LÍBANO-SIRIA: Paz no es para siempre

La relación entre Líbano y Siria atraviesa otra vez un momento delicado a raíz del despliegue de soldados ordenado por Damasco en la frontera común.

Líbano y Siria son limítrofes pero parecen estar a años luz de distancia. Han mantenido relaciones inestables, caracterizadas principalmente por el dominio de Damasco.

Ambos fueron protectorado francés por más de 20 años y se independizaron en 1943. Desde entonces, Siria considera a su vecino una creación artificial, un accidente histórico y un capricho de las potencias coloniales.

Efectivos sirios ingresaron a Líbano como fuerza de paz en 1976 en medio de la guerra civil, que empezó un año antes y duró 15, y se quedaron hasta la firma del Acuerdo de Taif en esa occidental ciudad saudita el 22 de octubre de 1989.

El pacto puso fin a los combates entre las fuerzas cristianas y las musulmanas y propuso un esquema de gobierno con representación de las diferentes agrupaciones.
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La ocupación de Siria duró casi 30 años, hasta el asesinato del entonces primer ministro libanés Rafik Hariri en un atentado con bomba el 14 de febrero de 2005, del que se responsabilizó al régimen de Damasco.

Pero en los últimos meses cambiaron mucho las relaciones tensas entre ambos países, al menos superficialmente.

La histórica cumbre entre el presidente libanés Michel Suleiman y su contraparte sirio Bashar al-Assad, realizada en Damasco el 14 de agosto, concluyó con un acuerdo para iniciar relaciones diplomáticas.

Fue la primera vez en la historia de este país que un presidente libanés fue recibido oficialmente por un mandatario sirio en la pista del aeropuerto de Damasco.

En anteriores ocasiones, los jefes de Estado de Líbano debieron trasladarse por su cuenta hasta la capital y esperar ser recibidos en los corredores del palacio presidencial.

Tras el encuentro se decidió abrir una embajada de Líbano en Damasco.

Pero esos acontecimientos no pusieron fin a la influencia de Siria en Líbano. Sólo anunciaron un cambio de apariencias. Damasco sigue haciendo sentir su peso en la tierra de los cedros.

En mayo hubo un conflicto armado en Líbano que duró una semana. Se enfrentó la mayoría legislativa pro occidental y árabe, integrada por las cristianas Fuerzas Libanesas, el también cristiano partido Kataeb ("falanges"), el sunita Movimiento Futuro y el druso Partido Progresista Socialista, contra la oposición pro siria y pro iraní, comprendida por los chiitas Partido de Dios (Hezbolá), Movimiento Amal y el Movimiento Cristiano Libre Patriótico.

El conflicto llegó a su fin con la firma del Acuerdo de Doha el 21 de mayo, que otorgó al Partido Nacional Socialista Sirio y Hezbolá y Amal el poder de veto en el gabinete de unidad nacional.

También se llegó a un acuerdo respecto de la presidencia, acéfala durante seis meses, con la elección de Suleiman, una figura de consenso que contó con la aprobación de Siria.

La influencia de ese país sobre Líbano se hizo evidente tras la sorprendente declaración de Suleiman acerca de que "la comunidad internacional debe abrirse a Siria, siguiendo el ejemplo de Francia, porque desempeña un papel fundamental en el ámbito regional".

La declaración fue hecha tras una reunión que el mandatario mantuvo con funcionarios estadounidenses en el Palacio de Baabda, sede presidencial.

Asuntos de primordial importancia permanecen en la nebulosa, pues el Alto Consejo Sirio-Libanés mantiene su peso en la resolución de problemas.

"El Alto Consejo Sirio-Libanés está en el centro del acuerdo entre Siria y Líbano, llamado tratado de Fraternidad, Cooperación y Coordinación. El Consejo desempeña un papel diplomático, lo que se contradice con la creación de vínculos diplomáticos" directos, señaló el abogado y constitucionalista Majed Fayad.

El Consejo, formado por los jefes de Estado, primeros ministros y presidentes de la cámara baja de ambos países, viola el principio de separación de poderes.

Además, el tratado de Fraternidad, Cooperación y Coordinación deja supeditada la suerte de Líbano a la de Siria, en especial en materia de seguridad, defensa y política exterior.

Otros asuntos importantes que deben negociar ambos países se refieren al suministro de armas de Damasco a Hezbolá, la demarcación de la frontera mutua y el regreso de libaneses detenidos en prisiones sirias, que algunos creen que coinciden con unas 600 personas consideradas desaparecidas.

La visita de Suleiman a Siria fue un éxito parcial según el director del libanés Centro de Estudios Políticos, Oussam Safa.

"Fue el canciller de Líbano, Fawzi Salloukh, quien desalentó el entusiasmo por el asunto de los detenidos al admitir que sólo había alrededor de 100 presos libaneses en Siria. Los políticos no tratan con seriedad ese asunto".

En un país donde prevalecieron los asesinatos políticos y la limpieza étnica durante la guerra civil de 15 años, el asunto de los detenidos en Siria es considerado una caja de Pandora, en especial si Damasco decide responder divulgando asuntos vergonzosos como detalles de masacres perpetradas por líderes libaneses durante el conflicto, o la ubicación de fosas comunes.

"La delimitación de la frontera entre ambos países, en especial en la zona de las Granjas de Shebaa, difícilmente pueda hacerse mientras Israel ocupe las Alturas del Golán", señaló Safa.

Las Granjas de Shebaa, ahora ocupadas por Israel, son un pequeño territorio en disputa y que en 2000 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) determinó era propiedad de Siria.

Ese país dejó bien claro que vincula el asunto de la ocupación de las Alturas del Golán con la demarcación de fronteras con Líbano.

Pero el gobierno libanés tiene frente a sí otros asuntos más acuciantes, pues aumenta la tensión con Damasco.

El 22 de septiembre, unos 10.000 efectivos de las fuerzas especiales sirias fueron desplegados en la frontera norte, según la Agencia France Press (AFP).

La presencia militar desde entonces se habría reforzado, según el diario panárabe Al-Hayat, citando testigos que dijeron que Siria había desplegado tanques a lo largo de la frontera, cerca de la ciudad de Al-Qaa. También indicaron que habían cavado trincheras e instalado campamentos.

La relativa calma que caracterizó a las relaciones sirio-libanesas en los últimos meses parece haber tomado un giro inesperado, pues la posibilidad de un enfrentamiento aparece otra vez en el horizonte.

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