TRABAJO-LÍBANO: Esclavas domésticas

«Mi mucama es extremadamente fea. No puedo reprimir el impulso de abofetearla cuando la veo temprano en la mañana», se vanagloria entre risas un comerciante de la aldea libanesa de Ain Anoub, en las afueras de Beirut.

Un informe difundido en agosto por la organización Human Rights Watch reveló que por lo menos 95 trabajadoras domésticas migrantes fallecieron en Líbano desde enero de 2007. Alrededor de 40 de los casos fueron clasificados como suicidios, y 24 fueron reportados como producto de caídas desde elevados edificios, a menudo en un intento por escapar de sus empleadores.

Tener trabajadoras srilankesas, filipinas y etíopes en casa es una cuestión de estatus social en Líbano, y en buena medida es la norma. La mayoría de ellas ganan menos del salario mínimo mensual de 300 dólares.

En 2006, Ray Jureidini, de la American University de El Cairo, encuestó a 600 trabajadoras domésticas en Líbano. El sondeo halló que 52 por ciento de ellas eran verbalmente abusadas. Más de 55 por ciento de las entrevistadas trabajaban más de 12 horas al día, y más de 21 por ciento superaban las 15 horas diarias.

El estudio mostró que 34 por ciento de las consultadas no tenían días libres de modo regular, 42 por ciento contaban con apenas un día libre a la semana, cuatro por ciento tenía tiempo libre cada dos semanas y dos por ciento una vez cada cuatro. A muchas no se les permitía un grado mínimo de privacidad: nueve por ciento dormían en el salón de la casa y seis por ciento en la cocina.
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"Mientras que una de las violaciones menos frecuentes es que los empleadores no provean a sus amas de llaves de un espacio propio, la más común es retener sus salarios o demorar los pagos, seguidos por el confinamiento forzado", dijo Nadim Houry, de Human Rights Watch.

En un incidente de abuso reportado en mayo de este año, los integrantes de una pareja de Koreytem —uno de los barrios más ricos de la capital y escenario de intensos enfrentamientos— encerraron a su trabajadora doméstica en el apartamento donde vivían con comida para pocos días, mientras ellos huían en busca de un lugar más seguro.

Karunawati Welagader, una trabajadora doméstica srilankesa, relató que su hermana, empleada en el hogar de un funcionario del gobierno, estaba constantemente al borde de la depresión, hasta que volvió a su país de origen. En Líbano la encerraban y no le permitían hacer llamadas telefónicas.

"El caso de mi hermana no es inusual en un país como Líbano, (pero) sus condiciones de vida allí eran probablemente mucho mejores que las de otras trabajadoras, quienes además de ser encerradas a menudo no son alimentadas o vestidas de modo adecuado", sostuvo.

En Beirut es común ver niños libaneses acompañados de trabajadoras domésticas asiáticas en restaurantes, exclusivos centros turísticos en la playa o camino a la escuela.

Las mujeres libanesas parecen confiar en las trabajadoras domésticas en lo relativo a sus hijos, no así en lo atinente a su propiedad. Esto puede explicar por qué los pasaportes de 85 por ciento de las trabajadoras extranjeras son confiscados por sus empleadores. Los retienen para impedir que les roben y huyan.

Houry señaló que, aunque menos frecuentes, también hay abusos físicos, que a veces derivan en acoso y violación. El estudio concluyó que la mujer empleadora golpea a su ayudante doméstica en 61 por ciento de los casos, seguida por el hombre empleador (23 por ciento) y los hijos (11 por ciento).

En el estudio de Jureidini, 14 por ciento de las consultadas admitieron ser abusadas. Aproximadamente siete por ciento declararon haber sido acosadas sexualmente. "Esta figura (el acoso sexual), sin embargo, podría ser más elevada, dado que muchos casos quedan sin reportar", dijo Houry. En 64 por ciento de los casos, fue el hombre empleador quien acosó a su ayudante contratada, y en 21 por ciento de los casos fue el hijo.

En Verdun, otro adinerado barrio de Beirut, un adolescente en una de las escuelas extranjeras hace bromas sobre el hecho de que su amigo prostituye a la trabajadora doméstica srilankesa de sus padres.

"Mi amigo ofrece los servicios de su mucama por un precio dado. La mayoría de sus amigos han tenido una experiencia sexual con el ama de llaves en un momento u otro, cuando los padres no están en casa", relató.

Las trabajadoras domésticas extranjeras en Líbano no tienen casi ninguna protección. Bajo la ley libanesa no les corresponde un salario mínimo, y son excluidas de las leyes y regulaciones laborales.

"En Líbano, las trabajadoras domésticas mueren a una proporción de más de una por semana", enfatizó Houry.

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