Los sindicatos europeos, al celebrar este viernes otro Día Internacional de los Trabajadores, se debaten entre defender sus intereses y adecuar la lucha para evitar una profundización de los efectos locales de la crisis económica y financiera mundial.
El dilema está planteado, pero su tradición de lucha y sus propias estructuras los llevan a actuar de otra forma, a pesar de los esfuerzos por coordinar respuestas a la crisis económica y financiera.
En Atenas, por ejemplo, se ven pintadas que invitan a un acto para este 1 de mayo, en una ciudad que sufrió la violencia en diciembre, cuando oficiales de policía mataron a un adolescente de 15 años durante una manifestación.
Esos disturbios derivaron en una huelga general contra la privatización, el aumento de los impuestos y los recortes a las jubilaciones impuestos a instancias del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por eso este viernes se prevén más protestas violentas en Atenas y otras ciudades griegas.
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En Alemania y Francia, la policía y líderes sindicales también advierten de la posibilidad de estallidos de violencia en las manifestaciones previstas.
"El 1 de mayo de tarde, extremistas de izquierda atacarán a las fuerzas de seguridad y atentarán contra la propiedad privada", advirtió esta semana el jefe de policía de Berlín, Dieter Glietsch, en conferencia de prensa.
"Lo que ocurrió en Grecia en diciembre puede pasar en Francia", dijo a IPS Georges Martin, portavoz del Confederación General de Trabajadores. "Está a punto de explotar una bomba social", alertó.
No sería la primera vez. Desde hace varios años, jóvenes inmigrantes realizan manifestaciones violentas en Navidad y Año Nuevo, en las que quemaron automóviles y agraden patrullas policiales.
"La ebullición que hay en Europa tiene un origen común: las consecuencias sociales de la globalización", sostuvo Jean Techau, politólogo de la Fundación de Política Exterior, con sede en Berlín.
"La crisis económica global afecta a todos los países europeos a la vez", explicó. "Nunca había ocurrido algo así".
España y Francia sufren un pronunciado aumento del desempleo, la situación económica empeora, se profundiza la discriminación racial y el enorme déficit socava las finanzas públicas, añadió.
"El riesgo de disturbios en ambos países es enorme", advirtió Techau.
En España, los sindicatos protestarán juntos contra el traslado de plantas de producción al extranjero, los despidos masivos y la reducción de salarios y su eslogan será: "Para hacer frente a la crisis, más empleos, más inversiones y más protección social".
En Alemania, el presidente de la Federación de Sindicatos, Michael Sommer, señaló que, "si las empresas responden a la crisis con despidos masivos de trabajadores, es posible que hayan revueltas sociales". No es una amenaza, acotó, sólo un comentario dado el clima imperante.
Una "gran sensación de injusticia invadió a los alemanes", advirtió el gobernador del estado de Brandenburgo, Mathias Platzeck, ex presidente del Partido Social Demócrata.
El motivo fue el paquete de estímulo del gobierno de unos 500.000 millones de euros (unos 650.000 millones de dólares) para evitar la insolvencia de los bancos, considerados los principales responsables de la crisis por sus préstamos e inversiones irresponsables.
El gobierno alemán también destinó unos 100.000 millones de euros (más de 130.000 millones de dólares) a dos planes para estimular el consumo interno, pero rechazó la propuesta de los sindicatos de disminuir la carga impositiva a los sectores más desfavorecidos de la población y de aumentar los salarios.
Por el contrario, con los 1,6 billones de euros (más de 2,1 billones de dólares) de deuda, el gobierno puede verse obligado a congelar los salarios y las jubilaciones y aumentar los impuestos en un futuro cercano, medidas que perjudicarán a los sectores de medianos y bajos ingresos.
La sensación de injusticia se expresó con grandes manifestaciones. En el centro financiero de Frankfurt, donde los bancos nacionales e internacionales tienen muchas oficinas, hubo una gran concentración el 28 de marzo bajo el lema: "No pagamos su crisis".
El descalabro financiero hizo añicos la confianza de los alemanes en el capitalismo, dijo Platzeck, en entrevista otorgada a la radio pública Deutschland Funk.
"Más de la mitad de los alemanes del este (de la socialista ex República Democrática Alemana) no confían en la economía de mercado", señaló. "Incluso, alrededor de 40 por ciento de ellos creen que es necesaria una economía centralizada".
Otros piensan que hay que darle más tiempo al gobierno.
"Sí, hay un gran descontento social, pero está acompañado de la sensación de que hay que tener paciencia", dijo a IPS Dieter Rucht, de la organización Sociedad Civil, Ciudadanía y Movilización Política en Europa.
Los trabajadores alemanes están esperando que los planes del gobierno hagan efecto, según Rucht.
"La mayoría de la gente está dispuesta a esperar los resultados", señaló. Pero si el desempleo aumenta de forma drástica y las personas ven que la crisis afecta sus ahorros, "será inevitable una revuelta social".
Alemania atraviesa la peor recesión económica de la historia moderna. El gobierno reconoció el 23 de este mes que el producto interno bruto caerá en al menos seis por ciento este año. Algunos pronósticos sugieren que cinco millones de personas podrían perder su empleo el próximo año, lo cual equivale a 10 por ciento de la población económicamente activa.
En Francia, los sindicatos tienen tradición de hacer huelgas y manifestaciones violentas. Este año ya hubo dos de un día que contaron con apoyo de la mayoría de los trabajadores.
Para este 1 de mayo, los ocho sindicatos franceses más grandes previeron grandes manifestaciones en varias ciudades, en especial en París.
"Para los trabajadores es mejor expresar su descontento de forma colectiva que dejar espacio para acciones individuales desesperadas", dijo a IPS Annick Coupé, portavoz de la organización Unión Sindical Solidaria, con unos 90.000 adherentes.
El comentario alude a que desde marzo, los trabajadores han secuestrado gerentes generales y presidentes de grandes empresas en lo que se ha llamado "bossnapping" del inglés boss, jefe, y kidnapping, secuestro- en protesta por los despidos masivos y el cierre de fábricas.
Ejecutivos de corporaciones como Sony, Caterpillar, 3M y Scapa estuvieron varios días secuestrados por sus trabajadores.
Varias encuestas de opinión locales indican que más de la mitad de las personas consultadas apoyan esas medidas.