El Banco Mundial y el FMI son blanco de fuertes críticas por no promover la transparencia de las industrias extractivas en los países donde ambas instituciones desarrollan su actividad.
Las organizaciones no gubernamentales Global Witness y Centro de Información del Banco (BIC, por sus siglas en inglés), dedicado a analiza el desempeño del Banco Mundial, realizaron una evaluación de 57 naciones donde ambas instituciones financian proyectos de los sectores petrolero, gasífero y minero.
El estudio, que cubre el periodo entre junio de 2003 y abril de este año, destaca que aunque el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial han contribuido para hacer más transparentes esas operaciones en algunos países, "el enfoque no es consistente ni exhaustivo".
Aunque ambas instituciones financieras "plantean el tema de la transparencia en muchas naciones ricas en recursos, los informes sobre ganancias no son siempre obligatorios, los referidos a los contratos tampoco se conocen en gran medida y la participación de la sociedad civil también es ignorada en muchos casos", dijo Corinna Gilfillan, directora del capítulo estadounidense de Global Witness.
El acento en la transparencia responde a los problemas que se registran actualmente en países con vastos recursos minerales y de combustibles fósiles.
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Cuando la transparencia está ausente, la corrupción, el robo y el mal manejo de los ingresos generados por esos recursos naturales son algo común.
El Banco Mundial y el FMI dicen que apoyan las actividades de las industrias extractivas con la expectativa de que sus ganancias beneficien a la sociedad, contribuyendo al alivio de la pobreza, la estabilidad económica y una sólida política fiscal.
La evaluación difundida la semana pasada examina el tema de la transparencia en las áreas de difusión de la información sobre ganancias, respecto de los contratos y el grado de participación de la sociedad civil.
En general, las instituciones financieras internacionales colocan más el acento en la transparencia respecto de las ganancias, especialmente el FMI.
La participación de la sociedad civil es vista con un factor que facilita la transparencia, por el control que puede ejercer sobre la adjudicación de contratos o el desvío de fondos por parte de los gobiernos. Pero, señala el estudio, no está bien desarrollada en muchos de los países donde las industrias extractivas operan.
Tanto el Banco Mundial como el FMI fueron pobremente evaluados en el área de participación de la sociedad civil. Apenas se hace referencia a ella en 25 por ciento de los programas del Banco Mundial y está "notoriamente ausente" en los acuerdos firmados por el Fondo.
Global Witness y el BIC recomiendan que el Banco Mundial dedique más recursos para que la sociedad civil pueda pedir cuentas a los gobiernos y las empresas privadas.
Su participación debería ser un requerimiento incluido en los proyectos y un criterio de evaluación de su desempeño, agregaron.
El estudio menciona el caso del oleoducto que va de Camerún a Chad como un ejemplo de lo que ocurre cuando no existe transparencia y mecanismos de rendición de cuentas.
En septiembre, luego de muchos años de controversias y debates, el Banco Mundial retiró su apoyo a esa obra, dador el incumplimiento de las promesas acerca de utilizar las ganancias petroleras en programas para los pobres.
El gobierno de Chad empleó la mayoría de esos ingresos en sus fuerzas armadas.
El oleoducto fue una de las mayores inversiones del Banco Mundial en África —140 millones de dólares— y se lo presentó como un caso testigo sobre el uso de la riqueza petrolera en beneficio de los pobres.
Perú es el escenario de otro controvertido caso, el del gasoducto Camisea, que enfrenta una fuerte oposición de comunidades indígenas de la región amazónica de ese país y de organizaciones internacionales.
En América Latina, destaca el informe, los esfuerzos para promover la transparencia son prácticamente inexistentes, aunque sí se contempla el asunto en 60 por ciento de las operaciones de las instituciones financieras internacionales en África subsahariana.
Eso rindió sus frutos en el caso de República de Congo, donde el petróleo constituye el cimiento de la economía nacional.
Allí, según el estudio, tanto el FMI como el Banco Mundial pusieron el énfasis en la necesidad de transparencia respecto de los ingresos petroleros y la participación de todos los sectores interesados, lo que permitió un mejor manejo del dinero generado por la actividad.
Ese modelo podría aplicarse en otros países, sugiere el análisis de Global Witness y el BIC.
El caso de Congo-Brazzaville "demuestra que el alivio de duda y los programas de crédito han sido y continúan siendo una herramienta vital para promover la transparencia respecto de las ganancias de los países ricos en recursos", señaló.
La clave reside en el grado de compromiso con ese objetivo, que debe ser incorporado por las instituciones financieras como requerimiento de los programas, así como en la voluntad de los funcionarios y técnicos del FMI y el Banco Mundial para demandar su estricto cumplimiento, según el estudio.