La escasa presencia de mujeres persiste en las listas de candidaturas para las elecciones municipales de octubre en Brasil, una muestra más de la separación entre partidos y sociedad, en general diagnosticado a través de aspectos como el descrédito de las instituciones políticas.
Las candidatas a alcalde en los comicios que tendrán lugar el 6 de octubre corresponden a sólo 10,3 por ciento del total, indicando un estancamiento respecto del 9,5 por ciento de 2004. En la disputa de escaños en los Concejos la proporción bajó de 22,1 a 21,9 por ciento.
Es que los partidos incumplen la cuota reservada a las mujeres, de 30 por ciento de candidaturas al Poder Legislativo, puesto que la ley vigente desde 1997 no impone puniciones y permite "mecanismos para eludirla", como presentar exceso de candidatos, explicó a IPS Patricia Rangel, cientista política y consultora del Centro Feminista de Estudios y Asesoría (Cfemea).
Además, los partidos destinan menos recursos a las candidatas, resultando una participación femenina menor aún en la carrera por cargos políticos.
En la actualidad las mujeres gobiernan apenas 7,5 por ciento de los 5.563 municipios y tres de los 27 estados en que se divide Brasil, mientras que ocupan sólo 12,6 por ciento de las bancas de concejales y 12,3 por ciento de las de parlamentos nacionales.
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Los partidos constituyen hoy "un instrumento de contención" del ascenso de las mujeres en política, definió Fátima Jordão, socióloga experta en sondeos de opinión del Instituto Patricia Galvão, una organización no gubernamental dedicada a comunicación y derechos femeninos.
Las mujeres brasileñas "avanzaron, pese a los partidos", en muchas dimensiones de la vida, fortaleciéndose junto con la sociedad civil, ganando voz e importancia en los más variados sectores, en organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y medios de comunicación, pero sigue restringido su acceso a los "núcleos del poder", evaluó para IPS.
Las direcciones del Estado, de las empresas, de los partidos y de las centrales sindicales o empresariales aún permanecen monopolizadas por los hombres, aseguró Jordão. Pero las mujeres están "dando vueltas a esos mecanismos de control del poder" y ganando posiciones con "trayectorias independientes, subiendo por los intersticios de los partidos", sostuvo.
En su evaluación, el avance de las mujeres en la actual campaña electoral no se mide por la cantidad de candidatas sino por el electorado que disputan, especialmente en las grandes capitales estaduales.
En São Paulo, por ejemplo, es favorita para ganar los comicios Marta Suplicy, ex ministra de Turismo y que ya gobernó de 2001 a 2004 esta metrópolis, la mayor de Brasil con 8,2 millones de electores y más de 11 millones de habitantes.
En tanto en Fortaleza, la capital del nororiental estado de Ceará que tiene 1,5 millones de electores y 2,4 millones de habitantes, todas las encuestas indican que será reelegida la alcaldesa Luizianne Lins, quien al igual que Suplicy integra el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), liderado por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Además hay candidatas fuertes, aunque con pocas posibilidades de triunfo, en Belo Horizonte, Porto Alegre y Río de Janeiro, ciudades que suman más de 7,3 millones de habilitados para sufragar. En algunos casos, como São Paulo, Fortaleza y Porto Alegre, más de una aparece con buenos índices en las encuestas.
"Todos los partidos discriminan a las mujeres, pero es un tiro en el pie", porque están renunciando a un "gran potencial electoral y político, con capacidad de agregar información y representación", destacó Jordão.
Una encuesta divulgada en enero por el diario O Estado de São Paulo apuntó que para 67 por ciento de los consultados una fuerte participación femenina mejoraría la política en el país, mientras que 58 por ciento señaló que esa presencia es hoy "menor de lo que debería ser". Una mayoría dijo creer que la mujer es "más honesta" que el hombre.
El camino para llevar más mujeres al poder es imponerse al designio de los partidos, como ya ocurre en varios casos, según la socióloga.
Por primera vez se está construyendo una consistente candidatura presidencial femenina para 2010, la de Dilma Rousseff, actual ministra de la Casa Civil, impulsada por Lula, que gobierna apoyado en una amplia alianza, y no por partidos que, en realidad, resisten a esa postulación, ejemplificó Jordão.
Rangel, quien analiza estas elecciones para Cfemea, la organización que acompaña en Brasilia los procesos parlamentarios y políticos que interesan a la población femenina, atribuye la "subrepresentación" política de las mujeres al sistema electoral que mantiene el desequilibrio y a factores culturales y socioeconómicos.
Encargadas de cuidar a los hijos, las mujeres tendrían que aguantar una triple jornada de trabajo para dedicarse a actividades políticas, además de rebelarse contra la cultura patriarcal en que fueron educadas, observó.
Como ellas no disponen del patrimonio familiar ni de los recursos partidarios, que sistemáticamente privilegian los colegas masculinos, sólo una reforma política que establezca el financiamiento exclusivamente público de las campañas electorales y voto en partidos con sus listas de candidatos podrá resultar un equilibrio de género en el poder político, según Cfemea.
Las listas tienen que alternar mujeres y hombres en el orden de candidaturas, ya que los primeros serán elegidos, según la proporción de sufragios obtenidos por el partido, explicó Rangel.
Además se debe dar alguna preferencia a mujeres negras, que son doblemente discriminadas, y asegurar una cuota importante del fondo partidario y del tiempo de propaganda televisiva a ellas.
Si la lista es paritaria, alternando un hombre y una mujer, Brasil podría alcanzar a Ruanda, el pobre país africano que alcanzó el mejor resultado con las cuotas obligatorias, 49 por ciento de representación femenina en su parlamento, concluyó la activista.