AMÉRICA LATINA: Nuevo intento de integración por las cumbres

Por primera vez América Latina y el Caribe reunirán a sus jefes de Estado y de gobierno el 16 y el 17 de diciembre en Salvador, capital del nororiental estado brasileño de Bahía, en un nuevo intento de impulsar la integración hoy fragmentada en varios procesos subregionales.

Será una reunión "inédita", ya que antes solo estuvieron juntos los mandatarios de los 33 países de la región en encuentros convocados por entes externos, como la Unión Europea, destacó el canciller brasileño Celso Amorim, en rueda de prensa este lunes, al final de una reunión de ministros de Relaciones Exteriores, preparatoria de la cumbre.

Integración y desarrollo serán los temas centrales, pero la agenda será "amplia" para que los máximos gobernantes puedan incorporar los asuntos de mayor relevancia que les interesan, desde comercio a cooperación financiera y agrícola hasta el racismo ante las migraciones y los desastres naturales, acotó.

La cumbre será "el punto de partida de la construcción de la unidad de América Latina y el Caribe", que pasarán a "hablar con voz propia", pero "no podrá ignorar las cuatro crisis simultáneas que agobian el mundo, la financiera, la alimentaria, la energética y la ambiental", resumió el canciller de Cuba, Felipe Pérez Roque.

Ante la pregunta de por qué Brasil propuso esta iniciativa de buscar la integración regional a través de reuniones cumbres, en un momento en que la región parece dividida en variados bloques y mecanismos fracasados en el pasado, Amorim destacó que los procesos subregionales o sectoriales "revelaron las potencialidades de la integración".

La historia reciente de distintas iniciativas comprobó que "sí es posible" y "la necesidad" de una integración de toda la región, ya que "las crisis imponen soluciones integradas", aunque no sean una "respuesta única", arguyó.

El canciller brasileño mencionó dos ejemplos de cómo la integración "ayuda a enfrentar las crisis": Brasil "mitiga" la actual crisis financiera desatada en Estados Unidos con la diversificación de su comercio exterior y también por abolir el dólar en su intercambio con Argentina, que a partir de esta semana se efectúa en las monedas de ambos países.

El empuje comercial del Mercado Común del Sur (Mercosur, compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y de los acuerdos con otros países de la región permitió a Brasil colocar en América Latina y el Caribe 26 por ciento de sus exportaciones, en una evolución contraria a la que ocurrió con Estados Unidos, que absorbía 25 por ciento del total exportado y ahora sólo recibe 15 por ciento.

"La integración redujo la vulnerabilidad" de Brasil en relación al comercio externo, destacó Amorim. También el intercambio con Argentina en monedas nacionales atenuó la dependencia del dólar.

Los procesos subregionales "ganaron densidad" y se revelaron importantes en muchos campos, incluso en el político. La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) contribuyó a buscar salidas para la actual crisis de Bolivia, ejemplificó el canciller, refiriéndose a las sublevaciones en provincias ricas del este boliviano y a los temores de golpe de Estado.

Brasil priorizó a América del Sur en los últimos seis años de gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, pero "no en desmedro de la integración de toda América Latina y el Caribe", sostuvo Amorim.

Las regiones más integradas, como Asia y Europa, tuvieron "mejor desempeño" en el desarrollo, señaló por su parte la canciller de México, Patricia Espinosa, afirmando que su gobierno está comprometido a impulsar una unidad latinoamericana y caribeña que respete "la diversidad y la pluralidad".

"Debemos ser más ambiciosos", en comparación con los procesos de integración regional adoptados en los últimos 50 años. Es necesaria una "mayor comunicación y coordinación" entre los distintos mecanismos, actuando con "gran flexibilidad", aseveró.

El mundo hoy se compone de "grandes bloques", considerando que Estados Unidos y China deben ser considerados bloques por sí mismos, y no hay razón para que América Latina y el Caribe no formen otro, con un "producto respetable" de unos cuatro billones de dólares anuales, acotó Amorim.

El gran desafío de la cumbre de Salvador, sin embargo, será definir objetivos más precisos, ya que son muchos los intereses y las cuestiones que pueden dispersar las discusiones.

Algunas preguntas de los periodistas quedaron sin respuesta, como cuestiones de seguridad impuestas por la reactivación de la IV Flota estadounidense, cuya presencia en el océano Atlántico Sur produjo manifestaciones de preocupación de los gobiernos de Brasil, Argentina y Venezuela, y el hecho de que muchos acuerdos entre países latinoamericanos quedaron sin efecto por falta de ratificación parlamentaria.

El bloqueo comercial impuesto por Washington a Cuba, la posición del bloque regional en relación a la Organización de los Estados Americanos, la crisis de Haití, además de temas comerciales, como la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, donde los latinoamericanos presentaron divisiones, son otras cuestiones que amenazan desdibujar el foco de la cumbre.

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