EEUU-MEDIO ORIENTE: Los desafíos de la misión Mitchell

Al iniciar su misión, el enviado de Estados Unidos a Medio Oriente, George Mitchell, siguió la recomendación de su presidente, Barack Obama: «Debería comenzar escuchando, porque en última instancia no podemos decirles a israelíes y palestinos qué es lo mejor para ellos».

Obama formuló este comentario esta semana en el canal de televisión Al-Arabiya.

"Escuchar" es, de hecho, un elemento central de la primera visita de Mitchell en esta misión. Pero con los enfrentamientos entre el palestino Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y el ejército israelí, las conversaciones iniciales del enviado estadounidense forzosamente se centraron aun más en la situación inmediata en Gaza, y en temores de que pueda reanudarse la lucha total. Y, en cambio, menos en preparar el terreno para un nuevo compromiso diplomático de Estados Unidos.

Mitchell habló de la "importancia crítica" de consolidar el cese del fuego.

Esto todavía no es una amenaza para la misión Mitchell, aunque él, como todos en la región, estará consciente del riesgo de quedar envuelto demasiado pronto en acusaciones y justificaciones, y en preguntas de quién da el primer paso para implementar su parte de cualquier acuerdo.
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Es decir, un "déjà vu" de lo que desbarató la misión Mitchell original, diseñada para revivir los intentos de paz al comienzo de la Intifada (levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí).

El mandato de Mitchell de "escuchar" también se debe al hecho de que el 10 de febrero los israelíes celebrarán elecciones generales. El nuevo gobierno de Estados Unidos espera el resultado de esos comicios. Cuando Obama sugirió que tanto israelíes como palestinos tendrían que "tomar algunas decisiones", el mandatario se estaba refiriendo concretamente al votante israelí.

En los últimos días hubo acciones palestinas regulares en violación del tentativo cese del fuego unilateral, y represalias israelíes limitadas. Pese a eso, tras sus reuniones con Mitchell el miércoles y jueves, los líderes israelíes todavía sostienen que su guerra de 22 días en Gaza recorrió un gran trecho hacia el restablecimiento de la capacidad de disuasión de su país, lo que consideran un componente esencial de su seguridad nacional.

Muchos líderes mundiales secundaron este argumento. Las autoridades israelíes alegaron que se estaban defendiendo de ataques con cohetes lanzados por Hamás desde la franja hacia localidades del sur del Estado judío.

Por el contrario, la opinión pública internacional se horrorizó de la escala de la campaña militar.

Dentro de Israel, la opinión pública no parece convencida de que el Estado haya reafirmado su capacidad de disuasión. Muchos votantes creen que sólo se hubiera logrado esto "aniquilando" el poder de Hamás.

Esta percepción es subrayada por un alto comandante militar, quien afirmó que Israel "perdió una oportunidad histórica de derrotar a Hamás", al decidir no ampliar la ofensiva.

"Estuvimos cerca de vencer" a la organización islámica, dijo al periódico Haaretz el brigadier general Zvi Fogel, quien se desempeñó como comandante de artillería en la campaña de Gaza.

Fogel agregó que era esencial una respuesta al asesinato, el martes, de un soldado israelí, y que el ejército perdería el factor disuasor que había logrado en la campaña si no reaccionaba a las provocaciones de Hamás.

Tales evaluaciones recorren cierto camino a la hora de explicar por qué, menos de dos semanas antes de las elecciones, los mayores triunfadores políticos parecen ser quienes no estuvieron involucrados en dirigir la guerra. Es decir, la oposición de derecha.

Ésta se alineó, precisamente, con la posición de que "la guerra se interrumpió demasiado pronto".

Las últimas encuestas de opinión virtualmente coronan a Benajamin Netanyahu, líder del derechista partido Likud, como el próximo primer ministro. Netanyahu ya ocupó ese cargo entre 1996 y 1999.

"Se cierran las apuestas, esta campaña electoral se terminó", proclamó el popular conductor televisivo Nissim Mishal en la noche del miércoles.

En efecto, los expertos en política enfatizan que el propio Netanyahu ya comenzó la tarea de planear la coalición de gobierno que le gustaría lo respalde. En los 60 años de existencia de Israel como Estado, nunca un partido ganó una mayoría absoluta en la Knesset (parlamento), de 120 escaños. En los últimos 20 años, se constituyeron coaliciones.

Sin embargo, en la entrevista que Obama concedió a Al-Arabiya hubo un mensaje más sutil. "Continuaré creyendo que la seguridad de Israel es primordial", dijo.

"Pero también creo que hay israelíes que reconocen que es importante lograr la paz. Estarán dispuestos a hacer sacrificios si el momento es adecuado y si hay un socio serio del otro lado", agregó.

No resulta imprevisible, entonces, que lo que Mitchell oyó decir a Netanyahu pueda ser de gran interés para Obama. ¿Qué clase de coalición quiere formar quien lleva la delantera? ¿Vislumbra que la coalición liderada por el Likud incluirá al centroderechista Kadima y al centroizquierdista Partido Laborista, o acaso optará por una coalición dura y derechista de la que el Likud sería el ala de izquierda?

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