicana. Uruguay acaba de aprobar uno, que entrará en vigencia sólo en 2014. Los porcentajes varían entre 20 y 50 por ciento.
El Informe Sombra, presentado por la sociedad civil ante la Cedaw en 2004, señala que la cuota es la única medida de acción positiva puesta en marcha por el Estado paraguayo para mejorar el acceso de las mujeres a espacios de poder.
Pero el reporte sostiene que la misma cuota representa un obstáculo para producir un aumento sostenido de mujeres en cargos electivos de decisión.
Las listas que finalmente se presentan a las elecciones ni siquiera llegan a tener un 20 por ciento de mujeres, denuncia.
En la práctica, los partidos cumplen con la cuota incorporando ese 20 por ciento en sus primarias internas o mediante fórmulas que dificultan que las mujeres tengan puestos elegibles en las listas cerradas con que se escogen los cuerpos colegiados.
"La cuota de 20 por ciento de participación se ha convertido en un techo a alcanzar y no un piso a superar", dijo a IPS Carolina Thiede, responsable en Paraguay del Punto Focal del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem).
Paraguay tiene de 6,2 millones de habitantes, de los que 2.861.940 son electores, y prácticamente la mitad de la población y del padrón electoral lo conforman mujeres.
La ministra Rubín trazó a IPS un cuadro poco alentador: "Ha crecido el número de mujeres inscritas en el padrón electoral y el nivel de votación de mujeres en las últimas elecciones, pero la participación política efectiva de las mujeres no creció, más bien se estancó".
CIFRAS DE LA INEQUIDAD
Las estadísticas del Tribunal Superior de Justicia Electoral dan cuenta de la amplia brecha en el número hombres y mujeres que ostentan cargos públicos de elección.
En la Cámara de Senadores, con 45 escaños, en 1993 sólo había cinco mujeres, y en 2008 eran siete. Algo mejor le ha ido a las políticas en la cámara baja, con 80 escaños, y donde en 1993 sólo dos eran ocupadas por mujeres, frente a las 10 elegidas en 2008.
En cuanto a las gobernaciones de los 17 departamentos en que está dividido el país, en 1993 no había mujeres y desde 2008 hay sólo una.
Las Juntas Departamentales (parlamentos regionales) elegidas en 1993 quedaron integradas por 159 hombres y 8 mujeres. En 2008, en esos cuerpos legislativos pasó a haber 40 mujeres en un total de 214 integrantes.
En el campo municipal, en 1996 seis de las 223 intendencias (alcaldías) fueron ganadas por mujeres, mientras en 2006, el último año que hubo comicios a este nivel, las mujeres pasaron a gobernar 13 de los 230 municipios.
En cuanto a las Juntas Municipales, de los 2.268 concejales electos en 1996, sólo 320 fueron mujeres, y en 2006 de un total de 2.475, las elegidas fueron 513.
"Los porcentajes son más auspiciosos en algunos estamentos que en otros, pero todavía no alcanzan para ser considerados niveles deseables de participación", indicó Rubín.
Para acelerar el empoderamiento femenino en el espacio público, la Secretaría de la Mujer lanzó en marzo el proyecto "Participación política para la igualdad de género", con el apoyo de Unifem y del Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD).
El proyecto busca promover la participación política efectiva de las mujeres y el fortalecimiento de las políticas de igualdad de género, a través del aumento de las capacidades de los actores institucionales, políticos y sociales involucrados.
Este plan viene a complementar el esfuerzo de activistas de los partidos con representación parlamentaria que han conformado la organización Mujeres Políticas por la Democracia y el Desarrollo, que nació para promover acciones y capacitar a lideresas. Fukuoka, dirigenta del PPQ, es su coordinadora general.
ROMPER CON EL PATRIARCADO
Para la concejala de la capital Rocío Casco, la cultura del patriarcado permanece arraigada en la sociedad paraguaya. Ella pertenece al Partido del Movimiento al Socialismo, que integra la alianza gobernante.
"Sólo podremos cambiar esos conceptos con un profundo cambio moral y ético. Estamos participando, ocupando espacios, pero no significa que la discriminación haya cesado", subrayó.
Augusto Wagner, también concejal en Asunción por el Partido Liberal Radical Auténtico, segunda fuerza política tradicional de Paraguay, se declaró a IPS como defensor de la participación de la mujer en los poderes públicos, como factor decisivo para profundizar la democracia.
Su partido, cabeza de la Alianza de Lugo, se obliga internamente a incluir a 33 por ciento de mujeres en sus listas, y así concurrió a los comicios de 2008.
Para impulsar la equidad, su partido decidió ir más allá de la cuota mínima y en los comicios de 2003 la situó ya en 25 por ciento. Sin embargo, de los cuatro escaños que obtuvo en la Junta Municipal capitalina, ninguna lo ocupa una mujer y en total sólo hay nueve concejalas. "Queda mucho por hacer", admitió Wagner.
Casco apuntó otro problema: sigue siendo habitual que se asigne la militancia femenina a tareas internas o de secretaría, y no de aporte a la discusión política.
Pero, insistió la concejala, las mujeres deben seguir peleando. "Las lideresas estamos aquí y vamos a formar parte creciente del paisaje político de Paraguay", concluyó.