EDUCACIÓN-BRASIL: Analfabetismo resiste en la pobreza

Mantenerse analfabeto después de frecuentar la escuela es el drama de miles de niños y niñas de Brasil y una muestra de las ineficiencias del sistema educativo, en especial en las áreas dominadas por la pobreza. Pero la tendencia comienza a revertirse, como se observa en los estratos más jóvenes.

Indicadores Sociales del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, basados en datos de 2007, demuestran que la escuela no logró alfabetizar a 2,1 millones de sus alumnos de siete a 14 años de edad de este país, que equivalen a 7,5 por ciento del total.

De esa cantidad, empero, hay que descontar un millón de alumnos de siete años que están en su primer año escolar y por lo tanto aún en proceso de alfabetización. Otros 605.000 de ocho años están en la misma situación, porque empezaron a estudiar con atraso, según André Lázaro, secretario de Educación Continuada, Alfabetización y Diversidad del Ministerio de Educación.

Las cifras caen rápidamente en los grados siguientes y en el tercero son sólo 97.000 alumnos aun sin alfabetizar. Lo importante es que permanecen en la escuela con grandes posibilidades de alfabetizarse, sostuvo Lázaro a IPS. La educación brasileña "está en el camino correcto" y los datos del analfabetismo lo confirman, acotó.

El índice aún alcanza 10 por ciento entre los brasileños de más de 15 años, pero ese promedio se debe a las viejas generaciones. El analfabetismo alcanza 17,2 por ciento entre los mayores de 40 años y cae a 1,7 por ciento entre los jóvenes de 15 a 17 años. Más de 90 por ciento de los analfabetos son mayores de 25 años de edad.
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"La perspectiva es de un escenario más favorable" en las próximas décadas, es cuestión de acelerar la tendencia, confía el dirigente. Para eso el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva aseguró la financiación por el Fondo de Desarrollo de la Enseñanza Básica y consolidó mecanismos de evaluación que "identifican problemas en cada escuela".

El trípode se completa con el Sistema Nacional Público de Formación de Profesores, proyecto del Ministerio que está en elaboración participativa, abierta a sugerencias de la sociedad hasta el 24 de noviembre. Con esas tres políticas, "en 10 a 15 años ocurrirá un vuelco radical" en la enseñanza brasileña, afirmó.

Pero la cuestión no es tan lineal. El analfabetismo persiste principalmente en el medio rural, cuyo índice es el triple del urbano, y en el nordeste, la región más pobre de Brasil, donde alcanza 20 por ciento, el doble del promedio nacional y prácticamente el cuádruplo del sur y sudeste, regiones más desarrolladas.

En la capa más pobre, 18 por ciento son analfabetos, índice que baja a 1,4 por ciento en las familias con ingreso por persona superior a dos salarios mínimos (equivalente a unos 380 dólares), indicando que el problema, tal como la insuficiencia escolar, acompaña la pobreza.

El rezago escolar, otro indicador negativo, también es más acentuado en el nordeste, donde 38,8 por ciento de los alumnos están en un grado inferior al que corresponde a su edad, contra 16 por ciento en el sur y sudeste. El aprendizaje insatisfactorio hace que muchos repitan los grados y abandonen la escuela.

Brasil prácticamente universalizó el acceso a la escuela, que acoge a 97,6 por ciento de los niños y niñas de siete a 14 años, pero la enseñanza carece de calidad, según un cierto consenso entre investigadores y autoridades, relacionado con la creencia de que la educación es motor del desarrollo y puede transformar cualquier contexto.

"La educación es tan buena o mala como lo son sus profesores", opinó Lázaro. Por eso su formación adicional es una prioridad y se hará a través de cursos presenciales y a distancia, exigiendo que los profesores "pierdan el miedo de Internet", acercándose a la realidad de los alumnos, lo que también contribuirá a mejoras educacionales, acotó.

Pero Ludmila de Andrade, profesora de la Universidad Federal de Rio de Janeiro que está haciendo un post doctorado en Francia sobre formación de docentes, no es tan optimista. Son "una minoría, una élite" los profesores que se interesan por perfeccionarse, incorporar "innovaciones" pedagógicas, subrayó a IPS.

La gran mayoría de los maestros trabajan desalentados por los bajos salarios. que "no les permiten comprar libros, leer", además de pésimas condiciones de trabajo, edificios escolares precarios, con "mal olor, goteras" o demasiado ruido, el opuesto de las iglesias evangélicas que proliferan en el país, destacó.

Es necesario "intensificar las acciones de formación" y remunerar mejor el profesor "proletarizado", para valorizarlo y recuperar "su legitimidad ante la sociedad que está en plena caída", y solo así las políticas gubernamentales tendrán éxito, opinó.

Brasil ha mejorado la alfabetización, pero eso se pierde porque no se avanza en "el después", en la "lectura y escrita", es decir la escuela enseña a "copiar y repetir, pero no produce cultura". Hace mucho se sabe qué hacer, cómo "traer el mundo a la escuela, conectarla con la vida", pero el problema es "cómo hacer" en medio a tantas insuficiencias, según la investigadora.

Las evaluaciones nacionales e internacionales de la enseñanza básica son "desastrosas" y ponen a Brasil debajo incluso de países más rezagados "en otros aspectos del desarrollo", recordó Andrade.

Las medidas para mejorar la educación brasileña se multiplicaron últimamente, como la elevación de la escolaridad obligatoria a nueve años, el esfuerzo en ampliar la atención pre-escolar y la adaptación de la enseñanza al medio rural, además de la garantía de mayores presupuestos y el plan de formación continuada de docentes.

Pero hay que considerar la especificidad de los profesores de la enseñanza básica, observa Andrade. Su posgrado, ahora muy estimulado, no debe ser para formar investigadores especialistas, sino mejores profesores, "uniendo conocimiento y práctica docente".

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