Con actos y movilizaciones, sindicatos de América Latina llamaron la atención este martes sobre la persistencia de empleos mal remunerados, esclavizantes, precarios o sin protección, que soportan millones de trabajadores, la mayoría mujeres.
En el marco de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, una iniciativa de la Confederación Sindical Internacional (CSI), trabajadores sindicalizados de la región convocaron a seminarios, protestas, campañas y actos callejeros a fin de crear conciencia sobre la necesidad de avanzar en la creación de empleo de calidad.
En Perú, la jornada coincidió con un momento de particular efervescencia sindical y social, marcado por huelgas y manifestaciones contra el gobierno de Alan García.
Una veintena de organizaciones sindicales y sociales, articuladas con la Confederación General del Trabajo de Perú (CGTP), salieron a las calles para protestar contra la política económica, por considerar que agrava la difícil situación laboral de los trabajadores.
El vicepresidente de la CGTP, Olmedo Auris, señaló a IPS que si bien Perú tiene demandas particulares, se sumaron a esta movilización mundial para "exigir una situación justa para los trabajadores ante una política económica que privilegia el mercado".
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Si bien este país asiste a un período de crecimiento económico, la evolución del salario mínimo (de unos 180 dólares) es desalentadora en comparación con la de otros países de la región. Además, la mayoría de los trabajadores están en la actividad informal, sin protección social ni de salud.
En este contexto, se incrementó la contratación de servicios laborales a través de terceras empresas. En el sector minero, motor del crecimiento económico que ha dejado fabulosas ganancias, 64 por ciento de los trabajadores están contratados bajo esa modalidad, sin derechos laborales.
Según la definición lanzada a fines de los años 90 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo decente es productivo, realizado en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad, retribuido con un ingreso justo, que proporciona protección social y perspectivas de desarrollo personal.
La Organización de las Naciones Unidas, entre sus Objetivos de Desarrollo para el Milenio, se propuso en 2000 avanzar hacia el empleo decente como meta para erradicar la pobreza extrema en el mundo. No obstante, los países en desarrollo manifiestan muchas dificultades para cumplirla.
En los últimos años, América Latina vive un ciclo de crecimiento económico sostenido con aumento del empleo. Sin embargo, la OIT advierte que la mayor actividad económica no se tradujo en una mejor calidad del empleo. Al contrario, persiste "un déficit de trabajo decente en la región".
La OIT —que participó de seminarios convocados este martes por los sindicatos— sostuvo a fines de 2007 en su informe de coyuntura laboral que alrededor de 60 por ciento de los trabajadores ocupados en los principales países latinoamericanos están en la economía informal.
Además, América Latina es la segunda región del mundo con la mayor proporción de empleo forzoso, después de Asia. Este tipo de empleo, en condiciones de esclavitud o semiesclavitud, afecta a 1,3 millones de personas, de las cuales alrededor de 20 por ciento son víctimas de trata. Hay además trabajadores explotados en la minería, la industria textil y el campo.
Frente a este panorama, la CSI lanzó esta jornada mundial a fin de "unir fuerzas en una movilización global" con diferentes organizaciones sociales, como la coalición de entidades no gubernamentales Civicus y el Llamado Global de Acción contra la Pobreza, que trabajan para erradicar la miseria y la explotación en todo el mundo.
En su llamado, la CSI argumenta que la mitad de la fuerza laboral mundial gana menos de dos dólares diarios, que hay 12,3 millones de hombres y mujeres trabajando en condiciones de esclavitud y unos 200 millones de niños y niñas menores de 15 años que trabajan y no asisten a la escuela.
"Sólo un sistema internacional basado en la solidaridad y el respeto a los derechos de las personas puede poner fin a estas tendencias", remarca el llamado. Cada vez son más las personas obligadas a ganarse la vida en la economía informal, sin ninguna protección, y sin representación sindical, señala.
En Argentina, la propuesta tuvo respuesta de la Confederación General del Trabajo (CGT), la mayor central sindical, y de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que agrupa a empleados de la administración pública, médicos, educadores, judiciales, así como a desempleados, jubilados y trabajadores de empresas recuperadas.
La CGT realizó seminarios de formación en sus sedes regionales del interior del país, lanzó una campaña callejera de afiches y mesas informativas exhortando a crear "trabajo decente para una vida digna", y finalizó lanzando globos en el Obelisco, el monumento emblemático de la ciudad de Buenos Aires.
La CTA lanzó una campaña de seminarios, afiches y avisos en reclamo de "libertad y democracia sindical" y "redistribución de la riqueza". El secretario de relaciones internacionales de la central, Adolfo Aguirre, explicó a IPS que los actos apuntaron a "crear conciencia del problema" entre los trabajadores.
Si bien el desempleo argentino se viene reduciendo desde 2002, y también bajó la proporción de empleados no registrados, la tasa de informalidad alcanza aún a 36 por ciento de la población económicamente activa, según el último registro del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
"Sólo en la provincia de Buenos Aires, la más populosa del país, hay alrededor de siete millones de trabajadores y apenas 14 inspectores laborales, eso revela que hay una enorme debilidad en el control del Estado sobre el cumplimiento de las normas de contratación laboral", denunció Aguirre.
Los sectores donde se registra la mayor informalidad están en la industria textil, con miles de inmigrantes extranjeros trabajando en condiciones de esclavitud. En el campo, donde se contrata a trabajadores "golondrina", que recorren el país de cosecha en cosecha y a menores, y en el empleo doméstico, dominado por la fuerza laboral femenina.
En México, si bien la Secretaría de Trabajo reconoce que 50 por ciento de los trabajadores tienen empleos precarios e informales, la jornada no concitó mayor atención de los sindicatos. Everardo Fimbres, de la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria Metalúrgica, dijo a IPS que "la reacción de México a la convocatoria fue tardía".
En el primer semestre de este año los trabajadores del sector informal (sin contrato y sin prestaciones) sumaron 12,1 millones, la cifra más alta de la historia de México.
En cambio, en Chile hubo movilizaciones más intensas.
La Central Unitaria de Trabajadores (CUT), principal organización sindical del país, junto a la Central Autónoma de Trabajadores (CAT), celebraron seminarios y encuentros en todo el país. Se difundieron avisos por radioemisoras y se lanzó una campaña a favor del trabajo decente.
"El problema más grande es el desigual reparto de las ganancias de las empresas", sintetizó para IPS Noris Quezada, dirigente de la CUT. "Las empresas apenas pagan por encima del sueldo mínimo" equivalente a unos 270 dólares, dijo, y los trabajadores padecen la falta de una negociación colectiva efectiva, añadió.
El especialista en normas internacionales del trabajo y relaciones laborales de la oficina subregional de la OIT para el Cono Sur, Guillermo Pérez, dijo por su parte que "el trabajo decente constituye un paradigma nuevo que, mientras más se socialice, será mejor para los trabajadores".
El experto explicó a IPS que en Chile no existe trabajo forzoso, pero hace falta "profundizar la negociación colectiva, existen notables desigualdades entre hombres y mujeres y también hay problemas de trabajo infantil".
* Con aportes de Daniela Estrada (Santiago), Diego Cevallos (México) y Milagros Salazar (Lima).