Mientras indígenas de todo el mundo se reúnen en esta noroccidental ciudad estadounidense para buscar una vía que les permita incidir en las negociaciones internacionales sobre cambio climático, el veloz calentamiento del Ártico desplaza aldeas enteras de la etnia inuit.
"Tenemos siglos de experiencia en adaptarnos al clima y nuestras formas tradicionales de vida dejan muy tenues huellas de carbono", dijo a Tierramérica la líder aborigen filipina Victoria Tauli-Corpuz, presidenta del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El carbono, principal gas de efecto invernadero, es liberado a la atmósfera por actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la industria, la ganadería y la deforestación.
Unos 400 indígenas, entre ellos el presidente boliviano Evo Morales, y observadores de 80 naciones participan desde este lunes hasta el jueves en la Cumbre Mundial de los Pueblos Indígenas sobre el Cambio Climático en Anchorage, estado de Alaska. En este encuentro, auspiciado por la ONU, se discutirán y sintetizarán aplicaciones del conocimiento tradicional nativo para mitigar el cambio climático y adaptarse a él.
"Los pueblos originarios son los que menos han contribuido al cambio climático, pero cargan con la peor parte de su impacto", dijo Patricia Cochran, presidenta de la cumbre y del Consejo Circumpolar Inuit.
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En su opinión, los indígenas están a la vanguardia en el debate sobre el cambio climático. Cualquier diálogo será mucho más rico y productivo con su participación, dijo.
Los pueblos indígenas también están en la primera línea en cuanto a sufrir los impactos de los cambios del clima, dijo Cochran a Tierramérica.
La aldea de Newtok, unos 800 kilómetros al este de Anchorage, es la primera de varias que deben desplazarse por las alteraciones del clima. Por el calor, la corriente del río se hizo más intensa y se derrite el permafrost, la capa siempre congelada del suelo. Así se destruyen casas e infraestructura, obligando a 320 residentes a mudarse a un sitio más elevado 15 kilómetros al oeste, a un costo que se calcula en decenas de millones de dólares.
Otros cinco asentamientos inuit en Alaska necesitan una reubicación urgente. En Shishmaref, de 560 habitantes, y en Kivalina, de 377 habitantes, las tormentas otoñales no son contenidas por la menguante barrera de hielo costero, lo que está causando una severa erosión. Decenas de poblados similares están amenazados.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), en las regiones más afectadas, como el Ártico, el Caribe y la Amazonia, viven la mayoría de los indígenas, dijo Sam Johnston, de la Universidad de las Naciones Unidas en Tokio, copatrocinante de la cumbre.
Por lo menos 5.000 grupos originarios han sido identificados en más de 70 países, con una población global de unos 300 a 350 millones, lo que representa alrededor de seis por ciento de la humanidad.
Por su ancestral conexión cultural y espiritual con la tierra, los océanos y la naturaleza, los indígenas tienen mucho que ofrecer, dijo Johnston en una entrevista.
"El mundo debe a los indígenas y a sí mismo una mayor atención a la sabiduría de su conocimiento tradicional", agregó.
El principal objetivo de la cumbre es fortalecer la participación de las comunidades aborígenes en la conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará en diciembre en Copenhague.
Allí, los gobiernos deben concebir un tratado obligatorio sucesor del Protocolo de Kyoto, que expirará en 2012, para reducir las emisiones de gases invernadero y crear un fondo de adaptación para ayudar a los países pobres.
La cumbre indígena concluirá con una declaración y un plan de acción, así como un llamado a los gobiernos para incluir plenamente a los pueblos originarios en el régimen que se adopte en la capital danesa.
Los pueblos indígenas no tienen ningún rol formal en las conversaciones climáticas, si bien han participado en la delegación de Bolivia en reuniones preparatorias, como la celebrada a comienzos de este mes en Bonn, Alemania.
Lo ideal es que los aborígenes tengan un papel asesor formal, como en el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, señaló Tauli-Corpuz.
"Pero ningún gobierno ha estado dispuesto a presionar por esto", sostuvo.
La Declaración de Anchorage será firmada por el mandatario Morales, de origen aymara, el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel d'Escoto, y la parlamentaria danesa Juliane Henningsen, dijo Cochran.
Cuestiones como la reducción de la deforestación y la reforestación masiva pueden tener importantes impactos en las comunidades nativas y es vital que se reconozcan y respeten sus derechos en cualquier acuerdo final sobre clima, dijo Tauli-Corpuz.
Pero, advirtió Johnston, las discusiones entre gobiernos, en especial entre China y Estados Unidos, irán subiendo de tono y pueden marginar el esfuerzo indígena por tomar parte en el debate.
* Este artículo fue publicado originalmente el 18 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.